C U A T R O

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  A la mañana siguiente, Rose vio a Heechul al salir del dormitorio. Había pasado la noche en su lanai. Terminaba una tostada y una taza de café.

—He preparado suficiente café para los dos —dijo él—. Me voy, pero volveré a las dos para llevarte al catamarán.

—De acuerdo —repuso ella aún somnolienta. Le sorprendió lo temprano que se había levantado y sintió curiosidad por saber a dónde iba. Pero como no era asunto suyo, no preguntó—. Hasta luego.

Después de que se marchara, se duchó y se vistió. Decidió ir hacia el sur por la costa para ver más de la isla. El paisaje era exuberante y exótico. Vio flores y aves que nunca antes había visto. Pero a última hora de la mañana comenzó a llover. Tras encontrar un restaurante pequeño en el que comer, volvió a la ciudad, donde reinaba un día soleado.

A las dos de la tarde estaba a punto de guardar el bañador y un vestido en la bolsa de lona cuando Heechul entró usando su propia llave. Le sorprendió verlo con ropa distinta a la que llevaba aún esa mañana. También se había afeitado. Lucía una camisa de estilo hawaiano con un diseño de barcos, olas y nubes, y bermudas azules que armonizaban bastante bien. «Así que tiene ropa decente, y bien planchada». Se preguntó dónde la guardaba.

—¿Lista? —preguntó con una sonrisa. Entonces su expresión cambió—. ¿Qué es eso? —observó el traje de baño de una pieza de color verde aguacate que Rose sostenía en una mano.

—Mi bañador.

—Oh —lo estudió con curiosidad.

—Lo sé. No está a la última —rió entre dientes. Lo tenía desde la escuela y lo había comprado para que se adaptara a los requisitos de la clase de natación que todos tenían que tomar. No se permitían biquinis ni bañadores osados—. No me gusta nadar, y los bañadores son caros. No quise comprar uno nuevo sólo para estas vacaciones, cuando quizá ni siquiera llegara a ponérmelo.

—¡No puedes venir a Hawai y no ponerte un bañador! —exclamó con las manos en las caderas, atónito ante lo que ella acababa de decir.

La reacción de Heechul la irritó. Eran sus vacaciones y su elección personal, ¿no? ¿Quién era él para decirle lo que podía y no podía hacer? Por otro lado, casi todos sus amigos se reirían de ella si les contaba que había ido a Hawai y no se había puesto un traje de baño.

—Ahora que lo veo, comprendo por qué eres reacia a ponértelo —Heechul sacudió la cabeza—. Bueno, hay una solución fácil... comprar uno nuevo.

—¿Uno nuevo? —repitió con asombro—. Te acabo de decir que son caros.

—Conozco un sitio donde podemos conseguirlo a un precio interesante.

—¿Quieres decir que piensas acompañarme?

—Sí, si no deseas gastar mucho.

—¿Y qué hay del paseo en barco? —no le importaba conseguir una ganga, pero no le atraía mucho la idea de que la viera probándose bañadores.

—Iremos después. Vamos —indicó al verla titubear—, estamos perdiendo tiempo. Conduce tú; yo te guiaré.

***

Chang discutía con Yang si debía comprar o no otra camisa hawaiana cuando por casualidad miró por la ventana de la tienda.

—¡Mira! —exclamó de repente, señalando a un hombre y una mujer jóvenes que iban por la acera de enfrente—. ¡Ahí están! ¡Juntos!

—¡Por el amor del cielo! —Yang sonrió—. Así que Rose llamó a Heechul, tal como prometió. Salgamos a saludarlos.

—¡No, no podemos hacerlo! —Yang sujetó el brazo de su esposa para evitar que saliera—. Se supone que no saben que estamos aquí.

I Will Never Marry You (Con Heechul)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora