O C H O

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  —Lo he arruinado todo —se quejó Chang, yendo de un lado a otro de la habitación del hotel después de cenar. Había visto a Rose y a Heechul marcharse a toda velocidad. Al parecer su hijo finalmente los había reconocido. Pero, ¿sabía Heechul que él había arreglado todo para que conociera a Rose o sólo estaba furioso por descubrir que su padre lo espiaba?

—Me siento tan avergonzada —comentó Yang—. Ya era malo tener que vestirnos de esa manera, y encima por un propósito tan mezquino. Pero que nos descubran...— suspiró—. Bueno. Se ha terminado. Las piezas caerán donde tengan que caer.

—Voy a llamar al piso —Chang se acercó al teléfono—. Quizá estén allí.

—¿Qué vas a decir?

—Pensaré en algo —marcó el número. Sonó y sonó hasta que él colgó. Musitó algo y siguió andando.

—Siéntate, Chang. Te estás poniendo nervioso y haciendo que yo me ponga nerviosa.

—Estoy pensando en llamar a la casa de Heechul— continuó, sin oírla.

—¿Crees que ahora mismo esa es una buena idea? Parecía bastante enfadado cuando salieron del restaurante.

—¿Crees que mañana estará menos enfadado? Quizá cuanto antes aclare las cosas, mejor.

—¿Cómo puedes aclarar esta situación, Chang? Nos descubrieron. Tiene derecho a estar furioso. Lo único que puedes hacer es disculparte por los dos y esperar lo mejor.

—Le diré que fue culpa mía. No quiero que te culpe a ti. Yo te convencí de que vinieras.

—Podría haber dicho que no —Yang sonó irritada consigo misma—. Intentar mantenerte a raya es como tratar de controlar a un gran danés con una correa de seda.

—Si no te tuviera como mi conciencia, probablemente provocaría desastres — Chang agachó la cabeza.

—Bueno, llama a Heechul—Yang sonrió—. Aunque esté furioso, le sentará bien saber que lo lamentas.

—Sí —Chang encontró la postal con el teléfono de su hijo y marcó. Mientras esperaba, respiró hondo para hacer acopio de valor. De repente oyó la voz agitada de Heechul.

—¿Sí? ¿Rose?

—No, soy papá —enarcó una ceja. Parecía como si Rose lo hubiera dejado.

—Oh —la decepción que transmitió con esa palabra fue aguda. Entonces cambió de tono—. ¿Qué demonios quieres? ¿No has enredado bastante mi vida?

—¿Enredado tu vida? —repitió Chang con curiosidad, olvidando que había llamado para disculparse.

—¡No te hagas el tonto, viejo intrigante! ¡Presentarme a una mujer a la que no me puedo quitar de la cabeza! ¡Maldito seas! ¡No te metas en mis asuntos! —la línea quedó muerta.

Chang sonrió y colgó.

—¿Qué ha dicho?

—Algunas cosas más bien irrepetibles —se sentó y se rascó la oreja—. Pero también dijo algo interesante... me acusó de arrojar en su camino a una mujer que no puede quitarse de la cabeza.

—Quizá se ha enganchado a ella —Yang mostró su sorpresa—. Aunque da la impresión de que lo considera un problema.

—Sí —aceptó Chang, meditando—. Debería visitarlo.

—¿Cuándo? ¿Esta noche? Si no has podido encontrar su casa de día, ¿cómo la localizarás ahora, cuando ha oscurecido?

—Iré por la mañana —repuso con los labios fruncidos—. Pero tienes razón, he de conseguir mejores indicaciones para llegar —se levantó y volvió a ir de un lado a otro—. Ya sé... el conserje. ¿Por qué no se me ocurriría antes? Vuelvo en un minuto.

I Will Never Marry You (Con Heechul)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora