C I N C O

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  Heechul tuvo que reírse entre dientes. Con las muñequeras para el mareo, Rose parecía completamente fuera de su elemento y totalmente adorable. Se hallaban a bordo de su catamarán más antiguo y pequeño, que mantenía por motivos nostálgicos pero que ya no utilizaba para las excursiones con los turistas. Ella se había puesto el biquini nuevo, aunque poco vio de él, ya que Heechul le aconsejó que no se quitara la camiseta, para no quemarse la espalda. Después de encontrar unas aletas para sus pies, le pasó por encima de la cabeza un chaleco salvavidas anaranjado y se lo sujetó alrededor de la cintura. Le enseñó cómo inflarlo al tamaño que más se adecuara a ella.

—¿Y ahora qué? —preguntó ella, con aspecto de sentirse incómoda. Y quizá un poco asustada.

—Ahora las gafas y el tubo para bucear —dijo, sacándolos del baúl. Le colocó las gafas, cerciorándose de que le taparan la nariz—. Respira —indicó.

—No puedo —repuso tras intentarlo, sentir pánico y retirarlas de su nariz con ambas manos.

—Bien.

—¿Qué quieres decir con eso de bien? —preguntó, mirándolo como si fuera un traidor.

—Eso significa que son bastante herméticas. Debes respirar por la boca con esto —le ajustó el tubo incorporado a las gafas, girando la pieza bucal hacia su cara—. Muérdela y métela bajo los labios —ella cooperó con cautela. Los dedos de Heechul tocaron su labio inferior mientras sostenía el tubo. «Tenía una boca bonita», notó, «suave y flexible». Sintió una inesperada oleada de deseo. Para evitar que sus pensamientos se descarriaran acomodó el otro extremo del tubo por encima de su cabeza—. La parte superior se mantiene por encima del agua y te suministra aire; sólo debes respirar por la boca. Si insistes en inhalar por la nariz, te dolerá la cabeza.

—Si no me ahogo primero —dijo, quitándose la pieza bucal—. ¿Y si entra agua por el tubo?

—La expulsas, igual que las ballenas cuando emergen a la superficie. El chaleco te mantendrá a flote.

—¿Qué profundidad tiene el agua aquí? —preguntó ella, mirando la bahía cobijada a la que él los había llevado.

Era el lugar preferido de Heechul. Ninguna empresa, incluida la suya, llevaba a los turistas allí. Ned le había hablado de la bahía hacía muchos años. Los lugareños se la reservaban para ellos mismos.

—Unos tres metros —había anclado en el mismo punto de siempre, donde el coral ya estaba dañado, con el fin de preservar el resto del coral de la bahía.

—¿Tres metros? —repitió ella espantada—. Nunca he estado en aguas tan profundas.

—No te gustaría que tus pies tocaran el fondo. El coral es áspero, y, además, si lo rozaras, dejaría de crecer. La idea es flotar en la superficie y observar los peces bajo el agua.

—Pero, ¿tres metros? ¿No hay un sitio menos profundo?

—Claro, pero verías menos. Éste es el mejor sitio. Puedo darte una tabla de flotación, si así te sientes más segura —levantó la tapa del compartimento de almacenaje y sacó una tabla de un metro de largo de plástico ligero—. Puedes tumbarte sobre ella de costado y mirar por encima del borde con las gafas bajo el agua.

—Si tú lo dices — Rose la observó con reticencia.

—Vamos.

Se puso las aletas, recogió sus propias gafas y tubo y la ayudó a bajar por los escalones que conducían al agua desde la popa del catamarán. Él bajó primero, metiéndose en el suave oleaje. Rose lo siguió, agarrándose a la barandilla como si en ello le fuera la vida. Pisó el último escalón bajo la superficie, pero no se soltó.

I Will Never Marry You (Con Heechul)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora