Rose deshizo los puntos incorrectos que había realizado en el nuevo proyecto en el que trabajaba, un unicornio dormido sacado de un tapiz del siglo dieciséis. Se preguntó cómo había perdido la pieza acabada del mismo tapiz que se había llevado a Hawai, aunque no debería sorprenderle teniendo en cuenta el estado mental en el que se hallaba la noche que dejó a Heechul; y sumado a todo eso estaba el temor a estar embarazada. Aunque gracias a Dios, el día después de llegar a casa había tenido el período. Jamás repetiría ese error. Ya podía olvidarlo todo, se había dicho. Podría superar ese intervalo con Heechul... la pasión, el corazón roto.
Miró por la ventana de la tienda para ver si venía algún cliente, pero todo el centro comercial estaba tranquilo ese día. Debía ser por las vacaciones de agosto, pensó, suspirando con impaciencia mientras aflojaba los puntos prietos. ¿Cómo los había dado mal? Desde su regreso su mente no había sido capaz de concentrarse en el presente. Al principio había llorado mucho, pero no tardó en decidir que eso no le hacía ningún bien. Luego se esforzó por suprimir cualquier pensamiento sobre Heechul. Durante varios días pareció funcionar. Al menos había dejado de llorar. Pero luego empezó a soñar con él cada noche.
Al oír que se abría la puerta alzó la vista. Al fin un cliente... Heechul estaba de pie a unos metros de ella, estudiándola con ojos curiosos. La aguja y el bastidor se le cayeron de las manos sobre el mostrador.
—¡Heechul! —no creía lo que veían sus ojos.
—¿Trabajas en uno nuevo? —preguntó. Lo recogió—. ¿Estabas deshaciendo puntos? Sorprendente. Bueno, ya puedes parar... he vuelto.
—¿Qué... qué haces aquí? —inquirió, ignorando su charla sin sentido. Estuvo a punto de preguntarse si alucinaba por pensar demasiado en él.
—Llegué anoche. Quería verte... ver cómo te iba —repuso con expresión seria.
—No estoy embarazada, si eso es lo que te preocupa —se apresuró a tranquilizarlo—. Mi ciclo mensual continuó como de costumbre.
—Quizá tengamos un poco más de suerte la próxima vez — sonrió.
—¿Qué quieres decir? —«¿la próxima vez?» Daba la impresión de estar nervioso y no saber qué decir.
—No soy muy bueno en esto. Jamás esperé encontrarme en esta situación...
—¿Qué situación? —repitió ella—. ¿Por qué estás aquí? No esperaba volver a verte nunca. No quería volver a verte jamás —¿acaso había habido una enfermedad grave o una muerte en su familia? ¿Había volado a Chicago para asistir a un funeral? —. ¿Se encuentran bien tus padres?
—Creo que sí —repuso encogiéndose de hombros. La pregunta pareció distraerlo—. Aún no he ido a verlos. Primero he venido a verte a ti.
—Pero, ¿por qué?
—He... pensado mucho en ello, y... quiero casarme contigo.
—Dios, Heechul. ¿Estás loco? —sintió un zumbido en la cabeza.
—Bueno, sí. Estoy loco de amor... por ti. Desde que te fuiste nada ha sido igual. No puedo dormir, he perdido peso, no paro de trabajar, pero nada cambia. Me es imposible volver a la normalidad. La casa se ve tan vacía. Toda mi maldita vida parece vacía. Te necesito compartiendo mi espacio o no soy feliz.
—Mi vida tampoco es normal ya —indicó ella con furia—, pero casarse sería una mala solución. Las cosas sólo empeorarían.
—¿Por qué? —preguntó con el ceño fruncido, apoyándose en el mostrador.
—Porque tú... tú eres como mi padre, un chico seductor al que le es imposible mantener un trabajo y realiza promesas que no puede cumplir.
—¿Tu padre? —alzó el dedo índice como si recordara—. Es cierto, mencionaste que tus padres tuvieron un matrimonio desdichado. Pero eso no significa que con nosotros pasará lo mismo.

ESTÁS LEYENDO
I Will Never Marry You (Con Heechul)
Fiksi PenggemarRose no podía creer que su suerte había cambiado. El millonario Kim Chang Min le prestaba su piso en Hawái, le regalaba el billete de avión y ponía un coche a su disposición. Todo era demasiado perfecto. Pero... había una condición: debía ir a visit...