Capítulo Cinco.

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—¿Qué hace ella aquí? —dijo una Amazona Draugr, inclinándose y olisqueando a Mae, cómo si fuera comida en mal estado.

Había un montón de razones por las qué ese gesto era ofensivo.

—Lo mismo qué tú. —Stephenie contestó, tomando a Mae del brazo y alejandola de la Draugr. Mae hizo una mueca mientras trastrillaba un poco.

Stephenie se estaba comportando como una madre arrastrando a su hijo a un lugar. Eso hizo recordar a Mae qué no sabía qué edad realmente tenía Stephenie.

Incluso cuando Mae era pequeña, Stephenie siempre había lucido igual: cómo una chica de dieciocho años.

Nota mental, pensó Mae, preguntarle su edad a Stephenie.

La Draugr qué había olisqueado a Mae parecía cada vez más engreída.

Yo soy una Draugr —indicó—. Estoy representando a mi clase. ¿Que clase esta representando tu rubia oxigenada, eh, Steph?

¿Por qué todos se metían con su cabello?

Mae abrió la boca, dispuesta a pelear; pero Stephenie le clavó las uñas en el brazo, impidiéndole decir nada.

Hombre, realmente se estaba comportando cómo una madre.

—Esta rubia oxigenada es mi aprendiz —replicó la líder Amazona a la Draugr. Luego se dirigió a Mae—. Vas a ser Amazona después de todo, ¿no?

Mae parpadeó sorprendida porque le preguntara eso.

—Sí. —confirmó, cuadrandose de hombros y disparandole una mala mirada a la Draugr.

Se sentía tentada a sacarle la lengua y mofarse diciendo "lerolerolero", pero Mae pensó qué eso quizá no ayudaría en su situación así qué trato de contenerse.

La Draugr le mostró los dientes afilados, siseandole a las dos. Por su postura, estaba a la defensiva. No parecía qué iba a atacarlas, pero sí parecía esperar a qué ellas lo hicieran.

—No la quiero en mi división —anunció y luego le murmuró a Mae por lo bajo: —. Copia barata de Draugr.

Era obvio a qué se refería a su necesario consumo de sangre. Las Draugrs siempre habían demostrado estar especialmente ofendidas por esa habilidad de Mae en específico. Eran cómo “Hey, ¡Ese es nuestro asunto! ¡Sólo nosotras podemos beber sangre!”.

Probablemente las Draugrs fuera la clase qué Mae más detestaba. Aparte de las Jinx, claro.

Sin poder contenerse esta vez, Mae comenzó a espetarle:

—Copia barata de prosti... ¡Ay! ¿Puedes dejar de pellizcarme, Stephenie?

La lider de las Amazonas ni se inmutó ni desmostró remordimiento.

—Tranquila, Marissa. —le dijo a la Draugr, con tono divertido—. No te preocupes, Mae no estará en tu división. Es demasiado valiosa cómo para estar en una división tan baja cómo la tuya. Estará en la mía.

Mae miró con ojos de platos el perfil de Stephenie.

¿Hablaba en serio? Estar en la división de la líder Amazona...

La mirada de Marissa valía un millón de dólares. Tenía los ojos muy abiertos, sorprendida, y la boca en un gesto indignado. Cuando pareció recomponerse por la noticia, apretó los dientes y gruñó:

—Desde qué te volviste la líder te crees con derecho a mandar sobre los demás, Stephenie. ¿Cómo te atreves a...?

Stephenie sonrió ligeramente y la interrumpió.

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