Mae esperaba qué la asamblea tuviera una discusión sobre los asesinatos qué estaban ocurriendo en diferentes instituciones y no de las estupideces qué ellas consideraban interesantes cómo “¿Quién dejó la tapa del baño arriba?”, “¿Qué vamos a cenar hoy?” y “¿Vieron lo sexy qué se está David Bowie? ¡Nunca envejece!”
No qué Mae hubiera oído otras asambleas antes, claro.
Pasando la lengua por sus labios, Mae guardó sus garras. Con precaución, miró a través de las rejillas para ver qué tan cerca estaba del comedor. Pasó sobre la sala de música, la sala de guerra de las Amazonas (una nunca utilizada) y el cuarto de lavandería, hasta qué al fin reconoció el familiar salón con candelabros y aires victorianos.
Se inclinó un poco más y una vez más, sacó algo de su verdadera forma. Sintió poco a poco su vista tornándose mejor, más afilada y detallista. Su olfato automáticamente mejoró junto a ella, los distintos olores llenando sus fosas nasales y dándole un repentino dolor de cabeza.
A Mae le dio un poco de risa loca pensando qué cualquiera qué mirara hacia arriba, se encontraría dos ojos completamente blancos devolviéndole la mirada.
Fácilmente reconoció a Grace, qué era un poco cómo la directora de allí. La Arboleda es una especie de orfanato para ya saben, mounstruos. Ella había estado allí desde qué Mae había llegado e incluso mucho antes.
Grace era una Amazona retirada, algo así como una ex- soldado. Mae quizá jamás lo admitiera, pero la admiraba bastante. Y a pesar de tener más de cuatrocientos años y lucir de setenta años, con esos tatuajes Grace parecía una anciana qué podía patear tu trasero de aquí al infinito.
A su lado reconoció la qué era cómo la subdirectora, Amarantha y la qué era la administradora de la Arboleda, la señora T. Todas allí le decían de esa manera porqué cuenta la leyenda qué si le llamas por su verdadero nombre, aparecerá detrás de ti y te golpeara con un periódico y te exigirá más respeto. También reconoció a otras miembros del consejo, no tan importantes cómo las ya nombradas tres, pero eran claramente Amazonas retiradas.
Y finalmente... Mae vio a las Amazonas. No a las retiradas. A las de servicio.
Un fuerte anhelo llenó su pecho. Siempre había querido ser Amazona, desde pequeña. Las Amazonas eran lo más guay existente para Mae, cómo, en serio guays. Su trabajo consistía en hacer viajes a otras centrales de Siervas de la Luna para entregar mensajes, estudiar hechizos y luchar contra las sublevadas, las Siervas de la Luna solitarias qué cazaban a las personas y hacían matanzas terribles.
Las Amazonas eran cómo las soldados de cada central. O policías. O guerreras. Se entiende el punto. Bueno, cómo sea, Mae siempre quiso ser una, pero no podía hacerlo ya qué aún no había cumplido los dieciocho, pero dentro de tres meses sin embargo, Mae podía enlistarse.
E iba a patearles el trasero a todas.
Con la mirada buscó a la líder de ellas, Rosemarie, pero no la encontró. En cambio encontró a Stephenie, la segunda Amazona en jefe con la qué Mae había entablado amistad. Mae tuvo qué reprimir el estúpido deseo de saludarla, allí, en el ducto de ventilación, a punto de sacar el brazo por la rejilla, agitar la mano y gritarle "¡Hola, Steph!".
Stephenie se había ido de viaje hace unas semanas, y no le dijo a Mae cuando volvería. La verdad es qué Stephenie tenía la reputación de ser la más... Entregada, por así decirlo, de las Amazonas. Mae la había visto entrenar e incluso en un simple entrenamiento, Stephenie era letal. Destrozaba todos los maniquíes de práctica. Stephenie era bastante genial.
Y fue extraño qué se cayeran bien, de hecho. Ya qué tenían personalidades similares (cosa qué si eres como Mae, no son ponis favoritos en común, sin duda), pero sorprendemente lo hicieron. Mae aún se encontraba perpleja a veces de su amistad.

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Eclipse Lunar.
Fantasía« La Luna no perdona. La Luna no olvida. Y La Luna sangrará e irá por aquellos que la traicionaron. » ---- OBRA TOTALMENTE MIA, PROHIBIDA LA ADAPTACIÓN, DISTRIBUCIÓN O COPIA PARCIAL O COMPLETA DE ESTA. Registrada en Safe Security©