V E I N T I S I E T E

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El día iba de la mierda. Para comenzar, era lunes, el día menos favorito del noventa y cinco por ciento de la gente; Yoongi tuvo una prueba sorpresa de cálculo, la cual muy seguramente reprobaría; y por último pero no menos importante, una tormenta o algo así había entrado a Seúl, y aunque al pelirrosa le encantase la lluvia –como a todos los adolescentes actuales-era un enorme impedimento, además  le daba un poco de vergüenza salir con su impermeable negro, ya que según él y Hoseok, lucía como una bolsa de basura.

Yoongi terminaba de guardar los libros en su casillero. El pasillo principal, usualmente lleno de alegría y una pizca de estrés, se encontraba casi en su totalidad vacío y algo oscuro, pues el sol que suele entrar por las enormes puertas transparentes se veía opacado por las oscuras nubes.

El pelirrosa cerró la taquilla de azul chillón y se recargó, pensando en qué debía hacer. No había hablado con Hoseok, o peor aún, con Naesung desde lo ocurrido. Ni siquiera había visto a Jimin o a Rowoon –que era algo inusual, pues con su estatura era fácil distinguirlo-. Quería que las cosas con el azabache fuesen normales, ya lo había convencido de que nada había pasado, estaban limpios de cualquier culpa, ¿no?

El pelirrosa suspiró, él no estaba limpio de culpas. En realidad, se supone que debería de sentirse un poco más miserable que usualmente, pues, oye, mintió a su novia y mejor amigo al mismo tiempo; pero sabía que eso pasaría. Su relación con la morena no tenía futuro, era como posponer lo inevitable.

Observó su teléfono una última vez, cerciorándose de la hora y se dio por vencido. Tenía que verificar que Hoseok no le tenía asco o algo por el estilo, tal vez incluso pensaba que trató de aprovecharse de él, ¡eso era aún peor! Se colgó la mochila en el hombro derecho y caminó hasta la entrada, empujando las puertas y deteniéndose al escuchar un trueno que trajo consigo una prominente lluvia. Maldijo por lo bajo y sacó su ridículo impermeable.

Sus botas golpeaban los charcos a paso apresurado mientras caminaba calle abajo en busca de una tienda en específico. Casi se resbala varias veces e incluso fue salpicado por un colectivo, pero nada fue peor que ver la tienda con un letrero de cerrado. El pelirrosa pateó una piedra que se encontró y casi la lanza a la puerta de cristal pero siguió caminando por la avenida. Entró a una de esas tiendas de ropa y observó lo que se encontraba ahí. Nada le gustaba o era demasiado caro.

Una señorita incluso le ofreció su ayuda, pero éste se negó. Cuando estaba a punto de retirarse observó un par de camisetas sencillas –lo cual era algo ridículo, se encontraban en febrero y el frío era un enorme problema aún-.

Era una idea estúpida con todas sus letras. Sonrío al pensarlo y las tomó. Ambas eras playeras negras; una decía "SOUL" y tenía el contorno de un sol mal hecho; por otro lado, la segunda playera tenía escrito "MATES" y una luna creciente.

Intentando reprimir una sonrisa, pues se sentía el ser humano más hilarante del mundo; tomó una bolsa de regalos y se acercó a la caja a pagar. Salió del local y guardó una de las camisetas en la bolsa y otra en su mochila. La lluvia se había calmado, aunque el frío persistía. Mandó un mensaje a su madre, avisándole que no llegaría a comer y apresuró el pasó.

Algunas calles después, encontró la bonita casa blanca con tonalidades marrones y un hermoso jardín floreado. Trotó escalones arriba y tocó la puerta de madera.

Un niño de pequeña estatura abrió. Su cabello era marrón oscuro; dentadura perfecta –ni un diente menos- y prominente nariz.

"¿Yoongi?" preguntó inseguro.

"No deberías abrirle la puerta a extraños, Seokmin" comentó juguetón. Era increíble pensar que a alguien como a Yoongi le agradasen los niños, era tan... anormal. "Un gusto" hizo una venia y el niño lo imitó. Hoseok ya le había contado sobre su hermano menor, y aunque el pelirrosa ya había visitado su casa, nunca lo había visto en persona.

Friends [Yoonseok]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora