Sobre sellado con lágrimas

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Las clases habían culminado y de un segundo a otro los pasillos estaban a reventar, todos especialmente Mía querían salir rápido de allí.

En su búsqueda por Alec, se había encontraba con sus más íntimos amigos, los cuales le dijeron que el joven se había marchado antes a todo prisa. Después de tales afirmaciones, Mía se dio a la fuga intentando llegar lo más pronto posible a la puerta de salida.

El tiempo corría rápido, el cuerpo de la chica estaba energizado debido a la adrenalina, tenía que hallar al muchacho o si no probablemente no encontraría otra oportunidad para decirle cómo se sentía.

Alec estaba decidido a estudiar medicina y para ello necesitaba mudarse a Dallas, en donde estaba la universidad. Él pasaría por el metro que Mía conocía, pero solo para poder llegar a el aeropuerto y tomar un vuelo a su destino, solo así podría realizar el examen de admisión.

Los segundos seguían esfumándose frente a los ojos de la chica y aún no podía abandonar el edificio.

Pasando persona tras persona, la luz de afuera se podía ver más y más, la salida estaba cerca. La chica se disponía a correr en dirección a la salida hasta quedarse sin aliento cuando su cuerpo se vio detenido por una mano que la tomaba del hombro.

Girando la cabeza y quedando algo sorprendida Mía estaba siendo retenida por el agarre de la maestra Ginna.

Necesito que vengas conmigo.—Soltó la mujer con unos ojos que solo reflejaban calma. La joven a la que iban dirigidas estas palabras aún seguía dudosa de perder tiempo, no obstante cuando pudo apreciar en su totalidad la mirada dulce de la profesora, accedió a ir, esperando que dicha cosa no fuera a tardar mucho.

Ya una vez fuera de él tumulto de estudiantes, Ginna tomó la mano de Mía mientras sacaba algo de su bolso guinda.

—Para ti.—Dijo entregando un sobre con una inscripción en la parte superior.—Ella me la entregó antes de que ocurriera toda la tragedia, y me pidió muy fervientemente que te lo entregara cuando hubieras crecido.—Termino posando el papel en las manos de la muchacha.

—¿Sam? ¿Crecido?—Pregunto ella desconcertada por lo que acababa de escuchar.

—Ella quería que te diera esta carta cuando estuvieses a punto de dejar ir todo lo sucedido. Mereces saber la verdad, así ya no lloraras por lo que pudiste hacer o no, tal vez si la misma Sam te cuenta su punto de vista, podrás estar en paz. Y ella también.—Las palabras de la maestra de Literatura quedarían grabadas en la memoria de Mía, para siempre.

Después de haber escuchado la última petición de su mejor amiga, Sam, la joven miro el sobre.

Sus ojos leían las palabras grabadas en el papel. "Porque lo hice", decía en letra cursiva y soltando algunas lágrimas, algunas de nostalgia, otras de alegría por haber recibido algo de su querida Sam, Mía abrió aquella carta sabiendo que esta vez por más que llorara no olvidaría las palabras que su amada mejor amiga le escribía por última vez.

Alec...¿Me odias?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora