Porque lo hice

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La chica de cabellos rubios salía rápidamente de la casa más arreglada del vecindario con dirección a su instituto.

Ella sabía que Ginna, su maestra de Literatura se quedaba allí hasta tarde y quería verla por última vez, después de caminar por varias calles logró dar con el edificio, se veía vacío, pero ella estaba segura de que su profesora seguía allí.

Entrando al edificio comenzó a buscar por los pasillos, si el lugar estaba abierto significaba que aún había alguien allí, así que con esperanzas de encontrar a Ginna la joven siguió vagando por los pasillos hasta dar con un salón encendido.

¡Profesora!—Gritó frenéticamente.

—¿Qué sucede?—Pregunto algo asustada.—¿Quien está allí?—Volvió a preguntar con los pelos de punta.

Quería darle esto.—Soltó la chica que acababa de entrar al aula sosteniendo una nota en sus manos, esta estaba al revés por lo que no se podía ver lo que llevaba grabado.—Ahhh...¿Para mí?—Preguntó Ginna ya habiendo reconocido a su estudiante.—Me temo que no, me gustaría que se la diera a Alec y a Mía cuando estuviesen preparados.—Termino seria.

—¿Preparados? No lo entiendo.—Respondió la experta en Literatura con una leve sonrisa.—Solo le pido que la guarde, prometo que lo entenderá.—Dijo la muchacha algo agitada.

—Bien, sé que debe ser alguna de tus sorpresas, así que está bien.—Sonrío la mujer de mediana edad sabiendo que a la chica que le había entregado la carta era una experta en hacer sorpresas en especial con notas.

—Gracias, nos vemos.—Se despidió ella meneando la mano en el aire.—

—Bien mi estrella de las notas, ¿Estarás bien?

—Sí.—Respondió finalmente para salir de el lugar.

El viento soplaba suavemente aquella tarde acariciando las mejillas de la joven que caminaba por las calles.

El día está tan hermoso, y yo voy a hacer una estupidez.—Susurró ella dejando que sus labios fuesen abrazados por la brisa.—Es obvio que el mundo no nota mi existencia, aunque yo muriese, las flores seguirían creciendo, las cortinas de mi habitación seguirían bailando junto a la brisa de la primavera, nada se detendría...—Murmuró de nuevo caminando con un objetivo.

—Si alguien me mirara ahora...—Dijo la chica llorando.—Si alguien me mirara ahora sentiría  lastima, o ni siquiera eso, como tú, me miras directamente a la cara pero no puedes sentir todo esto.—Hizo una pausa para secar las las lagunas que se habían formado en sus párpados.—Tú no puedes sentirlo de verdad, porque no me conoces, nunca has visto desde mis ojos, ni sonreído desde mis labios, tú...—Pauso de nuevo por unos segundos.—Tú solo eres un espectador.—Soltó la joven mirando su reflejo en el vidrio de un auto con las mejillas empapadas y unas ganas de vivir destrozadas.

[...]

"Porque lo hice"

Alec, Mía, escribo esto en el escritorio de mi cuarto, de ese en el que un día los tres escribimos nuestros nombres con la ilusión de estar juntos por siempre.

Amigos, no quiero que sean espectadores de esta historia, no quiero que se partan la cabeza especulando que pasó.

Desde que era pequeña veía a mamá quien era envenenada por la depresión, y nunca creí que eso pudiera llegar a afectarme a mi. Pero lo hizo, amigos míos, nunca les hable de ello, pero me levantaba todos los días sintiéndome castigada.

Castigada por el egoísmo, esas veces en las que no podía evitar sentirme triste intentaba acercarme a ti Alec, para saber si el amor podía curarme de esto. Me sentía tan culpable, sabía que ustedes se querían pero buscaba cualquier cosa para sentir algo que termine destruyendo nuestra relación.

Mía, Alec, ese momento en el que me gritaron lo mucho que estaban enojados conmigo supe que los había perdido y que no me quedaba nada.

Quería dejarlos libres, quiero que sean libres, juntos

Y yo también quiero ser libre, cada vez que llego a casa no puedo evitar sentirme aún más desalentada, al estar con mamá, alguien que tampoco quiero vivir.

Tal vez no lo entiendan, pero este sentimiento es tan grande, que me está sobrepasando.

Mía, decido quitarme la vida en ese parque tan preciado para nosotras porque quiero que no te olvides de mí, sé que es egoísta y que te dolerá y mucho, pero no quiero que me olvides, no soy la chica que buena que solo fue herida por los demás, aún en mis últimos momentos soy algo egocéntrica.

Perdonen chicos, nadie es el verdadero culpable, no quiero que carguen con eso toda sus vidas.

No les mentiré, quiero que me recuerden, pero no como algo un ancla de dolor que no les permita seguir adelante, sino como alguien que cometió errores, pero  que les ama. 

Los quiere, Sam.

Mía acabó de leer el papel que estaba en sus manos, sabiendo que gracias a eso, a esas letras podía quedarse en paz.

Alec...¿Me odias?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora