Capítulo II

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CORREGIDO

Habían pasado dos meses desde que Regina se encontraba en el Brookwood ejerciendo su labor. Se había logrado adaptar al ambiente completamente pues Isabelle y Katrina siempre estaban ahí para ayudarla en lo que fuese necesario. David y Mary Margaret por otro lado ayudaron a que reconociera cada pasillo del hospital para que así jamás perderse cuando sus turnos tocaban demasiado temprano.

Había cosas buenas, intentaba llevarse o hablarle educadamente a Zelena, la morena era insistente por lo tanto sabía que algún día terminarían siendo buenas compañeras, pero claramente no todo era miel sobre hojuelas, a pesar de que Emma le decía innumerables veces que jamás cambiaría ese hombre tan egocéntrico Regina no podía ignorarlo y Frederick seguía atormentándola una y otra y otra vez hasta explotar la burbuja de paz interior en ella cuando le había quitado un caso demasiado importante para sus registros.

La molestia fue tanta que ella hablo con Robert Gold, pero claro era su protegido y no podían hacer nada. Estaba frustrada odiaba al doctor Benson profundamente, pero amaba su trabajo con locura extra asi que por esa criatura insolente jamás renunciaría.

— ¡Desearía tener magia para desaparecerlo de una maldita vez! —gritó Regina a Tink sintiendo casi como aplastaba su vaso de unisel por la presión provocada gracias a su enojo.

—No digas eso, es lindo. —pidió la rubia mientras se sentaba frente a ella con una botella de agua, sabía que Fred había vuelto a burlarse de su compañera con unos estudios que le habían pedido a la morena pero él los había entregado antes haciéndola quedar mal.

—No, es insoportable, me reta y me hace pensar que mi trabajo vale un caño. —dijo molesta poniéndose de pie para tirar el café frio ya que gracias al enojo no había terminado su supuesto desayuno.

—Quizá le gustas. —Tink desanimada tomo un sorbo de su botella, ella estaba enamorada perdidamente de Frederick a pesar de los fallidos intentos por parte de Belle y Mary al decirle que jamás le haría caso. Katrina pensaba que a veces tenían razón pero incluso Emma le decía que si algún día Benson le confesara amor eterno saldría mal a fin de cuentas, él es un hombre al que le gusta poseer sin dar amor.

—Oh no, no amor mío. —levanto la morena su dedo evitando que continuara hablando aunque evidentemente se había detenido. —Y aunque fuera así él a mí no, además esa cosa de metro ochenta es tuya. —agrego como final haciéndola reír tanto como a ella.

—Apenas y sabe que existo. —Katrina le recordó haciendo un puchero, es ridículo enamorarse de alguien que jamás corresponderá y ella lo sabía.

—Hagamos una cosa, le hablaré de ti y... Tú te acercas para invitarlo a salir. —sugirió Regina sonriendo, si ella tenía que actuar de casamentera, lo haría después de todo a la morena no le interesaba el amor para compartir en este momento.

—Acepto. —mágicamente la rubia ahora tenían un humor diferente, confiaba en Regina lo suficiente como para saber que su felicidad podría ser posible.

Ambas traumatólogas terminaron de platicar y la morena se decidió por un pequeño coctel de frutas para completar su desayuno ya que sabía lo pesado de las actividades en el hospital. Justo después de eso se fueron a poner su uniforme esperando cualquier ingreso. Katrina estaba con su celular mientras Regina se ponía una pinza en su cabello hasta que vieron entrar a Emma con teléfono en mano.

— ¡NO ME IMPORTA NEAL, TIENES QUE HACERTE CARGO, YO TRABAJO Y TU ERES UN HOLGAZÁN!—gritó aquella rubia abriendo su casillero y metiendo su mochila azotándolo para cerrarlo nuevamente por el enojo mientras colgaba su celular.

Dependo de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora