Capítulo XIII

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Cada Sábado era un día perfecto para Regina, realmente perfecto.

¿La razón? Era simple, los domingos tenía un descanso de Brokwood así que técnicamente los Sábados se habían convertido en su día favorito cuando se entero que su descanso estaba siendo conformado junto a algunas asistentes más del equipo de trabajo y aunque sólo eran ella  otras dos realmente añoraba los domingos con todo su ser.

Sus domingos eran felicidad completa; podía tener tiempo para visitar la tumba de su padre, llevarle flores frescas de estación y también limpiar su hogar e incluso disfrutar del pequeño mercado orgánico que sólo estaba disponible en su día de descanso a unas cuantas cuadras de ahí mismo.

La morena también debía recordar que esta semana y las próximas cuatro serían de pura dicha disfrutandl su departamento para ella sola sin su madre molestando incluso por la forma en la respiraba.

Zelena la había llamado demente, Mary Margaret le había dicho que no se podría alejar tan fácil de ese ser y por último Emma junto a Tink le dijeron que había sido la mejor idea que tuvo desde que esa mujer le dio la vida.

Regina Mills había pagado un crucero a Puerto Rico para su madre, así que sí, la morena que ahora mismo estaba comiendo una galleta mientras esperaba la dichosa reunión por la que Robert Gold los había mandando traer, era feliz, pues como había sido de esperar no fue nada difícil decirle a la mujer mayor que tendría un privilegio como aquellos, Regina, siempre supo que podía pagarlo gracias a todo el dinero ahorrado en el banco y siempre creyó que se merecería todos y cada uno de los lujos, después de todo por eso había estudiado, tenía un trabajo estable y la costumbre de ahorrar cada centavo ya que sin duda alejar a Cora Mills de su vida por un mes definitivamente era uno de los que se alegraba de estar disfrutando.

—¿Cuántas galletas llevas hasta ahora? —Zelena preguntó quitando un trozo a la de Regina cuando estaban sentadas juntas esperando los nuevos anuncios.

Aunque la pelirroja ya sabía de la visita de Robin de Locksley y se rumoraba que realmente había salido bien pero no quería contarle nada a la morena a su lado, aunque siempre hay imprudencia en el mundo de todos modos.

—¡Hola! Wow, lamento llegar tarde pero estaba revisando el chequeo y el señor Robin aún no se encuentra ahí. —Katrina llego abriendo boca incluso antes de que Zelena hiciera señas en un intento estúpido por no hacer que Regina se diera cuenta pero fue en vano.

—Número uno, buenos días, Tink. Número dos, deja mis galletas por tu bien, brujita; tengo dos cajas libres en casa ahora que estoy descansando de mi madre. Número tres, ¿Robin? ¿Que Robin? Y no. No se atrevan a mentirme porque lo sabré.
—amenazó ella aún sabiendo que esa habilidad no la tenía pero realmente necesitaba saber si hablaba de su Robin, ¿Volvió por alguna recaída o simplemente quiere dar las gracias? Regina no sabía que pensar, todo lo que queria era olvidarlo y quizá darle una oportunidad a Graham pero bien sabía que no se puede entregar tu corazón a un hombre cuando otro lo tiene y ese otro es alguien a quien jamás pensabas volver a ver.

La rubia de ojos verdes miro a Zelena pero realmente ya no tenían excusa, Regina se tendría que enterar tarde o temprano, ¿No?

—Robin de Locksley... —Tink respondió sin darle importancia cuando ella no sabía nada acerca del enamoramiento que la morena a su lado tenía por este hombre.

—Regina...

—... No, olvidalo, Zelena, no quiero hablar de esto. —ella impidió que la pelirroja le diera alguna explicación cuando bien sabía lo importante que era este paciente, estaba enamorada de alguien que probablemente no quería tener nada que ver en su vida y ahora lo tendrían aquí.
—¿A que viene? Deben saber, hablen.

Dependo de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora