Capitulo 2

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-No te vayas a olvidar tus pertenecías princesita- le dijo el guardia de la penitenciaria donde lo habían enviado desde hacía ya dos años.

  ¿Feliz de salir de allí? Para nada, pero aun así, agradecía que nada muy grave le hubiera sucedido durante su “estancia” allí.

  No había acabado con un machete en el estómago como había terminado su compañero de celda, no había sido reprendido en el comedor por pelearse con algunos, en fin, había salido casi ileso de allí, a excepción de que lo habían usado como trapo de piso y tambien habían violado de él más de una vez, por ser el más joven allí.

  Él no se defendió en ningún momento, no porque no pudiera hacerlo, porque, tranquilamente hubiera terminado con todos aquellos matones que no merecían seguir respirando por un segundo más, sino, que no lo hizo, porque quería salir de allí. Ser libre y seguir con su vida.

  La venganza nunca pasó por su mente. No podía culpar del todo a Nathael por todo lo que había sucedido, pero aun así, le dolía el haber estado presente cuando su mejor amigo, su hermano, lo había acusado por algo que él no había cometido, solo… solo para salvarse a sí mismo.

  Tomó sus pertenencias una vez fuera, y se sintió completamente libre cuando piso el suelo que no estaba cercado por la maldita cárcel en la que había pasado esos dos años.

  Un joven de unos veinte y pocos años, se acercó a él con una leve sonrisa en los labios. De cabellos rojizos en el sol, y con unos lentes de sol que le ocultaban sus ojos azulados, de tez tostada, y ropa de última moda.

-Creí que nunca saldrías de allí amigo- comentó ensanchando su sonrisa y Joshua sonrió levemente antes de recibirlo en sus brazos, en forma de saludo.

-Yo tambien pensé lo mismo- le contestó cuando se separó- ¿y por qué viniste tú?- le preguntó porque en parte le sorprendía que él hubiese ido a buscarlo.

-Los otros están metidos en una “misión” por decirlo de alguna forma- le contestó encogiéndose de hombros- Esta algo jodido el ambiente con los cambios que hizo el jefe, pero, nos las estamos arreglando lo mejor que podemos. Ven- dijo y pasó uno de sus brazos por los hombros de Joshua y comenzaron a caminar hacia un coche- ¿Qué te parece?- era un Audi casi último modelo de un color azulado algo brillante.

-Ostentoso- le contestó Joshua y se volteó a ver la reacción de su amigo, porque sabía que no le caería bien.

-¡Oye!- se quejó y le pegó en el hombro- Eres malo- le hizo un puchero y no pudo evitar reírse por ello.

  Por lo menos alguien seguía siendo igual a lo que recordaba.

-¿Y… Nathael?- le preguntó volviendo su vista hacia el coche.

-Yo no entiendo cómo te puede seguir importando aquel capullo con lo que te hizo- comentó su amigo y colocó una de sus manos en su hombro derecho- Pero he buscado la info que me pediste y te digo que se mandó la suya a principio de su año escolar.

-¿Qué hizo?- le preguntó sorprendido.

-Atropelló a una persona.

-¿QUÉ?- exclamó sin poder creerse aquello.

-Tranquilo. Mejor te sigo contando mientras vamos en el coche hasta casa ¿sí?- le dijo pasando por detrás e ingresando al coche en la parte del piloto.

  Joshua lo imitó sentándose en la parte del copiloto y dejó que su amigo condujera.

-No sabía que tenías licencia- comentó mientras miraba hacia afuera.

  El invierno se estaba despidiendo y la primavera está por llegar, pero aun así, hacía algo de frío para no abrigarse.

  Joshua miraba a las personas que caminaban para un lado y para el otro. Por suerte, las cosas no habían cambiado tanto.

-Me lo saqué hace ya un año. No podía ir a algunos lugares por no tener coche, entonces el jefe me dio el dinero y yo me saqué el carnet.

-¿Es legal?- le preguntó volviendo su vista dentro, encontrándose con los lentes de su amigo en su rostro vuelto hacia él.

-Es lo único legal que tengo- le contestó y una sonrisa se le asomó por la comisura de sus labios. No había cambiado.

  Joshua se dejó, por primera vez en mucho tiempo, dejar embargar por los recuerdos, por las memorias que había enterrado en lo más profundo de su ser para no querer acabar con su vida mientras se encontraba allí.

  ¿En verdad se merecía haber pasado por todo aquello? Sí. Él sabía que no era ningún santo, ni nunca lo sería, sabía que sus manos ya estaban manchadas y dejar a Nathael para que fuera a un reformatorio no era que le agradara tanto. Pero aun así, ¿por qué le había dolido tanto verlo parado frente a toda la gente, el jurado y la jueza, diciendo todas las mentiras que había dicho? ¿Por qué nunca le había dicho que no diría la verdad y le había mentido? ¿Por qué, a último momento, había cambiado de opinión?

 ¿Habría sido por su padre? ¿Él lo había convencido de que dijera todo aquello? ¿Lo hizo pasar por la victima?

-¡Oye! Si sigues pensando tanto se te saldrán las ideas para afuera- comentó su amigo cuando se detuvo en uno de los semáforos.

  Joshua hizo una leve mueca, pero no miró a su compañero y solo se limitó a ver hacia adelante.

  ¿Por qué había tenido la mínima esperanza de que Nath iría a verlo algún día? ¿Por qué había tenido la esperanza de que iría a verlo al salir?

  De pronto su vista se dirigió a un lugar que él conocía de memoria y tambien a alguien en particular.

-Para el coche.

-¿Qué?- le preguntó su amigo sin entender.

-¡Que pares el coche!- le gritó y este sin decir nada lo hizo.

  Joshua se bajó y se encaminó hacia allí.

  Era él. Era Nathael.

  Na leve sonrisa se formó en la comisura de sus labios al ver que sus ojos se encontraron, pero aquella sonrisa no era por alegría.

  ¿Se vengaría? ¡Oh, sí! Lo haría.

Lo que solíamos ser [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora