Capitulo 6.

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"Primera vez"

Buscó las llaves en su bolso mientras se disponía a abrir la puerta y escuchó un ruido que la hizo brincar del susto.

—“Hola.”— Dijo Ronald con voz enfadada —“¿Y bien?”

—“Hola Ronald…”— le sonrió —“¿y bien qué?”— frunció el ceño un poco, ella no sabía que hacia el allí y mucho menos de lo que estaba hablando. Tenía la mirada algo perdida y además un olor extraño.

— “¿Por qué llegas hasta ahora?”— El enfado era notorio en su voz —“Llevo aquí tres horas, ¿Dónde demonios estabas?” — Hizo una pausa dramática —“¡YA SE!”— Gritó —“Estabas con ese idiota de la biblioteca ¿verdad? No me mientas cariño.”— ella no respondió, había tenido un lindo día hasta que llego Ron a arruinarlo.  —“¡¿Y BIEN?! ¡¿VAS A RESPONDERME O VAS A QUEDARTE AHÍ COMO IDIOTA?!”— volvió a gritar y comenzó a llamar la atención de algunas personas alrededor.

—“Ronald entremos.”

—“Bien.”— Entró a la casa de mala gana —“¿Ya vas a decirme donde carajo estabas Natalie?... ¿Ah? El rubio idiota te comió la lengua o ¿Qué? ¡HABLA JODER! Explícame donde mierda estabas.”

–“Primero que nada Ronald, no tengo nada que explicarte. Y aún si quisiera no podría porque no te callas.”— frunció el ceño.

— “¿Explicarme qué? ¿QUÉ ESTABAS CONGIENDOTE AL RUBIO? Eso estabas haciendo ¿verdad? Por eso traes su chaqueta ¿no es así? Eres una zorra, eso eres.”

—“Bien ¿sabes qué?, al diablo contigo, hablamos cuando te calmes.”— Se dirigió a las escaleras —“Cierra la puerta cuando salgas Ronald”

—“No me dejes hablando solo ¡joder!”

Y así fue como todo comenzó:

Todo sucedió en cámara lenta.

La tomo de la muñeca bruscamente.

—“¿Qué demonios haces?... suéltame.”— forcejeo, pero de nada sirvió… él era -evidentemente- más fuerte que ella.

La atrajo hacia él.

—“Basta Ron, suéltame.”— suplicó,  la muñeca se le estaba poniendo roja.

Levantó la mano.

—“Para que aprendas a que eres de un solo hombre.”

Y estampo su mano contra la mejilla izquierda de Natalie

—“Y ese hombre soy yo.”— habló con furia. Ella comenzó a llorar y los sollozos se escuchaban en toda la casa. La casa estaba como siempre… vacía.  —“Joder, cállate si no quieres otro.”

—“Lo-lo siento Ron.”— se disculpo ella entre sollozos.

—“Eso está mejor.”

—“Suéltame por favor.”— susurró hipando.

—“Hasta que me digas que eres mía… solo mía.”

—“Yo… no…”–Había comenzado con furia. Otro golpe en la misma mejilla y ella volvió a chillar… su mejilla y su muñeca ardieron, su muñeca comenzó a volverse morada. Como ella no habló el volvió a golpearla en la mejilla.

—“¡DILO!”— gritó tan fuerte que retumbo en las paredes.

—“Yo soy tuya Ronald… solo tuya.”— Susurró entre sollozos. Ronald se acerco a ella y le agarro la barbilla, la apretó y le susurro.

—“Así es cariño… eres mía… solo mía.”— Y la besó, pero no había sido como las otras veces… no había sido lleno de amor, ni si quiera de ternura, o lastima o algún sentimiento… pongámoslo así, bonito. Había furia de parte de él y asco de parte de ella, porque estaba besando (siendo forzada a besar) al hombre más asqueroso que conocía en este momento. Quería separarse, alejarse de él para siempre, no volver a verlo nunca y gritarle el asco que le causaba, pero el miedo se apodero de ella, tuvo miedo de que él se descontrolara de nuevo, de que levantara la mano y la estrellase contra sus mejillas otra vez… Y otra vez, y otra vez. Tenía miedo de que nunca detuviera sus manos. O peor. Así que le siguió el beso más asqueroso del mundo al hombre más asqueroso del mundo. —“Así aprenderás cariño… no lo vuelvas a hacer, ¿está bien?”— Ella asintió con miedo —“Yo no quería pegarte cariño, tú me obligaste a hacerlo,” — le acaricio la mejilla —“si no te hubieses pasado la tarde con ese idiota rubio, yo no lo hubiese hecho, esto solo fue para mostrarte de quien eres y a quien debes obedecer.”—  le acaricio la mejilla una vez más, ella hizo una mueca de dolor y soltó un pequeño gemido. —“Esto es tu culpa.”— susurro cerca de su oído y la volvió a besar. —“Solo no vuelvas a desobedecerme y todo estará bien.”— acaricio su mejilla nuevamente, volvió a gemir, esta vez más fuerte. –“Cállate cariño… los gemidos de dolor no son nada sensuales”

El chico de la bibliotecaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora