Capitulo 25.

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"Una historia que debió contarse antes"

22 de noviembre 2013. 7:37 pm. (Sexto día]

Ronald entro por primera vez ese día. La miro, tomó del cajón del buro algunas cosas y volvió a mirarla.

—“Voy a salir un momento. Nell va a cuidarte” — ella asintió temerosa en su esquina.

¿Quisieras saber que sucedió los dos días anteriores?  Realmente no creo que quieras saberlo pero de cualquier manera te lo diré.

Ambos días fueron una rutina casi exactamente como el tercer día.

El cuarto día pasó así:

Se despertó por fin en una cama, en realidad en la cama en la que había despertado la primera vez, Ronald estaba sentado en una silla junto a ella. Le sonrió tímidamente y después se acercó. Cuando estuvo a punto de tocarle la mejilla pidiéndole perdón ella perdió el control y comenzó a gritar, se levanto con demasiada rapidez de la cama.

—“No me toques” — le había suplicado.

—“Natalie” — había intentado acercarse a ella.

—“No” — susurró —“por favor no.”

Él había dejado la habitación después de eso.

Unas horas después Marcus había llegado con un plato de comida y una botella de agua que ya había sido abierta. Ella sabía lo que eso significaba y aún así no le importó, tenía tanta sed ese día que se la bebió casi de inmediato. Después arrasó con todo lo que estaba en el plato. Y volvió a sonreír. Como estúpida.

Las paredes se movían y de pronto figuras de colores nublaron su visión se recostó en la cama con la vista fija en el techo. Las figuras parecían acercarse y alejarse, los triángulos de colores se movían, llegaban y se iban. Era como si sus ojos fuesen un caleidoscopio, las formas, los colores, en realidad parecían ser muy graciosas, como si pudieran hablar y le estuviesen contando el mejor chiste del mundo. Parecían moverse en una danza única y ridícula solo para divertirla, solo a ella. Aplaudió como si el espectáculo hubiese terminado y comenzó a reírse de nuevo cuando volvió a comenzar. Izquierda, derecha, al centro, hacia afuera. Repetía ella con voz cantarina.

—“Creo que los elefantes no tienen alas porque tendrían que tener unas enormes alas. Es decir unas verdaderamente enormes alas. Quiero decir ¿No pesan como una o dos toneladas? Creo que incluso con unas enormes alas serian muy difícil volar. Sus pobres alas se doblarían. Entonces, ¿Cómo es que una telaraña aguanta más de tres elefantes?” — En realidad no esperaba una respuesta —“Quizá es la telaraña de spiderman.” — sonrió.

Después de dos horas, por fin estaba en sus cabales. Y las oraciones que decía por fin tenían sentido. Marcus entró unos minutos después. Sacó una baraja de su bolsillo y con lentitud se acercó a ella.

—“¿Sabe jugar?”

—“No en realidad” — susurró.

—“Podemos arreglar eso” — le dio una brillante sonrisa.

El quinto día fue exactamente como el anterior, la comida, la bebida. Las imágenes, la risa y Marcus entrando con una baraja en la mano. Esta vez, cuando el quinto juego por fin termino, (Marcus 4, Natalie 1) Marcus se quedó un momento. Ella no pudo evitar que las siguientes palabras salieran de su boca.

—“¿Cómo conociste a Ron?” — susurró muy bajito.

—“Cuando mi padre y mi madre murieron, lo primero que hice fui ir a un bar, es decir, solo tenía diecisiete años entonces, no sabía que más hacer. Estaba tan borracho que cuando por fin quería irme me caí de culo al suelo. Ahí fue cuando él llegó, supongo que es un don suyo. Porque creo que cuando me vio supo lo jodido que estaba. Se acerco a mí, me tendió la mano y me sonrió. Volví a sentarme en la barra y él se sentó a mi lado. Le pidió dos vodka al cantinero y cuando los vasos estuvieron frente a nosotros, el sacó un pequeño sobre de su bolsillo, recuerdo que intento hacerlo disimuladamente para los demás, pero estaba claro que quería que yo lo observara. Cuando vacio todo el contenido del sobre en el vaso frente a mi me sonrió y me dijo: “Es tuyo si deseas beberlo” se bebió su vodka y se fue. No estoy seguro de que estaba pensando en ese momento, ni siquiera estoy seguro de si estaba o no pensando. Pero me bebí todo el contenido del vaso. No deje ni un poco. Estaba tan feliz que fui directamente a la pista de baile y baile cada una de las canciones esa noche. La noche siguiente regrese solo para buscarlo y que me diera más de esa cosa. Así lo hizo. Durante una semana todo fue bien. Pero cuando regrese después de esa semana, comenzó a pedirme dinero. “Nada en la vida es gratis muchacho.” Y ese maldito polvo o lo que sea que fuese me hacía muy feliz. Después de un mes, no podía vivir sin mi dosis diaria. Así que comencé a meterme algunas cosas más. Cuando el dinero me hizo falta, comencé a pedírselo a él. Nunca me prestaba el dinero, solo me daba la bolsita y me decía: “Encontrare el momento justo para cobrarte cada una de estas bolsitas” sonreía y se iba. Pero no importaba. Podía vivir así. Fue solo hasta un año después que él se cansó de dármelo todo, un par de sus hombres me encontraron cuando iba saliendo del bar una noche. Fui golpeado solo un poco, pero lo suficiente como para perder le conciencia. Cuando desperté ahí estaba él. Lo único que dijo fue: “Es hora del pago”. Así fue como termine en ese lugar. ¿Sabes que es lo más irónico de todo esto?

El chico de la bibliotecaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora