¿Cómo nos conocimos?

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Tirado en el sofá desbloqueo el teléfono móvil. Es una noche de mucho calor por lo que a pesar de estar solo en ropa interior, siento mi cuerpo pegajoso a causa del sudor. Abro la aplicación de citas que he descargado y comienzo mi búsqueda de una persona quien me folle.

A diferencia de otras aplicaciones, esta se centra en personas con diferentes fetiches sexuales, por lo que con mis filtros: hombre, activo y sádico, deslizo el dedo hacía la izquierda pasando diferentes fotos de chicos que aparecen ante mis ojos. De los que me llaman la atención leo sus perfiles, sin embrago, todos son demasiado simple.

Bostezo aburrido de no encontrar lo que busco, sin embargo, ni yo mismo sé que es en realidad lo que quiero. Solo deseo que al ver alguna de las fotos, algo dentro de mí me diga que esa es la persona.

Cierro la aplicación y apago el móvil. Con desgana me incorporo y camino con lentitud hacia la ducha, necesito un baño y un poco de autosatisfacción antes de irme a dormir.

Abro la regadera y dejo que el agua recorra mi cuerpo, provocando que mi vello se erice por su frío tacto. Deslizo mi mano derecha hasta mi entrepierna y masajeo despacio mi pene, notando ligeras corrientes eléctricas que ascienden desde mi bajo vientre hasta mi pecho. Apoyo mi espalda en una la pared de la ducha y aumento el ritmo en el que mi mano sube y baja. Poco tiempo después me corro.

Termino de ducharme con pereza, me seco y avanzo hasta mi cama sin preocuparme por ponerme algo de ropa, hace demasiado calor. Me tumbo sin destender la cama y me duermo.



Una luz azul que parpadea en mi teléfono logra despertarme, estiro la mano y reviso el aparato en busca del porqué de la luz de notificación.

Son las tres de la mañana, aun así, alguien hace cinco minutos me ha mandado un corazón interesado en mi perfil. Al parecer la descripción de masoquista dispuesto a cumplir cualquiera de tus fantasías ha llamado la atención de alguien, a pesar de mi poco agraciado aspecto físico.

Presiono la notificación a la espera de contemplar quién se esconde tras el seudónimo de Suga, al cual le he llamado la atención. Ante mí aparece un rostro ovalado de un chico con piel blanca como la leche, ojos rasgados con apariencia gatuna y cabello rubio producto de varias decoloraciones.

A primera vista no me da la impresión de que sea lo que estoy buscando, parece demasiado delicado como para poder someterme, sin embargo, entro a su perfil para leer su descripción, a veces no todo es lo que parece.

¿Me dejarías matarte para cumplir mis fantasías?

Un escalofrió recorre mi espina dorsal. La pregunta flota en mi mente como algo tentador, un dulce para un niño.

Le envió un corazón y abro la cajita de los mensajes.

"Solo si me revives." Escribo respondiendo a la pregunta con ganas de jugar un poco con Suga.

Su pregunta ha despertado algo en mi interior que va más allá de simple curiosidad por sus palabras. Quiero probar cuál es mi límite y ahora me doy cuenta. ¿Hasta dónde soy capaz de llegar?

Espero expectante como su estado cambia a "en línea" y mi mensaje revela un ojito indicando que ha sido visto. Cuando los puntos suspensivos aparecen en la pantalla indicando que está escribiendo, mi corazón se acelera.

"Tú no importas lo más mínimo, solo necesito tu cadáver, ¿para qué voy a revivirte?" leo la contestación y me pongo duro. Me acaba de despreciar y eso me excita.

Creo que no me he equivocado al mandarle el primer mensaje. Sonrió y tecleo con rapidez la contestación.

"Para que puedas disfrutar volviéndome a matar."

No hay contestación y temo que se haya cansado de las tonterías que escribo. Bloqueo el móvil y lo dejo boca abajo en la mesita de noche para que no me vuelva a despertar. La decepción ha provocado que mi erección disminuya hasta el punto de que mi pene se encuentra flácido entre mis piernas.

Suspiro y me dejo dormir.



Cualquiera diría que me estaba volviendo loco, intentar quedar con un desconocido que proclama querer matarte no es alguien digno de confianza. Sin embargo, algo dentro de mí me repetía que Suga solo estaba bromeando, que en realidad no me mataría, solo me haría mucho daño.

Los siguientes tres días me dedico a intercambiar algunos mensajes con él para acordar el sitio donde vernos por primera vez. Ya que a pesar de que no siguió mi juego de resucitarme, si siguió interesado en encontrarse conmigo.

Sus mensajes consistían en una o dos palabras, sí o no, para responder a mis preguntas. La primera, ¿nos vemos en tu casa? Fue contestada con un no y así muchas que le sucedieron hasta que el sí apareció.

El lugar designado resultó ser una pequeña cabaña abandona a las afueras de Daegu, no muy lejos de mi apartamento, cabaña que había visitado numerosas veces cuando era un niño y que recordaba que conservaba un colchón de matrimonio donde muchas veces me había quedado dormido cuando me enfadaba con mis padres.


"¿Cómo nos conocimos?

En una aplicación de citas para fetichistas."

Solo una historia de amor [YOONSEOK]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora