El estruendo causado por los tacones de las mujeres retumbaba en los oídos de Chris mientras que el frío le hacía compañía y la oscuridad de la noche dificultaba su paso, haciéndole tropezar cada cinco segundos sin piedad alguna.
Centrum solía ser más recurrida en la noche puesto que el cine brindaba su primera función a las 7:00 p.m., siendo así el punto principal de entretenimiento hasta las 3:00 de la mañana.
El trabajo de Chris consistía en colocar el proyector de la Sala 05 a las 12:30 a.m., y a pesar de que le encantaba su trabajo, no podía negar que le resultaba un tanto molesto el haber estudiado cinco años de cinematografía y dirección cinematográfica para terminar presionando un botón y que lo demás lo hiciera el proyector.
Mientras la rubia caminaba a paso lento y de manera despreocupada, los árboles estaban siendo azotados por el viento, creando un ambiente tenebroso, y ante los ojos de Chris, ocultado cada vez más los secretos de la madre naturaleza.
— ¿Desde cuándo el cine quedaba tan lejos? —le preguntó al aire con voz anodina y se movió ágilmente de un lado a otro sobre la acera sin percatarse de la pequeña piedra que le esperaba a tan sólo unos pasos de distancia, el contacto de la bolsa junto a la piedrecilla causó que se abriera una casta abertura por la cual milagrosamente no se podía reconocer el color amarillo.
Chris bufó con molestia mientras trataba de cubrir la abertura con sus manos, tras no ver ninguna mejoría se echó a reír para no llorar.
—Quisiera poder saber qué es lo que quieren. —murmuró con desdén y soltó un suspiro pesado. No pasaron dos segundos cuando en el bolsillo izquierdo de su pantalón una vibración le hizo poner los pelos de punta, extrañada introdujo la mano lentamente, encontrándose con la fría pantalla de su celular y haciendo que Chris soltare el aire que llevaba conteniendo.
Una vez que sacó el celular se detuvo y fijó la mirada en la pantalla, haciendo que cualquier rastro de tranquilidad se esfumara al ver la hora.
— ¡¿Las 12?! —exclamó sorprendida y asustada.
Como si sus pies hubieran tomado posesión de las demás funciones en su cuerpo, comenzó a correr sin saber hacia dónde específicamente, tan sólo sabía que estaba corriendo.
— ¡Hey! —gritó una chica detrás suyo mientras corría con dificultad a causa de todo su peso, Chris frenó en seco y se giró sobre sus talones con el corazón acelerado.
— ¿Por qué tan deprisa? El cine está a una cuadra de aquí. —preguntó con curiosidad la gruesa mientras acomodaba su uniforme y le miraba sonriente.
— ¿Katy? —Formuló Chris con el ceño fruncido, confirmando su duda al distinguir el asentimiento de la castaña—. Oh... hola, ¿vas a trabajar hoy? —preguntó con voz jadeante.
Katy le hizo una seña con la mano para que continuara caminando y se posicionó a su lado.
—Por algo tengo el uniforme, Aleen. —murmuró con diversión y le golpeó suavemente el hombro, entrelazó su brazo izquierdo con el de Chris y le guió en la oscuridad a la iluminada entrada del cine.
—Oh vaya... No me había fijado, tengo tantas cosas en la cabeza. —Se disculpó—, oye Katy, ¿crees que en la farmacia haya algún tipo de producto con el que pueda cambiar, no sé... el color de unos zapatos?
La chica apretó sus infladas mejillas y negó con la cabeza repetidas veces.
—Cualquier tipo de tinta, descolorante u óxido que pudiera cambiar el color tan profundo como el de un zapato está rotundamente prohibido en la ciudad, nos lo han dicho en la gala mensual, ¿se te olvidó? —explicó con profesionalidad y le miró con intensidad.
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Resaltado © [COMPLETA]
FantasyUna gran ciudad en la que reinan los zapatos rojos entre los diferentes tipos de mujeres. Una chica que decide probar algo nuevo, algo más colorido y fuera de lo común. Y una especie de magia o fuerza sobrenatural deseando cambiar el estándar de lo...