11. Reunidas por el mismo ¿color?

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En una guerra el paso más importante es el tener un buen plan; marcar los puntos débiles del oponente puede llegar a ser la base de una victoria; atacar en los puntos marcados, una muestra de la obediencia al plan.

Y aunque este grupo de diez chicas no estaban organizando exactamente una guerra, sí que necesitaban un buen plan.

— ¡Hablen ahora o callen para siempre! —gritó una Chris ansiosa por volver a su casa para ahogar sus penas.

— ¿Están celebrando una boda y no me avisaron? —preguntó ofendida Elimar mientras abría violentamente la puerta oxidada del almacén. La alta distinguió la mirada asesina por parte de las chicas y lo tomó como un "no".

—Pero si creí que estábamos en una terapia grupal. —murmuró Amanda con rostro confundido. Jordan que se encontraba a su lado le dio una mirada rápida pero decidió quedarse callada. Luego se giró hacia Chris y le miró suplicante por milésima vez.

La rubia cabellera de Chris fue atacada ferozmente por las manos inquietas de Cynthia, quien recibió un manotazo en la muñeca que le hizo soltar un leve gruñido. Chris examinó el espacio que ocupaban las chicas y rodó los ojos al notar que ninguna de ellas estaba haciendo el mínimo esfuerzo por compartir una idea.

—Genial, otro día más en el que nos reunimos y no hacemos nada más que discutir y hablar sobre nuestro maquillaje dañado. —habló Chris con la voz gastada y el ceño fruncido.

El silencio se instaló entre las mujeres y se podía escuchar el crujir de dientes junto con los suspiros pesados por parte de cada una. Nadie parecía tener la menor intención de formular una palabra hasta que Sahona, una gruesa albina, se levantó y llamó la atención de todas.

—Chicas, creo que tengo una idea. —dicho esto se instaló una sonrisa en sus pálidos y pequeños labios.

— ¡Finalmente! Ilumínanos. —dijo Mora con un ápice de emoción, pero antes de que pudiera siquiera respirar, todas las luces del almacén se encendieron, dejando ver a Amanda con una sonrisa inocente frente al interruptor.

—Lo dijo metafóricamente. —comentó Mercurio mientras miraba inexpresivamente a la castaña, quien sacudió los hombros y le sonrió—. Estoy comenzando a pensar que estos zapatos les reiniciaron el cerebro a unas, les regalaron uno a otras y a las demás simplemente se lo quitaron.

Todas estallaron en carcajadas por el comentario tan despiadado de la rubia pero al escuchar el fuerte carraspeo de Sahona guardaron silencio.

El gran ventilador que descansaba en una orilla del almacén apenas lanzaba pequeñas ráfagas de aire que servían para alivianar el calor, por lo que lentas gotas de sudor se deslizaban en la piel de las chicas.

Litore era considerada una de las partes más calientes de la ciudad gracias a su cercanía con las granjas, y sin duda le hacía honor a este título.

—Mi idea es que creemos un ejército de mujeres con la misma condición que nosotras y vayamos a por la gobernadora, ¿qué les parece? —explicó Sahona rápidamente.

—Esa idea es... —comenzó Chris pero fue interrumpida por un coro de voces.

—... estúpida.

Sahona rodó los ojos y se preguntó mentalmente qué había hecho para merecer tal castigo, ni siquiera había explicado bien su idea y ya se negaban.

— ¿Ven? Por este tipo de cosas es que no avanzamos como sociedad; no escuchan, solo hablan. —sentenció severamente.

—A ver Sahona, cuéntanos tu plan, todavía nos quedan 20 minutos en este lugar. Por cierto, que no se les olvide tomar su paquete de bolsas antes de salir. —recordó Chris forzando una sonrisa.

Resaltado © [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora