Si un rumor no era controlado de inmediato podía esparcirse a la velocidad de la luz, y, tal vez un poco más rápido si era contado por cientos de mujeres.
En Moltum casi nunca ocurría nada digno de convertirse en un rumor y a veces esto llegaba a ser un poco molesto para las chicas que vivían del chisme, sin embargo cuando cierta pelirroja se atrevió a mencionar el nombre prohibido, sí que surgieron rumores de sobra.
—No puedo creer que lo dijera, ¿acaso está demente? —chilló una baja mientras se limaba las uñas de los pies.
—Definitivamente le faltan unos tornillos. —rio su amiga y se acomodó en la cama.
—No lo sé... creo que fue algo bueno que lo dijera. —dijo una morena con la mirada perdida. Las otras chicas dejaron de reír y se giraron para mirarle.
— ¿Qué estuvo bien de que mencionara a esa persona? Solo se buscó un problema a sí misma y a las que la escucharon. —espetó una de ellas.
—Sí, ¿qué estuvo bien de eso? —cuestionó la otra y frunció el ceño.
—Vamos a ser realistas, ya sabíamos que alguien lo iba a hacer tarde o temprano. —manifestó la morena y las chicas se encogieron de hombros—. Debemos apreciar el hecho de que lo hizo para bien. ¿Acaso no saben lo que dijo después? —preguntó y las chicas se quedaron calladas.
—Ese es el problema, somos tan rápidas para juzgar que obviamos por completo el resto de la historia. —estableció y sus compañeras de cuarto bajaron la mirada.
—A mí solo me dijeron que mencionaron el nombre de la ex gobernadora. —explicó una rubia luego de unos segundos.
—Y a mí. —confesó la castaña y se apoyó del espaldar de la cama, mirando fijamente a la morena.
—Pues, déjenme aclararles que la chica lo mencionó para hacernos recordar algo muy importante. —pronunció la morena con afabilidad.
— ¿El qué? —preguntó la rubia.
—Que somos valiosas solo por ser nosotras mismas. —comenzó e hizo una pausa—. Así como estamos, en pijama y con el pelo alborotado. —concluyó y soltó una carcajada, las dos chicas no pudieron evitar reír y esbozar una pequeña sonrisa.
—Extrañaba esto, ¿saben? —masculló la castaña con una sonrisa y las chicas le miraron confundidas—. Sonreír de verdad. —explicó y las chicas asintieron en silencio.
— ¿Creen que la vida nos dará otra oportunidad de ser felices? —preguntó la morena y las chicas se miraron entre sí, una de ellas con el ceño fruncido y la otra con la mirada triste.
—No creo que sea posible teniendo a Ashley como nuestra gobernadora... —musitó la rubia y una mueca se formó en sus labios.
—Es cierto pero... por más que Ashley intente controlarnos, debemos recordar que somos nuestra propia persona. Y si recordamos eso haremos lo que sea necesario para ser feliz. —planteó la castaña y las chicas sonrieron en asentimiento. Las tres con una nueva perspectiva de la vida.
Y así como los zapatos tenían poder, también lo tenían las palabras, y aunque el rumor estuviera siendo un tanto distorsionado entre los grupos de mujeres, testigos habían que servían para desmentir lo negativo de la situación y para convertirla en algo sobre lo que reflexionar.
El cambio estaba sucediendo cada vez más rápido, y nadie podía detenerlo, ni siquiera la misma Ashley.
Ese mismo día en la casa de la gobernadora Chris estaba recogiendo sus cosas y organizando algunos papeles en su bolso de tela, los dos días trabajando con Ashley pasaron mucho más rápido de que lo Chris esperaba y una sensación agridulce había comenzado a formarse en su garganta.
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Resaltado © [COMPLETA]
FantasíaUna gran ciudad en la que reinan los zapatos rojos entre los diferentes tipos de mujeres. Una chica que decide probar algo nuevo, algo más colorido y fuera de lo común. Y una especie de magia o fuerza sobrenatural deseando cambiar el estándar de lo...