Pasaban los días, meses quizá, y Aoi y Uruha se iban acercando más y más. Eso a Reita le sorprendía de manera alguna, ya que no recordaba la última vez que Uruha dejo a alguien acercarse de esa manera a su vida.
Él último que lo había logrado era él, con su amistad y otro castaño llamado Yutaka.
-Ese que lo hizo sufrir.
Le sorprendía y alegraba que el pequeño y helado corazón de su mejor amigo se abría al pelinegro mientras el tiempo pasaba.
Pero podría jurar que Reita le partiría la madre si Aoi le hiciera algo, apesar de que Uruha estaba algo molesto todavía con el por lo que hacía hecho. Pero sabía que tarde o temprano se lo agradecería.
-Se que él te hará bien, Shima.-