19.

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—Sí, dijiste que tenías algo para mí, ¿Qué es? -decía con un brillo su mirada.-

»Parece un niño pequeño.

Pensó el pelinegro mientras le entregaba una pequeña tarjeta.

—Me acostumbré tanto a tus cursilerías, que les agarre gusto y si un días dejas de hacerlas, no se que haré.-

Aoi sonrió mientras pedía dos cafés.

—Creo que necesito sacar un poco a la luz, mi lado marica. No sé, para descargarme.-

—Sí me dices que soy al único que te muestras así, pues, me sentiría halagado.-

—Al único en mucho tiempo.-

Uruha sonrió y Aoi no pudo no devolverle el gesto, se había acostumbrado a verlo sonreír, aunque sean muy pocas las veces que se juntaban a causa de trabajos, las sonrisa de Uruha era como su pequeña dosis favorita.

Hey, linda. [AOIHA.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora