CAPITULO CUATRO

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JAVI POV

Abro los ojos y lo único que me rodea es oscuridad. Atemorizado, camino a tientas con los brazos extendidos buscando  una pared o  algo de donde pueda sostenerme.  Pero lo único que consigo es caer de bruces al tropezar con una piedra. ¿Cómo demonios llegué aquí? No lo sé, toda esta situación es demasiada extraña. Pasa un largo rato hasta que mis ojos empiezan a acostumbrarse a la penumbra. Es entonces cuando me doy cuenta que estoy en una especie de cueva subterránea. No veo nada que me indique donde estoy. Lo que si sé es que debo de apurarme a salir de aquí antes de que se me acabe el oxigeno si es que quiero sobrevivir. Empiezo mi penoso peregrinar, pero este lugar es como un laberinto: bifurcaciones y más bifurcaciones que me solo me marean y no me conducen a ningún lugar. La oscuridad se extiende cada vez más a mí alrededor, y con ella, el miedo. Ese monstruo silencioso que poco a poco empieza a apoderarse de mi corazón y a llenarlo de temores sin fin.

«Cálmate, Javier. Los monstruos no existen, son solo alucinaciones de tu mente para hacerte enloquecer.»

De repente, escucho pisadas aproximándose y aunque acelero el paso las siento cada vez más cerca. Arranco a correr solo para topar con un callejón sin salida.

Me volteo para encarar a lo que sea que viene detrás de mí y grande es mi sorpresa al ver que es un hombre enmascarado vestido todo de negro con garras afiladas. Volteo a todos lados buscando algo con que defenderme, inútilmente: no hay nada que pueda utilizar como arma contra esta...cosa. El hombre-sombra me toma del cuello y me levanta, trato de zafarme de su agarre pero él es más fuerte. Me cuesta trabajo respirar, las fuerzas empiezan a fallarme, «este es el fin» pienso.

De repente, una luz brillante se aproxima. El hombre-sombra grita y me suelta. Caigo al suelo cuan largo soy. Pierdo el conocimiento unos minutos y cuando despierto me doy cuenta que alguien esta arrodillado frente a mí. No es un monstruo sino una persona o mejor dicho un ángel. Me vuelvo para mirarlo, pero la luz que emana de él es tan cegadora que no puedo ver gran cosa. Entonces el ángel me habla:

—Javi. No tienes idea de cuánto te he buscado.

Su voz suena familiar, pero no puedo recordar donde la he escuchado antes.

—¿Quién eres y como sabes mi nombre?

—Tú sabes bien quién soy. Siempre voy a estar a tu lado, Javi.

Entonces el ángel extiende una blanca mano hacia mí. Retrocedo, pero él me reconforta con la voz más dulce y melodiosa que he escuchado en toda mi vida.

—No temas. Yo sería incapaz de lastimarte.

Acaricia mi rostro delicadamente, lo recorre con sus largos y finos dedos como si quisiera aprendérselo de memoria.

Aunque no puedo ver bien su rostro, observo su cuerpo envuelto en una larga y semi transparente túnica: es delgado, pero bien formado: una pequeña cintura rodeada de amplias y redondas caderas, largas y sensuales piernas. Sin poder resistirme rodeo su diminuta cintura con mis manos y lo atraigo hacia mí.

—Javi...

Sigo sin poder ver claramente su rostro, es como si un tenue velo lo ocultara de mi vista. Aun así, me acerco a él y delineo su rostro con las puntas de mis dedos y pequeños suspiros se escapan de sus delicados labios. De repente, la etérea creatura aparta mis manos de su rostro y rompe en llanto.

Me acerco a él y tomo su rostro entre mis manos y junto nuestras frentes y nuestros labios.

—No llores, precioso.

Me pierdo en los dulces y rosados labios de mi ángel. Muerdo, saboreo su boca como si de una fruta fresca se tratara. Cuando mi lengua acaricia la suya, la hermosa criatura gime junto a mi oreja, enloqueciéndome. Planto besos por todo su cuello mientras mis manos recorren sus sensuales muslos. El aroma de su blanca piel me intoxica, quiero probarla, ver si es tan suave como se insinúa. Nuestras ropas desaparecen y me adentro lentamente en él. Lágrimas de dolor recorren sus mejillas. Me enternece verlo tan frágil, tan desvalido entre mis brazos por lo que me detengo y trato de consolarlo con besos y caricias.

TRES SON MULTITUDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora