CAPITULO CINCO

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Yuzu intentó esconderse después del entrenamiento. Javi le había dicho que quería hablar con él, insistía en saber la verdad de lo sucedido en esa tarde funesta. Esa tarde que Yuzuru no podía ni quería olvidar: cuando conoció el amor entre los brazos de Javier. Ni en sus sueños más salvajes imaginó el nuevo mundo de sensaciones que experimentó y como por un breve instante Javier y él se fundieron en un solo ser. Lástima que Javier estaba bajo el influjo de alguna extraña droga y no recordara nada.

Aunque para él había sido el momento más hermoso de su vida, temía la posible reacción de Javier cuando se lo contara todo. ¿Y si se enojaba? ¿O lo rechazaba? Yuzu sudaba copiosamente, temblaba: nunca en su vida había estado tan asustado. Ni siquiera en los juegos olímpicos. Quizás porque en las olimpiadas lo único que estaba en juego era una medalla. En cambio, lo que ahora se jugaba era su vida entera.

Por un breve instante Yuzu se planteó la posibilidad de escabullirse silenciosamente por la puerta trasera del Cricket Club. Pero más tardó en intentarlo que Javier en alcanzarlo y subirlo a su auto para ir juntos al departamento de este último para tener la plática tan temida por Yuzu.

«Ya está Yuzuru, no tienes escapatoria. Debes decirle la verdad. No solo lo que pasó ayer, sino todo. Como fue que esos ojos profundos se clavaron como hierro incandescente en tu piel desde que lo viste por primera vez en la Rostelecom Cup . Como sentiste que tu corazón latía tan fuerte que temiste que fuera a salirse de tu pecho. Como fue que bajaste la mirada cuando él por fin te habló porque temiste que pudiera leer tus más profundos secretos y darse cuenta de ese amor que empezaba a nacer dentro de ti. Pero él estrechó tu mano fuertemente y después revolvió tus cabellos como un niño pequeño, sin darse cuenta de lo que había provocado en ti con ese simple gesto amistoso. Fue ahí que supiste que ya no había vuelta atrás: querías consumirte en ese fuego por el resto de tu vida, aunque eso implicara morir devorado por las llamas, justo como está a punto de suceder ahora.»

El ruido de Javi estacionando el carro lo sacó de sus pensamientos. Recorrieron el camino del estacionamiento al apartamento de Javi sin decir una sola palabra hasta que Javi abrió la puerta del apartamento y rompió el silencio:

— Voy a recoger algo con el vecino, no tardo. Mientras puedes ver la tele o comer algo, lo que quieras. Siéntete como en tu casa.

Yuzu asintió. Y mientras colgaba su abrigo, observó de reojo el lugar. Todo estaba igual a como lo recordaba. El sofá donde, preocupado, había aventado los patines y demás cosas de Javi el día que se puso mal. El pasillo que conducía a la habitación, al lecho donde dejó su inocencia. Yuzuru, atraído por una fuerza irresistible no pudo evitar entrar. Todo en la habitación gritaba el nombre de Javi, podía sentir su presencia, su esencia en cada uno de los rincones. Yuzuru abrió el closet y tomó una de sus camisas. Yuzuru no resistió la tentación de acercarla a su rostro: pudo sentir el perfume, fuerte, varonil  de Javi. Ese aroma que le evocaba momentos felices en el Cricket Club o cuando lo abrazaba fuertemente en algún podio que compartían juntos o simplemente cuando lo consolaba después de haber tenido un mal día.  Yuzuru apretó la camisa y, cerrando los ojos, se perdió en el aroma de Javi, su Javi.

Yuzuru se tendió cuan largo era en la cama y abrazando la camisa del español, cerró los ojos y con dedos trémulos deslizó sus dedos a lo largo de su cuerpo imaginando que eran los de su amado, y se dejó llevar perdiéndose en la fantasía. Trató de evocar la sensación de los labios de Javi presionándose contra los suyos en un beso apasionado, su cuerpo encima de él, poseyéndolo. Yuzu no pudo evitar gemir al sentir como la excitación se apoderaba de su cuerpo y acarició uno de sus pezones mientras susurraba el nombre de Javi.

En eso, escuchó el sonido de la puerta de la recamara abriéndose lentamente. Yuzuru se incorporó en la cama, asustado. «¿Como había podido ser tan estúpido para dejarse llevar, sabiendo que Javi llegaría en cualquier momento. ¿Ahora como le explicaría lo sucedido?» Sintió ganas de llorar y se puso a pensar en que excusa le daría cuando la puerta por fin se abrió revelando a... un gato que se acercó a la cama mientras maullaba frenéticamente, demandando su atención.

TRES SON MULTITUDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora