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Martes dieciséis

Martes dieciséis

Todo me había explotado en la cara, como una maldita bomba. Pero no podía dejar de pensar en que lo merecía.
Hoy me costo todo el doble, me costo levantarme de mi cama y armarme de valor para venir al instituto, me costo fingir una sonrisa, y me costo hablar con todos, pero aún así estaba parada caminando hacia el instituto, porque después de todo tenía claro que no podía dejarme morir.

—Hola cariño —Eric me sorprendió dejando un rápido beso en mi mejilla—.
—Hola —Sonreí hacia el—.

Sin esperaba algo a cambio, el enganchó mi brazo entre el suyo, y comenzó a guiarme hasta mi clase.

—Estábamos pensando con los demás, el viernes ir a un pub nuevo, ¿vienes?—Pregunto justo antes de dejarme en la puerta de la sala—.
—Claro —Me encogí de hombros y entre al aula—.

Me senté al fondo, con la intención de poder recostarme en la mesa. La clase pasó lenta, tediosa y aburrida, y tan solo había pasado una hora de las dos que son normalmente.

Pedí permiso para ir al baño, pero realmente quería salir de ahí antes de colapsar. Camine por los pasillos vacíos, el silencio era casi absoluto y tranquilizador.

—Maddy —Una voz ronca hablo a mis espaldas. Me helé. Lo que sentí una eternidad me congele, volteé y lo vi, sus ojos estaban teñidos de rojos por al parecer llorar, su cabello estaba hecho un lío, y su cuerpo parecía más pequeño y frágil—.

Sus verdes y rojos ojos me miraron por más de un minuto en absoluto silencio, y lo único que podía sentir era frío y pánico. Sus ojos se aguaron el doble, y abrió su boca para decir algo pero nada salió, hasta que tragó saliva y lo intento nuevamente.

—Maddy, lo siento tanto —Sorbió su nariz con desesperación—Por favor vuelve, vuelve a ser mi mejor amiga, perdóname

Mi corazón se apretó contra mi pecho, y mis latidos se volvieron agresivos.

—Harry yo ya te perdone —Susurre—pero no volveré, me perdí y ya no se como volver a ti —Mi boca se secó ante la angustia—Lo siento

Gire sobre mi propio cuerpo y continué caminando, cerré mis ojos fuertemente, y respiré entre pausas. Sentí tranquilidad, a pesar de todo, sentí paz. Sentí una ligereza en mi mente, una despreocupación y una posible libertad. Ya no dolía, no al menos como antes, no dolía ni siquiera la mitad, no porque ya no lo quisiera, ni porque no lo extrañara, sino porque ya todo estaba perdonado, y lo había dejado ir, pero por sobre todas las cosas me había dejado ir a mi misma.

Entre al baño de chicas y mire mi reflejo, me sentía distinta, distinta a lo que solía ser, pero distinta no era algo malo, solo era algo nuevo. Sentía que había crecido.
Lave mi cara con agua helada y la sequé con papel, peine mi cabello, y suspire.

El timbre sonó, anunciando receso. Y camine a paso tranquilo de vuelta al aula a recoger mis cosas.
Después de todo, jamás imaginé poder sentirme tranquila, pero aquí estaba, siéndome mejor que hace mucho tiempo.
Tenía esperanzas sobre el cambio y sobre el futuro, cosas que quizás nunca había tenido antes.