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-Nos vemos. -hablo Mika antes de salir por completo del apartamento.

-Adiós. -dije depositando un beso en sus labios, que al principio pareció forzado para el.

Dio media vuelta y desapareció de mi vista a lo largo del pasillo. Cerré la puerta aún con una sonrisa en el rostro, eran las 3 a.m, después de nuestro pequeño "encuentro" estuvimos besándonos por horas y horas hasta que se hizo algo tarde para nosotros, y fue el momento en que decidió irse.

Volví a mi habitación a intentar conciliar el sueño y poder descansar lo que quedaba de la madrugada. Me percaté de inmediato, al acostarme en la cama, que la billetera junto con el cinturón de Mika estaban tendidos en el piso. Los tome entre las manos y los guarde en mi cajonera, esto me daba una buena excusa para hacerle una sorpresiva visita a Mika.
Cerré mis ojos y sin siquiera darme cuenta, una sonrisa se dibujó en mi rostro. No pude evitarlo, en verdad me pone de brincos poder ver de nuevo a mi primer amor, la primera persona por la que en verdad sentí algo, y ese algo nunca se esfumó, lo quiero como si fuese la primera vez.
Prepare algo para usar en la mañana, y poder ir a hacerle una pequeña entrega a Mika, que con suerte podría a ser más que una visita sencilla. Deje mi atuendo sobre una silla y me metí en la cama para tomar una larga siesta.

******

El sonido de unas cuantas risas que provenían de la sala de estar me hicieron despertar. Me refregué el rostro mientras salía a averiguar de quienes eran aquellas voces.

-¡Ky! -escuche de pronto una voz sumamente familiar.

-Taylor... -fue lo único que pude formular cuando mi hermana se arrojó a mis brazos.

La rodee con los míos y me aferre a su cuerpo. Habían pasado años desde que veía a Taylor. Levante la mirada y me encontré con mis padres, quienes me observaban algo desconcertados. No esperaba en absoluto su visita, y espero no verme tan sorprendida como en realidad lo estoy.

-Hola. -me acerqué a mis padres una vez que Tay se digno a soltarme.

-Hija... Te ves genial. -dijo mi padre algo titubeante. Creo que no están muy seguros de que los haya perdonado.

-Gracias. Tiene algo de tiempo que no los veía. -comente saludando cortésmente.

-¿Cómo te ha ido? -hablo mi madre esta vez.

-Bien. Excelente. -a este punto, la tensión podía incluso tocarse. -¿Alguien puede decirme la hora? -preguntó mirando al resto de las personas a mi alrededor.

-Son las 10 a.m. ¿Necesitas ir a algún lugar, nena? -preguntó mi padre mirando su reloj de muñeca. -Podemos llevarte...

-No, no es necesario. -comencé a avanzar hacia mi habitación. -Me alegra verlos, los amo. -dije volviendo para abrazarlos a ambos.

Me miraron con ternura antes de correr hacia el baño y darme una ducha rápida. Pude vestirme a una velocidad inimaginable, además de peinar mi cabellera y maquillar discretamente mi rostro. Tome las cosas entre mis manos y me dirigí a la puerta despidiéndome con un simple "Vuelvo pronto"
Ya estaba en un taxi antes siquiera de esperar una respuesta. Indique cómo llegar y me preparé mentalmente todo el camino hasta la casa de Mika. Cuando el chico del taxi me informó que habíamos llegado, le entregue un par de dólares y baje del auto.

Subí las pocas escaleras del porche, decorado con una hamaca y unos cuantos muebles de madera. Golpee la puerta con los nudillos y espere a que alguien atendiera. Acomode el pequeño vestido que había decidido usar, junto con los sumamente altos tacones que combine.

Cuando la puerta se abrió, me prepare para encontrarme con Mika en las condiciones que fueran, pero esa no fue la situación. Una mujer, muy linda fue la que atendió. Me miró con una amable sonrisa, la cual le devolví aunque algo tensa. Su ropa estaba algo desarreglada, parecía que ordenaba un poco, y eso explicaba su vestimenta informal.

Erotic boy, Erotic love...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora