Capítulo 2 Zoe

4 3 0
                                    

Galia y yo comenzamos a caminar por el clan Nero. No tenía nada que ver con Infinity. El pueblo estaba encima de una explanada que rebosaba de verdor, con montañas al fondo. Debajo de la explanada, corría un riachuelo de aguas claras, aunque era posible que como todas las fuentes de agua, esta estuviera contaminada.

Fijándonos en el pueblo, este estaba compuesto por algunas chozas hechas con tiendas de campaña, estas eran de gran tamaño y abundaban de asombrosos colores. Los niños corrían jugando con una pelota gastada en un pequeño campo de fútbol dibujado con tiza, pero a parte de eso, las porterías metálicas eran futurísticas y modernas, la red estaba hecha de una especie de plasma de color blanco.

También había drones por todo el pueblo. Algunos interactuaban con las personas como si fueran animales.

-Infinity no era así, ¿verdad?-

-Si, no tiene nada que ver con esto. Allí es más urbano, callejero. No creo que tengáis problemas de delincuencia por aquí. Al menos no lo parece.-

-En eso tienes razón, no solemos tener problemas.-

-Que suerte tenéis. Si tu supieras la cantidad de psicópatas que abundan en las calles de Infinity...-

-Puedo hacerme una idea. Ya me contó Fang un poco de todo.-

Fijándome en Galia, esta no había cambiado. Sus marcadas ojeras, su pelo castaño con las puntas blanquecinas. Ahora parecía más viva y sana, no como cuando estaba encerrada en el laboratorio. Ella era como mi hermana mayor, y volverla a ver me causaba extrema felicidad. Se dio cuenta de que la estaba mirando, y ella también sonrió. Su sonrisa era cálida y reconfortante, transmitía calma y serenidad, como un atardecer en un día caluroso. Me llevaba a un mundo sin guerras, pacífico, pero volví a la realidad, para conseguir esa paz había que luchar. Volví a mirar al frente, con pasó decidido.

En un lado había otra cabaña grande, como en ella habían lo que parecían escudos, me supuse que era el cuartel donde entrenan los guerreros. Había dos corpulentos hombres de la complexión de Dan, luchando cuerpo a cuerpo como si se tratasen de dos toros furiosos. Era un empatado e interesante combate.

-No abundan las armas, así que nuestros soldados suelen entrenarse en batalla uno contra uno usando solo sus puños. Aunque peleen sin protección dentro del cuartel hay armaduras creadas por nosotros mismos. Eso puede darnos ventaja en una reñida pelea.-

-Vaya.- dije. No solemos usar ese tipo de tácticas, prefiero combate en grupo apoyándonos entre nosotros, pero parecía una interesante forma de enfrentarse. -Sabes... Aiden y Owen. Dos de los chicos que venían conmigo, se les da bien la tecnología en general. Podrían ayudaros en cuanto a las armas.-

-¡Es una gran idea!-

Avanzamos a una zona más alejada, cada vez había menos cabañas y al final se podían divisar lo que parecían dos caravanas metálicas.

-Estos son nuestros laboratorios. En ellos investigamos objetos que llegan a nuestras manos, antes de usarlos para nuestro beneficio.-

Subimos unas pequeñas escaleras para llegar a la puerta que daba a los improvisados laboratorios.

-También solemos usarlos como enfermerías.- dijo Galia mientras abría la puerta.

Era un habitáculo oscuro, encendió un interruptor y las luces se encendieron con un parpadeo. La luz blanca iluminaba la estancia. Estaba lleno de aparatos y armarios, también contaban con una sencilla camilla.

-En fin, no hay mucho que ver por aquí.- dijo Galia.

Observé la estancia detenidamente, pero no había nada importante ni nada que destacase.

-¿Seguimos?- Galia me invitó a salir señalando hacia fuera.

-¡Vale!- dije animada.

Descendí las escaleras trotando.

-No hay mucho más, pero queda una última cosa.-

-¡Bien!- dije alegremente. -¡Vamos allá!-

✳✳✳

En el final del clan había unas hermosas vistas de las montañas. Las más cercanas rebosaban de árboles y de color verde. Parecía una nube de algodón de color de una botella de vidrio, y el sol que resplandecía en el cielo hacia que las colinas brillasen. A lo lejos se podían divisar unas negruzcas montañas, de color de la ceniza. Nubes tormentosas se arremolinaban amenazantes en la parte más alta y de vez en cuando caían rayos sobre estas.

-¿No son geniales estas vistas?- dijo Galia.

Entonces aparecieron las dos serpientes de nuevo. Gruñeron y se acurrucaron junto a Galia.

-Te tienen mucho cariño.- dije

-Si, llegaron a Nero al mismo tiempo que yo.- aclaró. -¿Te apetece escuchar una historia?-

-¿Por que no?-

-Para salir de los laboratorios, en una de mis pruebas, antes de ir a la habitación robé un frasco paralizador. Creo que está hecho de veneno de un pez, este hace que tus funciones vitales se apaguen dependiendo de la cantidad que tomes, debes de tomar una mínima cantidad, ya que si bebes demasiado las funciones vitales de tu cuerpo no vuelven a funcionar, ya sabes a lo que me refiero. Tomé la sustancia a ciegas, sabía el riesgo que corría. No quería que formases parte del plan, porque tu muerte recaería en mi conciencia para siempre, no me lo perdonaría.- hizo una breve pausa.

La comprendía perfectamente, no quería hacer sufrir a los demás por su culpa.

-Desperté en el depósito de cadáveres. Un recuerdo traumático que sigue grabado en mi mente. Cuando llegaron las 3 de la mañana, cuando tiran la basura, me escapé de los laboratorios y corrí hacia las montañas más cercanas. Tenía que ocultarme en algún sitio, pero debido a que no tenía fuerzas me desplomé al pie de la montaña. Cuando recuperé la conciencia, aturdida miré a mi alrededor. Estaba en una cueva resguardada de una lluvia torrencial que caía fuera, tenía la ropa mugrienta y mojada. Todo estaba oscuro, apenas podía ver algo. Intenté levantarme pero choqué contra algo extrañamente duro. "Será una roca" pensé. ¡Pero no veas el susto que me pegué cuando esa roca gruñó!- la serpiente más grande, Kester, emitió un gruñido, parecido al que me había imaginado. -¡Jajaja! Parece que has acertado.- dijo acariciando al animal. -Era este revoltoso Lock. Me había traído desde la falda de la montaña, hasta la cueva en la que vivía. En ese momento estaba aterrorizada, ya que nunca había visto una criatura así.-

Sonreí.

-Despes de conocernos y aceptar nuestra presencia descubrí que era el hogar de aquella serpiente gigante, que estaba protegiendo un huevo.- Sunday ronroneó. -Hacíamos turnos para buscar comida y proteger a esta pequeña. Un día en una de las expediciones que yo misma realizaba divisé un campamento a lo lejos. Se lo dije a Kester, y pareció entender un poco mis palabras. En un par de días iría a ese poblado. Cuando ese día llegó, el cielo estaba oscuro y un ambiente lúgubre flotaba en la montaña, con todo preparado para irme, me despedí de mi amigo decidida a unirme a las otras personas que vivían allí. Pero sin previo aviso me atacó otro Lock, mucho más grande. Creo que intentaba que fuera su merienda. Al ver que mi vida corría peligro, Kester salió para protegerme. Terminando gravemente herido. La única forma de devolverle el favor era curarle, pero yo no sabía cómo. Tenía que llevarle al pueblo.-

-Entonces, cargaste con él y con el huevo hasta aquí. ¿Me equivoco?-

-No, no te equivocas.- dijo mientras acariciaba el lomo a Sunday. -Se asustaron un poco al ver que una persona desconocida se acercaba cargando con una bestia y un huevo. Pero en fin, terminaron acostumbrándose a su presencia.- se río.

-Bonita historia.- dije, aunque seguía pensando en el pasado. Todo lo que tuvo que pasar por mí.

Tomé una bocanada de aire y fui a levantarme, pero Kester se abalanzó encima de mí y me tiró al suelo estrepitosamente mientras lamía mi cara. Empezamos a reír, cosa que me sentó muy bien, ya que hace tiempo que no pasaba. Me dolía el estómago de tanto reír, me lloraban los ojos. Me sentía bien y mis problemas se olvidaron por un instante.

Lucid Soldier (2ª parte): Busca Y CapturaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora