Pacto Con Un Demonio [PAUSADA]

Cap.3

Seguía ahí parada sin decir nada, viendo lo que sucedía delante mío.

Era la enfermera, tendida en el suelo con una marca en su brazo en forma de una estrella con cinco puntas, yo aún sorprendida me acerqué lentamente hacía la enfermera agachandome a su altura y palpando con nerviosismo y curiosidad esa marca que parecía hecha con fuego, la herida era profunda.

En mis 17 años de vida jamás había visto ese signo manifestado de esa forma.
Recuerdo haberlos visto en los libros donde mi madre hacía las anotaciones de su trabajo.

No había nadie, solo la mujer que parecía desmayada.

¿Quien me contesto entonces?

¿Con que se habría echo eso?, ¿Ó qué persona pudo hacerlo?.

Ni siquiera quise averiguarlo.
Así que salí a toda inmediatamente de ese lugar y me dirigí hacia la dirección, en mi camino se atravezó una figura grande con la cual choque.

—perdón,—susurré disculpandome torpemente—estaba un poco distraída—le comenté con el nerviosismo a flor de piel—llevo un poco de prisa.—Lo mire interrogante esperando una respuesta de su parte o más bien me dejera pasar.

—¡Te encontré!.— su sonrisa se ensancho como la del gato de Alicia, mi sangre se enfrió de golpe al ver sus ojos cambiar de un color verde a uno rojizo instantaneamente, un escalofrío recorrió mi espina dorsal.

Caminé esquivando su prominente figura, sin voltear hacía atrás.

Que raro.

Llegué a mi destino.

—Di...director.— mencione jadeando.

—¿Pasa algo, señorita Foster?.—
preguntó levantandose de su asiento y caminando hacia mi con una ceja elevada.

Sin pensarlo dos veces lo arrastré hacia aquel lugar donde había visto a la enfermera tendida en el suelo.

Al llegar a la puerta el Director se detuvo antes de abrirla y se giro hacía mi.

—¿Y el punto es?.— preguntó algo irritado.

—¡Solo entre!— eleve mi voz algo histerica— mierda.—Murmuré.

—¡Cuide Su vocabulario!— espetó.

—Como sea— rodé los ojos—abra la bendita puerta.— me fulmino con la mirada.

Acto seguido la puerta fue abierta, entramos los dos juntos a la habitación.

—Aquí no hay absolutamente nada— reclamó— a lo que supe a usted señorita la enviaron a enfermería, ¿No es así?—asentí—Debe tener fiebre—me analizó, alzó su mano a mi rostro y lo tocó—Tiene fiebre— afirmó—Puede retirarse para que pueda asistir a algún doctor.

—Pe...pero.—me interrumpió.

—Pero nada, vayase yo justificaré su falta.—asentí y él se retiró.

Giré mi vista a el lugar donde hace unos minutos —Se supone— se encontraba tendida con una herida.

La brisa que sentí hace un rato volvío a hacer presencia, pero esta vez seguida de un murmullo que no logré percibir.

Miré hacía la ventana para ver quien era el dueño de esa mirada que me quemaba y dejaba sin respiración, al enfocar mi vista solo me encontré con el abundante bosque, solté un suspiro.

¡Vaya, que día!.