Capítulo 1.

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-DEAN-

Un humo negro salió del fondo de la tierra. Se esparció por todo el cielo de Illinois, donde Sam y  Dean Winchester estaban haciendo uno de sus trabajos.

-Tío, ¿qué cojones…?-Dijo Dean al mirar al cielo. Salió de la carretera con su Chevy Impala del 67 y aparcó en un camino de tierra. Él y Sam salieron del coche con toda la curiosidad del mundo.

-¿Humo negro?-Preguntó Sam. Estaba horrorizado.

Dean ya había visto algo de tal magnitud. Su estancia en el Infierno durante lo que parecieron cuarenta años curaron de todo mal. Valga la redundancia.

Estaban a unos cuantos kilómetros del epicentro de aquel extraño humo negro pero los dos podían divisar que del suelo también salían unas lenguas de fuego totalmente espeluznantes. Sam se giró con el ceño fruncido y volvió a hablar:

-No me lo creo… ¿demonios?

Dean le miró con cautela. Apenas podía resistirse a la mirada de curiosidad de su hermano pequeño. Decidió decírselo, contarle todo. Absolutamente todo.

-Sí, bueno, centenares para ser exactos. Sammy, eso es una entrada al Infierno.- Dijo Dean metiéndose en el Impala. Todavía se podía escuchar por lo bajo los acordes de guitarra del grupo Metallica.

-Dean, tenemos que ir.- Sam cerró la puerta y miró a su hermano.- Podemos devolverles de vuelta al infierno con mi…

-No empieces.-Le cortó Dean.

-Pero Dean, hay millones de personas inocentes. No puedes dejarles tirados. No ahora.

-Sam, no vas a usar tu jodido truco mental para exorcizar demonios. Fin de la charla.

Dean metió las llaves en el contacto y volvió a la carretera.

-Dean, piénsalo. Las vidas que podemos salvar y…

-¡SUFICIENTE!-Dijo Dean dándole un puñetazo al volante.  El Impala se tambaleó suavemente pero siguió  su trayectoria.

Se alojaron en el motel West Tornado, en Illinois. La habitación era como las que solían frecuentar: estilo prostituta con el cartel del canal porno encima de la televisión haciendo propaganda.

Cada uno eligió su cama y pusieron las maletas encima de ellas. La colcha era roja y se podía ver por la funda de la almohada que las sábanas eran negras de seda. Que apropiado. Dean miró a su alrededor hasta fijar la vista en Sammy.

-Oye, siento haberte hablado de esa forma en el coche es solo que ya sabes lo que opino de tus rollos de psíquico.

Sam suspiró. Dean sabía que en el fondo le había hecho daño.

-No pasa nada. En cierto modo te entiendo.-Dijo Sam asintiendo con la mirada de cachorro fija en los ojos de su hermano.-Es solo que… podríamos usarlo como una habilidad.

-Me gusta patear culos demoníacos a mi manera, Sam. Dios, ¿no lo pillas? ¡Eso que haces no es nada humano! Ni se le acerca. No quiero que te conviertas en…-Dean dejó la palabra en el aire. Tampoco era plan de herir los sentimientos de su hermano pero a veces es mejor decirse las cosas a la cara.

-¿En…? Dilo.

-Sammy, no…

-¡DILO!-Gritó Sam apretando los puños a los lados.

Dean suspiró y se encaminó hacia la puerta, paró durante unos momentos, sacudió la cabeza y salió de la habitación en dirección a la cafetería que había visto a través de los cristales de su Impala. Estaba realmente hambriento-

What happened in Texas. [Actualizaciones lentas]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora