-DEAN-
Los dos hermanos salieron del edificio donde vivía el fotógrafo Carl Von Mitsburg sin mucha información. El hombre solo les contó que sí, era una mujer de pelo negro y que la vio de espaldas. Pero nada más interesante, si a eso se le podía llamar “interesante”.
Estaban sin nada. Otra vez. Dean tuvo una corazonada. Sabía que la puerta del Infierno se había abierto gracias a esta mujer. No cabía duda.
Anduvieron sin decir ni una palabra hasta que llegaron a una hamburguesería y las tripas de Dean comenzaron a sonar pidiendo alimento. Dean se paró y puso su mano derecha en su estómago y miró a Sam.
-Tío, esto es una petición que no puedo rechazar. –Señaló la hamburguesería con la cabeza y echó a andar.
-¿Cómo puedes tener hambre si son solo las doce de la mañana? –Preguntó Sam con los brazos ligeramente abiertos. –Da igual, yo me voy al motel.
-¿Seguro? La verdad es que la hamburguesa de ese póster tiene una pinta tremenda… -A medida que iba hablando su boca se hacía agua.
-Dean, es solo un póster. A saber cómo son las de verdad. –Replicó Sam. –No vuelvas tarde.
Sam echó a andar en dirección al motel. Dean, en cambio, se desabrochó el botón de la chaqueta del traje y entró en la hamburguesería.
-¿Más cerveza, cielito? –Preguntó una mujer adulta, de unos cuarenta y dos años, pelo rojo teñido, delantal grasiento y uniforme de camarera de carretera. Dean subió la mirada hasta los ojos negros de la mujer y sonrió. La mujer se llevó la jarra vacía que tenía en la mesa y le guiñó un ojo.
¿Me ha guiñado un ojo? Eugh… pensó Dean y su sonrisa se desvaneció. Volvió a su plato donde quedaba media hamburguesa de las dos que se había comido. Le metió un mordisco y se llenó la boca de comida, manchándose las comisuras con queso.
La mujer volvió y le sirvió la cerveza más fría que hubiese visto. Tragó la comida y dio un gran sorbo al líquido.
Sacó un billete de 50 dólares y lo dejó en la mesa. Se levantó y se fue.
Algo le llamó la atención al acercarse a su Impala del 67.
Una figura oscura y femenina estaba en un callejón conversando con lo que parecía un hombre corpulento por la curva de sus hombros.
Miró hacia el suelo y sus ojos casi se salieron de sus órbitas. Una trampa del diablo.
-Exorcizamus te, omnis immundus spiritus, omnis satanica potestas, omnis incursio infernalis adversarii, omnis legio, omnis congregatio et secta diabólica…
Una nube de humo negro salió disparada hacia el cielo azul y soleado.
¿Qué coño…?
Corrió hacia el lugar de donde provenían los gritos del demonio exorcizado pero lo único que encontró fue el recipiente humano de dicho demonio, inconsciente, tirado en el suelo.
Volvió al coche y salió disparado hacia el motel.
-¡Sammy! –Dean entró como un torrente por la puerta del motel. Divisó a Sam tirado en la cama comiendo galletas. -¿Galletas? Tío, existen las hamburguesas.
-Y así estás. –Respondió Sam sin mirarle.
-Adorablemente sexy. –Sonrió Dean y puso morritos. –Da igual. La he visto, Sam. A la chica de la foto. A la chica. A LA CHICA.
Sam se incorporó y fue hacia Dean.
-¿CÓMO?
-Lo que oyes. –Dean le explicó la situación, desde que salió de la hamburguesería hasta que llegó a la habitación.
Sam sacó su teléfono móvil del bolsillo derecho de su pantalón vaquero y marcó un número. Dean se sentó en una silla y esperó a que el destinatario respondiera comiendo una chocolatina de una máquina expendedora.
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What happened in Texas. [Actualizaciones lentas]
FanfictionTexas. Los hermanos Winchester contra el mundo. Bueno, el mundo demoníaco. Una chica. Pelo negro y más de un secreto. Mierda, Dean, no te enamores de ella. MIERDA, SAM, NO LA MATES. Esta obra está registrada. Las copias que estén fuera de la platafo...