-SAM-
-Bobby, gracias a dios. –Dijo Sam con el teléfono pegado a la oreja.
-Vaya, mira quién vuelve.
-Vale, Bobby, siento haberte colgado así el otro día. –Sam estaba reprimiendo una risa insana. Estaba claro que no sentía lo del otro día para nada. Es más, le pareció hasta divertido haber oído el grito de Bobby.
-Suelta por esa boca, niño. –
-¿No tendrás idea de alguna cazadora por esta zona, verdad?
-La verdad es que hace mucho que no hablo con ningún cazador. Ya casi ni me llaman para pedir ayuda pero conozco a tres o cuatro mujeres cazadoras. Dime como era, si te parece. –La voz de Bobby sonaba cansada. Hasta harta.
-Dean dice que le parecía joven, de unos veinte años, pelo negro y algo country. –Detrás de la línea quedó un silencio interrogante. –Ya, ni si quiera yo sé qué significa eso.
-Conozco a Ellen, de unos cuarenta y pico años. A su hija Jo, pero creo que ella no practica este negocio. A Kate, pero ella es rubia.
Sam miró a Dean con decepción. Dean se encogió de hombros como respuesta.
-¿Seguro que no sabes de ninguna más? Creemos que ella ha podido abrir la puerta del Infierno.
-No, creo que no. Intentaré ponerme en contacto principalmente con Ellen. Ella tiene un radio más abierto que yo. Quizá sepa quién es vuestra damisela.-Se oyó una risa vieja detrás de la línea. A Bobby le divertía mucho esto.
-Gracias, Bobby.- Sam colgó.
-Hija de puta. -Susurró Dean. - Como sea ella quien esté detrás de toda esta mierda demoníaca me va a oír. Y tampoco tenemos pista de la Colt.
-Lo último que sé es que Bela la envió al Oriente Medio. Y ya se perdió.
-Alucinante.
Sam suspiró y se dejó caer en una silla. Miró a su hermano que ya estaba desenvolviendo su tercera chocolatina.
-¿Podrías dejar de comer? Estamos bien jodidos. –Dijo Sam replicando y dio un manotazo a la chocolatina. Ésta cayó al suelo.
-¡Oh mierda, Sammy! Has matado a esa pobre chocolatina. –Lloriqueó Dean.
-Es una jodida chocolatina. Además, te va a dar un cólico co algo de tanto comer chocolate.
Dean se agachó, cogió la chocolatina, la sopló y volvió a darle otro mordisco. Sam le miró atónito y luego puso cara de asco.
-Tío, a veces eres asqueroso. Eso tiene que estar lleno de porquería.
-¿No conoces la regla de los tres segundos?-Preguntó Dean con la boca llena y los dientes manchados de chocolate crujiente.
-Ilumíname.
-Verás, la regla de los tres segundos consiste en que si se te cae algo al suelo y no pasan más de tres segundos, te lo puedes comer.
-Dean, han pasado más de tres segundos.
-La regla también dice que si pasan más de tres segundos le añades otros tres. –Dijo Dean despreocupado. Se metió lo que quedaba en la boca.
Sam estuvo a punto de vomitar de lo asqueroso que parecía eso.
Una hora después, los dos hermanos estaban investigando la desaparición de las chicas, que para eso habían ido a esa ciudad. Las teorías que barajaban eran sobre espectros, hombres lobo, Frankenstein o incluso los mismos demonios que habían poseído a la gente. Sam tenía la corazonada de que, por mucho demonio que hubiese salido de aquel humeante lugar, se trataba de algún monstruo, criatura, fantasma, ser sobrenatural. Lo que sea menos demonios sedientos de sangre.
Habían perdido mucho tiempo investigando la identidad oculta de aquella chica del periódico, la que vio Dean en el callejón exorcizando a un demonio.
Sam tenía la impresión de que habían surcado todas las páginas webs sobre fenómenos sobrenaturales hasta que dio con una que le parecía bastante familiar: Ghostfacers.
Pinchó en el video que se había subido media hora antes de que él entrara en la página web y vio que el equipo majara estaba en una nueva misión. Se dirigían hacia Illinois. Y ellos sabían perfectamente quien estaba detrás de estas desapariciones. La mujer de Frankenstein.

ESTÁS LEYENDO
What happened in Texas. [Actualizaciones lentas]
FanfictionTexas. Los hermanos Winchester contra el mundo. Bueno, el mundo demoníaco. Una chica. Pelo negro y más de un secreto. Mierda, Dean, no te enamores de ella. MIERDA, SAM, NO LA MATES. Esta obra está registrada. Las copias que estén fuera de la platafo...