-DEAN-
La verja chirrió a su paso. Dean le dio varios golpes a su linterna hasta que la luz parpadeó e iluminó el camino de tierra rodeado de matojos que conducía hasta la casa vieja.
-¿No crees que has sido un poco cruel con esos chavales? – Preguntó Sam mientras caminaba al lado de su hermano.
Dean sonrió.
-Hasta tú piensas que son un coñazo.
Llegaron hasta la puerta principal. Una tímida araña colgaba desde la puerta. Dean se quitó su bota derecha y le metió un zapatazo a la puerta aplastando a la araña.
-¡Te pillé, hija de perra!
-Dejemos a un lado lo subnormal que puedes llegar a ser. – Sam abrió la puerta dejando a su hermano detrás.
-¡Soy gracioso, sexy y adorable!
***
Cuando Sam y Dean oyeron el desgarrador grito de una mujer cerca de ellos se repartieron las armas y entraron en el sótano.
Dean fue por la derecha hasta llegar a la camilla donde una chica rubia estaba tumbada y amarrada.
Dean bajó la mirada hasta sus manos. Le habían arrancado las uñas de raíz y no había rastro de ellas. La chica, que estaba amordazada, intentó pedir auxilio pero lo único que salía de su pequeña boca eran llantos de dolor. Dean se puso el dedo en los labios y desapareció detrás de unas estanterías llenas de polvo y tarros de cristal vacíos.
La “mujer de Frankenstein” (en realidad los dos le pusieron este nombre ya que en los ficheros donde habían buscado no salía uno en concreto), volvió hasta la camilla de hierro con unas tenazas y unas tijeras. La chica empezó a moverse intentando zafarse de las ataduras pero los esfuerzos fueron en vano: estaba fuertemente amarrada.
Dean cargó la pistola y quitó el seguro. Su hermano apareció por detrás del monstruo y le asestó un palazo en el cráneo.
La mujer no pareció afectarle aquel golpe y se giró para darle un gran empujón a Sam.
-¡Sammy! – Gritó Dean y disparó al monstruo en el pecho un par de veces pero, como Dean imaginaba, aquel monstruo carecía de corazón.
Echó un vistazo a la mujer que estaba en la camilla pero ésta se había desmayado. Dean siguió disparando hasta que se quedó sin balas.
***
-Tienes unos ojos preciosos. – Dijo la mujer.
Dean apretó los puños y tiró de los grilletes de hierro pero no pudo romperlos. Tras haberse quedado sin balas, la mujer le había atacado pinchándole con una sustancia blanquecina que inyectó en su estómago la cual le durmió.
Cuando despertó se encontró en una mesa de hierro muy parecida a la que estaba la mujer pero sin manchas de sangre.
Siguió con la mirada los movimientos del monstruo: fue hasta una estantería y cogió unas grandes pinzas de latón y cinta adhesiva. Se acercó al muchacho y le abrió bien los ojos, pegando con cinta adhesiva los párpados para mantenerlos bien abiertos. Dean giró los ojos hacia la derecha y hacia la izquierda buscando a su hermano. Lo divisó inconsciente pegado a la pared con la cabeza sangrando.
-Sammy…
-Sí, bueno, quizá me haya pasado golpeando la cabeza de ese chico pero necesitaba uñas nuevas, ¿sabes? Las de aquella chica eran demasiado débiles y pequeñas. – Le mostró su mano izquierda con unas uñas bastante nuevas y… humanas.
Volvió a girar los ojos y esta vez se fijó en las uñas de su hermano. Algo le correteó por el estómago y tenía intenciones de escaparse por su garganta. Sam no tenía sus uñas, en su lugar había trozos de carne y sangre.
Mientras la mujer iba preparando sus artilugios, Dean movió su mano hasta su bolsillo derecho del pantalón y sacó su alambre para allanar moradas. Lo llevó hasta la cerradura de los grilletes y fue tanteando.
El monstruo se acercó a él y metió las tenazas en la cuenca de su ojo derecho haciéndole gritar de dolor.
-¡En cuanto salga de aquí te mataré, cara mierda!
Dean consiguió abrir una de las cerraduras. Sonrió y golpeó la cara deforme de aquella abominación. Abrió los demás grilletes, bajó de la camilla y alcanzó a coger su machete.
-Dile hola al de abajo de mi parte. – Dijo Dean moviendo el machete horizontalmente y cortando el cuerpo prestado del monstruo.
***
-¿No sentiste nada? – Preguntó Dean a su hermano mientras echaban tierra al ataúd.
-No, debió de drogarme o algo parecido. – Respondió Sam.
Cuando terminaron de enterrar a la mujer de Frankenstein se sentaron en el capó del Impala, cogieron unas cervezas de la nevera portátil y miraron al cielo. Menuda noche… pensó Dean.
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What happened in Texas. [Actualizaciones lentas]
Fiksi PenggemarTexas. Los hermanos Winchester contra el mundo. Bueno, el mundo demoníaco. Una chica. Pelo negro y más de un secreto. Mierda, Dean, no te enamores de ella. MIERDA, SAM, NO LA MATES. Esta obra está registrada. Las copias que estén fuera de la platafo...