𝗪𝗛𝗔𝗧 𝗟𝗢𝗩𝗘 𝗜𝗦 ━━━ paul rudd

Capítulo 9

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TERCERA PARTE
Hay tantas cosas que quise decirte,
pero te fuiste, así que pienso en todas
las veces que tuviste la razón, esperando
que esta no sea la excepción.

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NO IMPORTA CUANTAS MONEDAS TIRES dentro de la fuente o cuántas veces cruces los dedos, si no está destinado a pasar, no pasará. A veces no importa que tanto ames a alguien si no te aman de la misma manera. Y lo aprendí de la peor forma, las veces que traté fueron las mismas que fracasé, pero no aprendí mi lección y seguí amando de forma incondicional a Nate. Ese amor fue el que reprimí tantos años y decidí confesar el día de su boda con otra mujer. Ese amor fue el que me hizo salir corriendo del lugar para refugiarme en la entrada del estacionamiento, observando al semáforo de la esquina cambiar de color, como cuando yo decía verde y él rojo. Si fumara, estoy segura de que necesitaría un cigarro para un momento así, pero nunca me atreví a probarlo. Así que me limito a abrazar mis piernas, sentada en el piso.

Lo siguiente que se escucha en la fría noche son unas pisadas resonar en el asfalto, en dirección hacia mí, no me molesto en voltear—: Estoy consciente de que debo regresar, solo dame unos minutos más Callie o Ivy, la que sea que haya perdido el disparejo.

—No soy ninguna de ellas, Jal. —aclara, al momento sé que es Nate. No dice nada más y se sienta a mi lado, en la acera.

Lo miro de reojo, juega con sus manos, nervioso, pero su mirada está clavada en el semáforo, quizá recordando lo mismo que yo.

—No te quedes aquí, estas arruinado tu traje de bodas, ponte de pie. —exclamé, sin mirarlo.

—Es solo un traje. —se limita a decir, siempre tan sencillo—, Pero tus sentimientos Jal, son algo que me importa muchísimo. —está mirándome, lo sé—. No me ignores, Jal. Hablemos, hablemos como lo hacíamos esos veranos en la playa sobre el automóvil de mi papá.

Apreté mis manos en puños sintiéndome impotente—: ¿Y qué quieres que te diga? —me atreví a mirarlo por primera vez, Nate lucía estupendo, como siempre, con su cabello negro peinado hacía atrás, su mirada preocupante y sus labios rosados unidos en una fina línea.

—Solo quiero que seas sincera conmigo. —suplicó, sus manos intentan encontrar las mías sobre mi vestido, pero las aparto, sería mi perdición sucumbir ante su tacto.

—Te amaba. Esa es la verdad, Nate. Amaba cuando te enojabas porque escribían mal tu nombre. Amaba tu cabello con el que nunca te sientes satisfecho. Amaba tu ambición por vivir tu vida al máximo y querer dejar tu huella. Amaba la manera en la que nunca muestras tus dientes al sonreír, aunque siempre te he dicho que lo hagas. Amaba la manera en la que peleas con tu hermano, Paul, pero al mismo tiempo no puedes vivir sin él. Amaba tus ojos, el profundo océano de tus ojos oscuros. Amaba tus manos, las cuáles pueden destruirme con solo un toque. —hago una pequeña pausa—, Y estuve completamente enamorada de ti por tantos años. Sé que no está bien, ya no anhelo que me ames de regreso, pero si espero que puedas perdonarme algún día por no decírtelo en todas las oportunidad que tuve.

Nate me mira en silencio.

—Estuve enamorado de ti, la idea de tenerte en mis brazos me volvía loco, el que seas mía y me ames con la misma fuerza que yo te amé, me consumía. Me di cuenta de que te amaba meses antes de que empezarás a salir con Tanner, inclusive cuando terminaste con él antes de la graduación aún estaba enamorado de ti, pero me había dado la tarea de superarte a toda costa, aunque eso fuera verte ir con Paul. Lo seguí estando después de que nos dijimos adiós, extrañándote cada día...

—Si tú realmente me extrañabas, ¿Por qué me dejaste? ¿Por qué dejaste de hablarme? —lo interrumpí sin miedo.

—Decidí olvidarte cuando me di cuenta que tenías algo con Paul, sabía que le gustabas pero confirmar que tú le correspondías aquella noche de año nuevo cuando te escuche hablar con él me hizo darme cuenta que tomé la decisión correcta con respecto a Amalia. —me sorprende la última declaración, esa noche Paul y yo estábamos muy borrachos, apenas y recuerdo lo que dijimos—. Amo a Amalia con todo mi ser y ella me ama. No tengo que perdonarte nada, solo quiero saber que te interesa mi felicidad.

—Y me interesa más que nada, Nate.

Nate se pone de pie, extiende la mano para ayudarme a levantarme, lo cual hago.

—Entonces, ¿por qué te noto tan infeliz a pesar de nuestra conversación?

—Es solo que cometí el error de pensar que el amor no era algo importante para la felicidad, luego me encontré en el conflicto de sentirme plena cada vez que me mirabas, cada vez que me sujetabas en tus brazos. Te encontré completando mi vida, como si fueras perfecto para mí. Y lo eras, o al menos eso creí. Nunca me di cuenta de que el amor que me tenía a mí misma debió bastarme para ser feliz, hasta ahora.