Capitulo 2

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20 de Noviembre de 2020 – 10:00 PM

Cuarenta horas para la boda.

                        

Aparece un hombre vestido de traje, entra bailando muy sensualmente y ahí comprendo que es este lugar. Tras él, entran dos más y tras ellos, otros cuatro. Todos se alinean y comienzan a bailar una coreografía.

En un cambio de la música, sacan volando los moños de sus trajes y comienzan a soltar los botones de sus sacos, continúan con la coreografía y en otro cambio salen también, así poco a poco van deshaciéndose de la parte superior de su ropas, hasta que solo queda la parte inferior.

Una mujer aparece a nuestro lado con una bandeja llena de golosinas y botanas, por el otro una chica llega con otra que está llena de copas. Miro un momento a mi alrededor y me doy cuenta que todas están realmente encantadas con el espectáculo, veo a las mujeres mayores abanicarse con las manos ante los movimientos de baile de los hombres, bailando al compás de la música con movimientos demasiado sugerentes.

Tomo una copa no soportando más sin un poco de alcohol en la sangre. La canción termina y entonces levantó la vista, descubriendo que ya se encuentran en calzoncillos, niego abochornada y vuelvo la vista nuevamente a la copa entre mis manos, al verla vacía tomo otra y la bebo completa de un trago.

Esta será una larga noche.

[…]

21 de Noviembre de 2020 – 12:00 PM

Treinta y ocho horas para la boda.

                          

Voy por la décima u onceava copa, realmente ya no se cuantas llevo desde que comencé a beber, debo aceptar que todos estos hombres son realmente atractivos, me encantaría poder ver sus rostros, pero tienen esos estúpidos antifaces. Desde que hicieron su baile en grupo, han ido bailando uno a uno con distintos disfraces, pero todos terminan igual, en calzoncillos.

Ya perdí la cuenta de cuantas veces han bailado, pero ya con el alcohol haciendo efecto en mi, acepto que me ah gustado, justo ahora está por entrar uno nuevamente y yo ya me siento muy ebria, la luz apunta a la cortina y nuevamente entra un caballero, está usando de nuevo el traje y eso por alguna razón me gusta, siempre me agradaron los hombres en traje, que lastima que al único que siempre quise ver en uno, jamás conseguí que se lo pusiera.

—¿Donde esta la gatita de esta noche? —preguntan y esa voz me hace recordar a alguien, pero es imposible.

Escucho los grito de todas, pero no puedo alejar mi mente de esa voz. No se como, pero de un momento a otro, otros dos chicos aparecen a mis lados y me llevan con todo y el puff en el que estoy sentada al centro de la tarima y se marchan.

El hombre dice algo más y vuelvo a escuchar los gritos, una música lenta y suave comienza a sonar, y el comienza a bailar a mi alrededor, se desprende de su ropa hasta quedar solo con los pantalones. Se hacerca a mi y me toma de la mano generando que una corriente eléctrica me recorra completa, a él parece pasarle igual, pero lo ignora y me levanta, me pega a él sujetándome de la cintura y vuelvo a sentir la electricidad, retira con cuidado su mano y siento como si hubiese fuego en donde estuvieron sus dedos.

Me alejo un poco, no quiero sentir eso, me niego a sentirlo, él me retiene sujetándome de la muñeca y me hace girar, siento una estúpida necesidad de permanecer aquí, pegada a su pecho, entre sus brazos.

Sin más me deja caer de nuevo en el puff y continúa con su baile, no puedo hacer otra cosa que quedarme quieta y esperar a que acabe, bajo la vista y me encierro en mi mente, no quiero saber nada más.

Después de que pasa no se cuánto tiempo, la música acaba, él desaparece y yo simplemente no puedo moverme, siento las manos de mi amiga ayudándome a levantar y unos segundos después ya estoy de nuevo en donde estaba antes.

Ellas hablan, pero yo ya no las escucho, me hundo en mi mente para tratar de hallar una respuesta a lo que me ocurre, miro a mi alrededor, pero fijo mi vista en la cortina, nadie sale, y eso me pone ansiosa, me levanto y miro a Mónica.

—Voy al baño —digo y desaparezco entre las butacas con dirección a los sanitarios, al llegar me sorprendo al ver dos puertas y que una dice caballeros.

Estoy por entrar en el de damas cuando escucho una voz. Me acerco para oír a través de la puerta y entonces puedo escuchar claramente lo que dice. 

—¡Es imposible! ¡Maldición! ¡Ella está muerta! ¡Solo tienes que respirar, Devine! —exclama un hombre con una voz que trata de parecer pacífica, pero claramente está molesto.

—¿Tu crees que no lo sé? ¡Es solo que me descontroló!... Cuando la toque yo... ¡Mierda! ¡Me estoy volviendo loco! —exclama nuevamente esa voz que me revuelve todo.

Niego, no puede ser verdad, es imposible, él se fue lejos, no le importo que yo estuviera en una cama de hospital, se largó lejos y no tendría nada que estar haciendo aquí, de todos los lugares el que fuera menos este, su orgullo jamás se lo permitiría.

Con mil ideas en la cabeza entro en el baño y me quito el antifaz, me mojo la cara y trato de respirar. No me puedo poner mal por esto, se que es imposible, él no está aquí y yo definitivamente no estoy más que afectada por el alcohol. Me miro una vez más en el espejo y descubro que eh corrido todo mi maquillaje, busco mi bolsa y recuerdo que la deje en donde estaba sentada. ¡Genial!

A falta de mis toallitas desmaquillantes, tomo una toalla de papel y la humedezcó un poco, retiro la mayor parte de maquillaje que puedo y al final lo logro, mi cara queda libre de maquillaje y nuevamente me veo como una niña, esa imagen me recuerda a mi yo de dieciséis, niego al estar de trayendo recuerdos de nuevo y solo tomo el antifaz para salir de ahí.

Abro la puerta al mismo tiempo que se abre la de enfrente, no levantó la vista pues ponerme el antifaz es un poco complicado estando ebria.

—Déjame te ayudo —de nuevo esa voz. Se coloca tras de mí y quita mi mano de las cintas, siento nuevamente la sensación, las anuda él y luego se para frente a mi, levantó la vista para agradecerle, pero nuevamente mis ojos se abren como platos.

—Yo... ah... gracias —murmuró contrariada y huyo de vuelta a dónde dejé mi bolsa.

Al llegar veo que ya hay otro bailarín de nuevo, tomo mi bolsa sin que mis amigas lo noten y salgo del local, no quiero saber más nada de nadie por esta noche, definitivamente beber no fue buena idea y ya me causo alucinaciones.

Salgo a la calle tambaleándome debido al alcohol, veo que ya no hay nadie y ahí es cuando me pregunto como diablos volver a casa, las locas no me dejaron llevar mi auto al spa, por que me dijeron que así ahorrábamos combustible, vil mentira, lo hicieron para traerme hasta aquí y que no pudiese huir.

Me dejó caer al filo de la banqueta y miro al suelo derrotada, tendré que esperar a que salgan por que no está en mis planes volver ahí dentro.

Sin saber por qué, comienzo a llorar, las lágrimas comienzan a salir sin control de mis ojos y los recuerdos me comienzan a llenar la cabeza, mi corazón vuelve a doler y yo niego, no quiero recordar nada.

En un momento siento algo que me envuelve, observo y es una chaqueta, alguien se sienta a mi lado, pero no puedo verlo por las lágrimas en mis ojos.

—No deberías de estar aquí afuera llorando —dice suavemente esa voz que ah atormentado mi noche.

¿Aun hay boda?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora