Extra 2

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18 de Enero de 2022 – 11:43 AM

              

Pedir perdón es una de las cosas más difíciles para el ser humano, y hacerlo de corazón es aún más difícil. Perdonar todo lo que mi padre me hizo me hace recordar que nada en la vida es eterno, ni siquiera el rencor.

Recuerdo con amor cada uno de mis momentos junto a él cuando niña, nuestra relación siempre fue más estrecha de lo que fue su relación con mi hermana. Recuerdo que todos los días me ayudaba a hacer mis tareas, las tardes en que nos sentabamos frente al piano y tocabamos juntos una canción que ambos creamos, nadie jamás la entendió, pero nosotros lo hacíamos, también cuando se sentaba en aquel viejo sofá de cuero y me colocaba sobre sus piernas para cantarme, solía leerme cuentos todas las noches antes de dormir y siempre me daba un beso de buenas noches antes de dejarme descansar.

Si, mi relación con él cambio con el tiempo, pero para mí siempre fue mi héroe. De pequeña recuerdo haberle dicho en alguna ocasión que yo jamás me casaría, por qué él sería el único hombre de mi vida. Que ironías tiene la vida, ¿No?

Hace poco mas de un año que no hablo con él, mi orgullo es muy grande y mi dolor aún más, yo jamás creí que él, la persona en quien más confiaba, el ser que me había dado la vida y me había hecho feliz tantas veces, fuese el culpable de aquella atrocidad que fue cometida en mi contra.

Ese día me prometí no volver a verlo, no perdonarlo jamás por haber hecho mi vida miserable por ocho años. Pero esta mañana, cuando llamo mi madre pidiéndome hablar después de dos años, mi intención era colgarle el teléfono inmediatamente aunque más tarde me arrepintiera, entonces dijo algo que consiguió que no colgará es ese momento.

—¿Donde esta, Harold? —Cuestiono para poder irme cuanto antes.

—Esta en el jardín. —Dice mi hermana mientras me ve con seriedad y mi madre ni se ah dado cuenta de que no llame papá a Harold.

—Vamos por favor. —Pido.

Suspiro. Jamás creí que las cosas cambiarían tanto en tan poco tiempo. Me olvido de la decoración y continúo a pasos rápidos en dirección al jardín, quiero saber que quiere mi padre, para poder volver a casa.

Nada más abrir la puerta me sorprende que el jardín este lleno de flores, no es que sea malo, es que mi padre jamás fue aficionado de las plantas, siendo realista él las odiaba en su totalidad, por lo que claramente me sorprende que este sentado en medio de un jardín lleno de ellas.

—P-papá. —Murmuro algo nerviosa, la última vez que hablamos no quedamos en los mejores términos. De inmediato gira su cabeza en mi dirección y una sonrisa aparece en su rostro.

—Cathy... veniste. —Dice sonriendo mientras me observa sin borrar su sonrisa.

—¿Cómo estás? —Cuestiono, no se si me gusta estar en este momento frente a él.

—Vivo, es lo que importa, ¿No? —Murmura con una débil sonrisa. —Ven. —Pide extendiendo su mano en mi dirección. Dudo en acercarme o no, pero al final accedo y voy junto a él.

—Yo...

—Jamas voy a poder dejar de arrepentirme por el daño que te hice mi niña. —Me interrumpe. —Siempre quise lo mejor para ti y no me di cuenta de que ya lo tenías, cuando el accidente paso, perdí la razón, culpe a ese muchacho por que él era quien te sacaba de la casa, te hacia hacer cosas que tú jamás hubieses hecho por iniciativa propia. —Niega. —Cuando llamaron esa noche, simplemente quería que alguien pagará por lo que yo sentía. Todo ese tiempo sin saber si morirías o vivirías fue... agonizante. Cuando supe que ese muchacho despertó solo quería que sufriera, por eso se lo dije.

—No tenías derecho, él no fue el culpable de lo que pasó, jamás te lo dije, pero fui yo la que lo quiso hacer, el me pidió que lo olvidará, pero yo quería demostrar que podía con todo, yo fui la que resbaló y lo arrastré a él... cuando caíamos, yo lo abrace y unos segundos antes de golpear el suelo gire para recibir el golpe. Todo fue mi culpa, el jamás debió de seguirme, pero... lo hizo. —Murmuro con pesar.

Nadie sabe esa verdad, todos lo culparon sin saber que yo lo había hecho seguirme a la montaña esa noche, nadie creyó que la correcta y tranquila Catherine, fuese tan osada de querer ir a la montaña llena de nieve por la noche.

Yo quería probar que era capaz de todo e hice un reto con el, subir por la parte escarpada, jamás pensé que el hielo de ese invierno sería suficiente para hacerme caer, él iba debajo de mi, por lo que cuando yo caí, lo arrastré conmigo, habíamos subido ya bastante, sabía que la caída era fatal, solo lo abrace y gire sin pensar. Lo único que vino a mi mente en ese momento es que si moría, lo haría feliz sabiendo que él estaba vivo, estaba... a salvo.

—¿D-de que e-estás ha-hablando? —Tartamudea confundido.

—Fue mi idea, yo quise ir a escalar y él simplemente me siguió. —Respondo con seguridad.

[…]

Ver a mi padre de esa forma ah sido un golpe duro a mi estabilidad emocional, jamás creí verme en esa situación, no saber elegir entre el cariño que le tengo y el daño que me ah hecho, pero como es claro en mi, él es el único capaz de doblegar mi orgullo.

Ver que se desmayara ante mis ojos es la situación que más miedo ah generado en mi, desde que tengo memoria. Jamás creí que ver a mi padre caer al suelo inconsciente me fuese generar tanto temor.

—Calma, amor. —Dice Lex, mientras acaricia mi espalda con suavidad.

—No quiero que se muera. —Sollozo completamente destruida.

—No va a pasar, bonita, no se irá. —Continua sin soltarme.

—Mi mamá me dijo que su estado ya es grave, el médico acaba de decir que no sabe si podrá lograrlo. —Sollozo.

[…]

—Necesito pedirles perdón a ambos, se que es difícil que me perdonen después de lo que les hice, pero hoy al verlos tan felices al lado de sus hijos es que vi mi error. —Murmura mi padre viéndonos con un amago de sonrisa.  

—Por mi parte está todo olvidado señor. —Dice Lex y se que esta sonriendo a pesar de no estar viendo su rostro.

—Por supuesto que sí papá, estás perdonado hace mucho. —Intento sonreír pero ya lo que siento me está rebasando.

—Quiero... —una tos lo interrumpe- quiero que sean felices, que vivan cada momento al lado de sus hijos y que... —vuelve a toser— que nunca dejen que nadie los separe nuevamente... hablen, no permitan que una mentira les haga daño una vez más. —Concluye tomando nuestras manos y uniéndolas. —Alexander, cuida de mi hija, hazla feliz, por favor. —Pide cerrando sus ojos.

—Por supuesto que sí señor. —Responde Lex y en ese momento la máquina que marca los latidos de su corazón comienza a producir un sonido sordo, un pitido ininterrumpido que yo sé bien lo que significa.

—No —niego con la cabeza—, no, no, no, ¡No! —Grito perdiendo el control, las lágrimas contenidas se desbordan por mis ojos sin detenerse y me dejo caer sobre la camilla abrazando a mi papá. —No puedes hacerme esto, no me puedes dejar, por favor papito, no me dejes sola. —Siento las manos de Lex, posarse en mi cintura y tratar de alejarme de mi papá, pero yo me aferro a él.

Sigo rogándole a mi papá que despierte, que se levante, que no me deje, ruego que me perdone por darme cuenta de que estaba enfermo, por que me deje recuperar el tiempo que perdí a su lado, pido que no me deje, que no me abandone, que lo necesito.

Siento cuando la luz es prendida, escucho a personas hablando, alguien me intenta alejar pero me eh vuelto una niña chiquita, grito, golpeó y pataleo a diestra y siniestra buscando que me dejen en paz, quiero estar con él, quiero que me dejen estar con él aunque sea así. Una aguja perfora mi piel e inmediatamente siento que pierdo la fuerza, mis gritos callan poco a poco y la oscuridad me invade y lo último que escucho es el sonido de aquel monitor que ah dejado de marcar los latidos de mi padre, ruego una última vez por que todo sea una mentira, que él esté bien... que esté vivo.

¿Aun hay boda?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora