V - malagradecido

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Iban llegando cuando unos pajarillos se balancearon sobre los cables del poste de electricidad; de colores azules y pequeñas plumas, SeHun los miró y sonrió, le parecieron adorables. A JongIn lo adorable difícilmente le atraía, aunque, en ese preciso instante, los ojitos de SeHun achinados, intentando resistir los rayos del sol que chocaban contra su rostro, le suavizaron los gustos; y el moreno se dio la oportunidad de contemplar a placer algo adorable, reparando con ahínco en el contraste de los rasgos de aquel rostro sonriente y sus heridas, además de la ropa sucia.

Era como apreciar una flor de pétalos amarillo pálido, y de corazón melocotón; llamativa, única, lastimosamente machucada por un despistado. Todo el mundo la vería sin preocuparse de pisarla, y mucho menos pausarían, para notar, que de hecho seguía creciendo, recuperándose, de milagro manteniendo su belleza intacta.

¿Podía él arrancarla acaso, y dejarla en un florero para cuidarla?

La interrogante permaneció navegando por su océano mental, hundiéndose tres segundos después. Necesitaba prescindir de comparaciones tan cursis, advirtió a sí mismo el moreno al detener sus pasos, cansado por sus pensamientos y no por el recorrido. SeHun seguía viendo a los azulejos en los cables.

Tocó la puerta de su residencia, varias veces hasta que una muchacha de lindos ojos, mas desarreglada, le abrió. Era la del servicio, la que venía los martes y los jueves a limpiar. Ella se mostró sorprendida ya que no esperaba que alguien de la casa apareciera a tales horas, y más al visualizar al chico que traía detrás.

—Perdí las llaves —se excusó, y pasó sin mencionar otra palabra. SeHun le continuó al notar el movimiento de su cabeza que le invitaba a pasar, inclinándose leve ante la fémina.

JongIn había faltado por tercera vez a física en lo que iba de trimestre. Y había dejado su mochila en el salón, con la esperanza de que TaeMin al no verlo regresar, se la cuidara, o eso esperaba al menos, no fuera a ser que el enamoramiento pusiera tonto u olvidadizo a su bro, y si ese era el caso ya se las arreglaría.

Caminó hasta su habitación, donde SeHun, con la sangre seca en su labio inferior y su chaqueta guindando de los hombros, se detuvo en la puerta. Se rehusó a entrar, JongIn tuvo que reírse y decirle algo como "¿entras a mi casa y tienes miedo a mi cuarto?" para que el menor pestañeara, frunciendo las cejas, y se decidiera a avanzar hasta dejar cerrada la puerta tras suyo. La habitación de JongIn era como cualquier otra; limpia pero no todas las cosas estaban en su sitio.

El ajeno recordaba no haber sabido qué responder cuando ese que tenía enfrente, buscando ropa en lo que debía ser su armario; en vez de irse por encontrarlo desarmado en el baño, se acercó y lo revisó con total confianza, casi sentándolo en el lavamanos. Nunca en su vida sintió una vergüenza semejante. Y sus penas crecieron desmedidamente en cuanto le dijo "no deberías dejar que te vean así. Te podrían expulsar, y el resto hablaría mal de ti". ¡Ja! Aguantó una risotada quien estaba hecho un desastre, dado la mayoría ya pensaba mal de él. ¿Por qué se preocuparía? Su reputación era la menor de sus angustias, y aun así JongIn no daba muestras de enterarse de su fama. Razonable, en realidad, considerando que ni siquiera recordaba su nombre. Empezó a dar vueltas por el baño y luego abrió los ojos como si lo atacara una idea, SeHun le imitó la expresión, escuchando "Hay que curarte la cara. Te acompañaré a la enfermería".

Y lo supo, entendió que el moreno debía ser tonto o algo por el estilo. Por lo que se negó, cerrando la cremallera de su pantalón y arreglando como pudo su camisa antes largarse. "Esto no es asunto tuyo, hyung. No te metas" soltó en un hilo de voz, pero JongIn volvió a insistir, distrayéndose con las manchas rojas y blancas en su uniforme. Él ni siquiera había querido echarles el primer ojo.

Labios rotos y pantalones ajustados ✧ kaihunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora