XXII - pensar

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Ellos la habrían superado. La etapa. Ellos discutían y se cansaban, todavía queriéndose, madurando con cada situación que se presentaba, y habrían superado todo si tan solo no hubieran sido tan jóvenes... y... claro, si YiFan no hubiera disparado a quemarropa.





A veces JongIn piensa (para qué negarlo), de sobra. Y es que si ha adquirido una mala costumbre con los años, esta sería el abusar desmesuradamente de sus memorias. Nadie puede vivir en el pasado aunque su cabeza se la pase allí. Pese a que sueña con TaeMin sentado a su lado (con ese peinado de hongo alborotado y sus dientes amarillos por el colorante de los cheetos), ambos planeando cómo robarle la libreta de notas a su maestra; cuando despierta es otro TaeMin a quien encuentra. Es curioso, que el pequeño tenga un peculiar aire, uno semejante al que caracterizaba a su antiguo mejor amigo cada que lo quería molestar.

—Tengo hambre, papá.

—Tienes que detener esta mala costumbre tuya —se queja el hombre, pasando ambas manos por su cara adormilada—, ¿por qué te despiertas antes que yo?

El pequeño TaeMin sonríe, mostrándole dos ventanas entre varios de sus dientes de leche, blancos como los suyos, aun sin poseer algún parentesco sanguíneo. Pero padre es el que cría ¿no? JongIn se levanta con los ojos cansados, una expresión perezosa, y voltea hacia el reloj de pared que indica son las 6:12 am. Irá al baño y luego a la cocina.

Es la misma rutina. Los niños cambian las cosas a su manera, pero para los adultos dormidos como JongIn es más difícil encontrar una variante en el hábito diario. A las 8:33 a.m. sus hijos ya han comido, y él ya está vestido, esperando por quién sabe qué cosa ese sábado aburrido. Una llamada a su celular consigue espabilarlo y casi tumba la taza de té que tiene cerca. Es SooJung, la única persona que regurlamente lo llama. Se sorprende al cacharse decepcionado, por lo que sonríe avergonzándose de sí mismo, susurrándose "¿quién esperabas que fuera, JongIn?".

Ella llama para hablar con los niños, quienes se pelean por el celular y a la final el padre debe colocar el altavoz. Bebe su té, aguardando por otra llamada tras la actual, mientras oye a sus hijos sin escucharlos del todo. Oye la risa de su ex mujer y su promesa de volver la próxima semana para ir al cine todos juntos; también oye el saludo de YiXing, destacándose ese acento de Beijing que este no puede quitarse de encima; oye su voz mezclándose con la de SooJung, ambos divertidos, y entonces piensa que ellos están bien juntos.

Creo que estoy enamorada de él. Lo siento.

¿Por qué te disculpas?

Cuando cree que toda la conversación se acabó y ya puede colgar para ponerse a limpiar lo del desayuno, Krystal le acerca el teléfono, con sus manitas apretando el aparato y sus brazos estirándose hacia su papá. "Kai ¿podemos hablar?" escucha a esa distancia, y eso es raro porque, últimamente SooJung y él no conversan mucho.

—¿Pasó algo? —toma el celular, quitando el altavoz y llevándolo hacia su oreja.

La niña se queda observando a su padre, él ve en sus iris un morado oscurecido mucho más fuerte que el que alguna vez percibió en otros ojos. Para destacar una diferencia, puedo aclarar que no son ojos melácolicos, la niña no está triste; porque siempre que mira a su papá lo hace con adoración. JongIn no es el mejor padre del mundo ante nuestros ojos o los del resto, pero para Krystal y TaeMin lo es, y bueno, eso importa ¿no lo creen? Desordena el cabello de su hija con cuidado y ella se colora en las mejillas, moviendo la cabeza de un lado a otro, después marchándose corriendo para subirse al sofá, a ver caricaturas con su hermano. Cosas así de sencillas consiguen que el moreno se sienta mejor.

—¿Te encontraste con SeHun?

—¿A-ah?

"Qué manera tan amistosa de saludar".

Labios rotos y pantalones ajustados ✧ kaihunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora