Cuando tenía catorce años y aún pecaba de ingenuidad absoluta, SeHun perdió la virginidad en la anterior casa de sus padres, en la habitación que se suponía era suya. Fue en una tarde de aires desconsolados, por ser la siguiente a la del funeral de su hermano mayor y por la aparición de aquella molesta gripe. Había sentido más dolor que placer en el acto, y había llorado y moqueado inconscientemente contra la almohada de tanto apretarla con su cara; hacía calor y las ventanas estaban cerradas, tapadas por las cortinas, cuales estaban tiesas y curtidas puesto no se cambiaban hace más de un año. Tenía las rodillas tullidas de tanto abrir sus piernas, los calcetines de su uniforme todavía puestos, el cabello desordenado pero seco, y un sabor amargo extendiéndose sobre su lengua. SeHun se acomodó mientras su compañero hacía lo mismo y lo único que deseó para sí, en ese preciso instante, fue un vaso de agua helada. No le importaba si era malo para la tos.
"Lo hiciste bien" soltó quien para entonces era su novio, aunque cuatro días atrás había sido el de SeHan. Se levantó, le sonrió y fue al baño para lavarse y retirarse el condón. SeHun seguía acostado, sintiendo que el cuerpo le dolía con cada respiración y con cada movimiento, y no precisamente por el sexo reciente. Sufría por la triste realidad; porque eso de revolcarse con alguien no fue tan placentero como se lo pintaron y no había conseguido sentirse menos culpable. Esa misma tarde, al rato de bañarse, se sentó en el recibidor a contemplar la nada y LuHan le invitó su primer cigarrillo. Él lo tomó con cierto temblor en los dedos, lo examinó a lo largo y ancho, casi cayéndosele de las manos, y lo fumó como si un ex convicto experimentado se hubiera apoderado de su ser. Sus pulmones, acostumbrados al aire natural y repletos de flema, lloraron en silencio por lo que les deparaba.
Él recordaba el profundo ardor en su garganta, el olor a humo de su cigarrillo y también el de los inciensos; recordaba las lágrimas de su madre, derramándose y llenando sus marcadas ojeras como si fueran un cubo de agua, siempre desbordárdose. Después recordaba la voz de su padre regañándolo, pidiéndole que actuara con madurez y ayudara a su madre. Solo unos segundos luego lo perseguía la sensación de unas manos deslizándose entre sus muslos, junto al miedo cual se peleaba con la curiosidad. Si tuviéramos que sincerar, SeHun nunca se sintió querido por sus padres, tampoco por su novio y por sus amigos, mas le gustaba pretender que sí.
¿Por qué debía recordar la realidad cuando podía hacer como si fuera diferente? Podía hacer como si desde que empezaron sus recuerdos fuera el preferido y sus padres no se hubieran olvidado de él. Podía sonreír y bromear creyéndose guapo, carismático, especial, asegurándose a sí mismo que todos babeaban por él y que LuHan nunca lo dejó por feo e inexperto, ¡más bien, podía decir lo contrario! Él había abandonado a Luhan por ser un viejo pervertido.
Incluso mientras jugaba verdad o reto con JongIn y el resto, le gustaba creer que en verdad todos ellos eran sus amigos, quizás desde antes de haberlos conocido. SeHun podía imaginarse que los conoció a todos en la secundaria, en esa época en que sus recuerdos transcurrían libres de impurezas y preocupaciones.
"Pero no es así" le reprendió la voz en su mente. "Tienes 16 años, es hora de que pises tierra".
La sala de la cabaña que alquilaron JongIn y TaeMin tenía todas las paredes pintadas de blanco; sin embargo, no se trataba de un blanco escandilante, sino de uno sorprendentemente tranquilo. Ayudaba a que el lugar se viera más espacioso y brindaba frescura, asemejándose a los murales blancos del preescolar donde pasó su aniquilada niñez.
La botella de vino tinto giraba, giraba y giraba, disputándose quedar entre alguno de ellos o entre alguno de los huecos que los separaban. Finalmente el pico de la botella escogió a JunMyeon y su cola a JongIn. El último mostró sus dientes, mucho más blancos que la pared. A SeHun le gustaban hasta los dientes de JongIn pero admitirlo le irritaba y apenaba, así que escapó del sentimiento mirando donde JunMyeon, quien lucía angustiado.
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Labios rotos y pantalones ajustados ✧ kaihun
FanfictionEra un buen día para recordar quiénes fueron. Sehun era el chico de las pecas, ese flacucho al que le gustaba fumar. Y Jongin era el hyung divertido y hablador, quien estaba perdidamente enamorado de su dongsaeng. | portada por @whoopsnmhmu