VI.

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Escuché una dulce voz susurrando mi nombre una y otra vez. Cerré los ojos con más fuerza mientras hundía mi rostro en la cálida almohada.

La incesante voz comenzaba ha alzar su tono levemente.
Abrí los ojos de par en par al recibir un golpe en la espalda y allí estaba Sam, apuntándome amenazante con otro cojín entre las manos.

--- Comenzaba a pensar que no despertarías nunca, bella durmiente.

Había algo extraño en ella, me acomodé apoyándome en el cabecero de la cama y froté mis ojos enérgicamente para despertarme en totalidad.

--- Eres una bruta. - murmuré.

Una sonrisa se dibujó en su rostro, rostro que no tenía nada de maquillaje, algo poco habitual en ella, llevaba el pelo suelto como acostumbraba a hacerlo pero parecía menos brillante de lo habitual y dos oscuros surcos decoraban el área inferior de sus ojos.

--- Tú cara...-dije.- Estás horrible.- reí

--- No he dormido mucho.- respondió a regañadientes.- Además, tú tampoco es que parezcas una princesa con ese...pijama.- rió

--- ¿Tan feo es? -pregunté estirando la tela.

Asintió enérgicamente mientras se apoyaba en el armario que tenía a su costado.

--- Kim, ¿dejaste anoche la ventana abierta? - preguntó mirando anonadada a su alrededor.

--- Hm...no, la cerré antes de dormir ¿por qué?

--- Tú dirás... -respondió mirando hacia el suelo.

Me levanté de la cama lo más rápido que pude y contemplé la oscura habitación. En el suelo había un par de hojas secas y rotas desperdigadas.

--- No tengo ni idea de cómo ha llegado eso hasta aquí - expliqué.- Espera, Sam...¿Qué estás haciendo aquí?

Las calles estaban oscuras, aún no había amanecido y una gélida brisa azotaba mi rostro sin piedad. Sam caminaba un par de pasos por delante, pisando fuerte con lo que parecía su equipo de combate.
Cazadora de cuero, pantalones del mismo tejido y botas altas, todo del mismo oscuro color, negro. Su largo cabello castaño ahora ondeaba recogido en una cola de caballo que marcaba sus dulces facciones.
Caminábamos alejándonos rápidamente de mi casa, de la cuál tuvimos que salir a hurtadillas para no despertar a la tía Margareth.

--- Sí sigues caminando como una anciana llegaremos tarde.- advirtió.

El plan era sencillo, recoger las armas, ir a casa de Ray y usar a Keana de cebo para atraer a la criatura que le había atacado.

¿Qué podría salir mal?

Era evidentemente que aquella criatura quería jugar con nosotros, era inteligente, ganó la partida en el instituto, en el autobús, se cobró dos vidas inocentes.
Pero perdió al no conseguir la vida de Keana

El problema principal es que yo en ese momento no sabía pelear.
Nunca había hecho daño a nadie y mis notas en educación física dejaban mucho que desear. No podía defenderme,
¿Cómo podría ayudar yo a mis amigos? No sería más que una carga.

--- Llegáis tarde.- dijo Ray al abrir la puerta.- Está todo listo.- anunció dejándonos pasar.

--- Bien.- Sam miró a su alrededor buscando algo.

--- Están todos en el sótano.- nos guió hacia la trampilla que se escondía bajo las escaleras que llevaban al piso superior.

Bajamos las escaleras sigilosamente mientras escuchábamos susurros con lo que parecía una discusión.
El sótano era grande y estaba bien iluminado, había bolsas, herramientas y muebles viejos acumulados en los rincones. Y una gran mesa de acero decoraba el centro de la sala rodeada por los chicos y Keana. Sobre la mesa se extendían diversos mapas y fotografías.

--- Sigue sin parecerme una buena idea.- dijo Daniel golpeando la mesa con la palma de la mano.

--- Ya lo hemos hablado. Está decidido.- sentenció Ray uniéndose a ellos.

Keana miraba a su al rededor analizando todo exactamente como yo lo hacía. Ambas detuvimos la mirada al descubrir que las paredes estaban repletas de cadenas. Cadenas rotas, cadenas oxidadas y cadenas nuevas ancladas en las paredes.

--- Supongo que las utilizan cuando hay luna llena.- dijo Keana mirándome asombrada.

--- Sí, supongo que si...

Sam y Daniel abrieron lo que parecía un mueble viejo que en realidad resultó ser un escondite de armas. Sam agarró un arco y un montón de flechas con las puntas de diversos colores: rojo, negro, amarillo. Y un par de dagas. Daniel, por otra parte agarró un revolver y varios cargadores diferentes. También cogió algo parecido a unas canicas que no sé qué son exactamente. Advertí que él también estaba vestido con el equipo de combate.

--- ¿Será suficiente?

--- No sabemos a que nos enfrentamos.-respondió Daniel.- No sabemos qué es lo que nos hará falta.

--- Tendremos que averiguarlo.- Dijo Sam acercándose a Keana y a mi.

Nos mostró una daga a cada una y nos miró fijamente mientras apuntaba con una hacía su pecho.

--- Solo en caso de emergencia.-aclaró.- En el corazón.- nos tendió una a cada una.

--- De todas formas, intentar no quedaros solas.- dijo Ian sentándose sobre la mesa de un salto.- bueno, en tu caso eso es imposible.- comentó mirando a Keana.

La chica pareció molestarse y trató de propinarle un golpe pero éste inesperadamente lo paró en una milésima de segundo.

--- Lo digo por que eres el cebo.- la miró divertido.

--- Maldito chucho...-murmuró.

--- Vamos. Amanecerá en un par de horas.- dijo Ray apoyándo su mano sobre el hombro de Keana.

El instituto estaba vacío, aún quedaba aproximadamente una hora y media para que amaneciera.
Y la puerta estaba cerrada con candado pero Daniel y Sam se encargaron de ello y la abrieron sin dejar huella.
Recorrimos los pasillos con cuidado atentos a cualquier sonido, a cualquier sombra a cualquier cosa fuera de lo normal.
No pasó mucho tiempo, Keana iba detrás de nosotros, caminaba lentamente, analizándolo todo con miedo en su mirada. Y de pronto desapareció sin dejar rastro.

--- Es nuestro turno. Ahora toca mover ficha.

¿Dónde está Keana? ¿Sigue viva? ¿Qué es esa criatura? ¿Quién ganará "la partida"?


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