IX

24 4 1
                                    

Observaba el entorno como si de una montaña de excrementos se tratase. Inmersa en lo más profundo de mis pensamientos mientras los demás discutían sobre lo que debíamos hacer cuando el sol cayera.

El sótano de la mansión Hudson pese a no ser el lugar más acogedor del mundo me resultaba extrañamente agradable, aunque al mismo tiempo me recordaba que 24 horas antes mi amigo se encontraba bromeando al rededor de la fría mesa metálica sobre la cual yo estaba apoyada.

--- Creo que lo mejor sería que Kim se quedara aquí.- dijo Daniel sentándose a mi lado.

--- No.

--- Sería lo mejor.- respondió Ray.

Me levanté bruscamente, no me sentía capaz de gestionar mis emociones, pero no iba a reprimirme de ninguna manera.

--- He dicho que no.- grité.- Puede que sea lo mejor pero no es lo que yo quiero.-dije alterada.- No pienso quedarme aquí de brazos cruzados mientras Graham está desaparecido.

--- Pero...

--- Déjala. Que venga. Yo me encargo de ella.- dijo Sam interrumpiendo a Ray.

--- Te recuerdo, Rayner, que ninguno de nosotros estaríamos aquí de no ser por Graham. Él os salvó a todos. Incluso me salvó a mi esa noche. Y no pienso abandonarle.-respondí a la defensiva.

El muchacho se llevó las manos a la cabeza y resopló con frustración. Keana observaba la situación como si de un culebrón se tratase y sonreía complacida.

--- Creo que deberíamos llevar un arma más efectiva.- comentó.

Todos miraban confusos como la chica colocaba el pañuelo blanco al rededor de su cuello. Se puso en pie y se acercó al arsenal de armas que minutos antes Daniel había colocado con precisión sobre la superficie metálica.

--- Ya viste que las balas no le afectan.- dijo Sam.- Además...no sabes disparar.

--- Tienes razón, no sé disparar.-respondió.- Pero sé hacer esto.- En un rápido movimiento cogió un bate de hierro y lo agitó en zigzagueante en el aire.

Ray sonrió conforme y miró a la chica de soslayo. Sam se sentó sobre la mesa y recogió su cabello en una trenza mientras su hermano sustituía su corriente cinturón por uno en el que podía colocar un par de armas.

--- Tú también necesitarás uno.- dijo Ray mirándome fijamente.

--- Toma este.- dijo Keana lanzándolo al aire. Torpemente puede atraparlo.- Yo cogeré otro.

Agarró otro bate, uno de madera con un alambre de pinchos alrededor. Y nuevamente lo agitó zigzagueante en el aire. Esbozó una sonrisa y al instante se tambaleó levemente dejando caer el bate.

--- ¿Estás bien?

--- Sí. Sólo me he mareado un poco.- respondió.

Daniel golpeó la mesa frenéticamente mientras Ray cargaba a la chica dejándola caer sobre un polvoroso sillón aparentemente antiguo.

--- Lo tengo.- dijo Daniel clavando sus oscuros ojos en los de Keana.

--- ¿Qué tienes qué ?- respondió Ray.

--- ¿Cómo hemos podido estar tan ciegos? ¡Joder!- parecía nervioso.- Vampiros. Era un puto vampiro. Por eso las balas no le afectaban. Eran balas de plata.

--- Pero no hay vampiros en Greatwoods desde hace décadas.-dijo Sam aturdida.

--- Han vuelto.-respondió Daniel.

--- ¿Pero por qué querría un vampiro capturar a un licántropo? -pregunté confusa.

--- Tenemos a uno de los suyos. Y...él tiene a uno de los nuestros.

--- Ian es solo una moneda de cambio.-dijo Samantha respondiendo a su hermano.

--- Pero nosotros no tenemos nada que le pertenezca.- comentó Ray preocupado.

--- Te equivocas.- respondió el muchacho de oscura y profunda mirada.- La tenemos a ella.

--- ¿A mi?- La muchacha se puso en pie sobresaltada.- Eso es imposible. Yo no, yo no soy un vampiro.

--- Todavía no.

Agitada y con la mirada perdida Keana paseó en círculos por el cuarto mientras mordía sus uñas nerviosa. Ray se dejó caer sobre una silla y se llevó las manos a la cara pensativo mientras los hermanos comentaban en voz alta los motivos por los que el chico sospechaba.

--- Hace días que devuelvo todo lo que como...pero no he bebido sangre ni nada.

--- Tu organismo no asimila la comida humana porque estás sufriendo cambios.Tú no has bebido sangre, pero tu cuerpo la reclama. Si no bebes sangre acabarás muriendo por desnutrición.- informé.- Por eso te mareas. Tienes hambre.

La mirada de Keana se detuvo fijamente en mí, estaba realmente aturdida, confundida pero no sabía qué debía hacer para que se tranquilizara.
Supongo que descubrir que te estás convirtiendo en algo que no conoces a la perfección debe dar miedo, vértigo.

Pero eso no es todo, pobre e inocente yo del pasado. Sólo era el principio.









Hellhound Donde viven las historias. Descúbrelo ahora