XIV

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Keana trataba de mantenerse despierta, inquieta y nerviosa se acomodaba en el asiento y ajustaba el cinturón de seguridad.

Esther sin embargo miraba el reloj constantemente, el tiempo parecía haberse detenido y eso le ponía de los nervios, nunca antes había besado a una chica, y no podía parar de vivir ese momento una y otra vez en su cabeza.

--- Sal del coche.- dijo Keana.

--- Perdona, ¿qué? - respondió Esther con  incredulidad.

--- ¡Sal del coche, ya! Y cierra.

Esther indignada salió dando un portazo. Y cerró el coche sin saber por qué motivo lo estaba haciendo. Trató de mirar hacia otro lado y pensar algo diferente pero ese beso se repetía una y otra vez en su cabeza.

Dudó unos instantes sobre qué debía hacer exactamente.

--- Esto es ridículo...- abrió el coche de nuevo y se sentó junto a Keana que se cubría la cara con las manos.

--- Sal, por favor. No quiero hacerte daño.

Esther comenzó a reírse a carcajadas sin a penas darse cuenta de que la muchacha comenzaba a enfurecerse.

--- ¿Hacerme dañ...- se quedó muda, petrificada.

Pues la criatura que estaba viendo en ese momento no era la hermosa chica que segundos antes se encontraba en aquel mismo lugar. Unos ojos rojos brillantes y vacíos de alma la miraban fijamente, amenazando a su vez con unos grandes y afilados colmillos.

Aterrorizada lanzó un grito y torpemente trató de salir del vehículo, pero, sintió un terrible dolor en el hombro derecho que le hizo voltear, y al hacerlo, el coche estaba completamente vacío.
Miró a su alrededor aún con la respiración y el ritmo cardíaco acelerados pero no vió nada, no escuchó nada.

Finalmente trató de tranquilizarse y regresó al asiento delantero ansiando el regreso de Kim y Ray. Llevó la mano a su hombro derecho, no había sangre pero la zona estaba enrojecida e irritada.

--- Otro moratón a la colección...

****

No tardé demasiado en conseguir la sangre que necesitábamos.

Era consciente de su atractivo y lo usó a nuestro favor. Ray se encargó de entretener a las enfermeras mientras yo hacía el trabajo sucio, literalmente, pues algunas bolsas no estaban bien cerradas y acabé ensuciándome la ropa.

Abrí lentamente la mochila evitando hacer ruido e introduje algunas bolsas en el interior de estas. Hice una señal al chico para que dejara libre el camino y tratar de salir sin que me vieran.
Un par de minutos después Ray consiguió alejarse con las enfermeras y salí de allí lo más rápido que pude.

Recorrí los pasillos del hospital y salí de este, nunca antes había sentido tanta adrenalina, y no era una sensación que me gustara precisamente. Cuando llegué al vehículo vi que Ray estaba ya dentro de este.

--- ¿Cómo es posibl...? - recordé que no es un simple humano.- Oh.

Abrí la puerta y entré, dejando la mochila a mis pies.

--- ¿Dónde está Keana?

--- Se ha ido...- respondió Esther casi en un susurro.- Pero no parecía ella.

--- ¿A qué te refieres?- preguntó Ray.

--- Sus ojos brillaban...y eran rojos.

--- Mierda. Ya ha empezado.

--- ¿Empezado? ¿Empezado el qué?- preguntó la muchacha de ojos claros.

--- Hay cosas que no debes saber...vayamos al bosque. Suele ir allí cuando tiene problemas.- respondí.

"Los problemas acababan de empezar"

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