XIII

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El vehículo se detuvo frente al hospital. Una horrible sensación de nerviosismo invadía mi cuerpo, era consciente de que mi plan podría fracasar, y si eso ocurría Keana sufriría las consecuencias.

Observé a través del cristal como la gente entraba y salía del edificio.

Tenía miedo, comenzaba a considerar a la muchacha como a una amiga, como parte del grupo y no quería ser la causa de su muerte.

--- ¿Kim? - la voz de Ray alejó de mi aquellos pensamientos. Asentí, era el momento de ayudar.

Yo no tenía habilidades especiales; ni armas, ni garras, ni colmillos...
Pero en ese momento me sentí útil, sentí como si ser una simple humana pudiese ayudar a mis amigos.
Tenía que intentarlo y Ray estaría ahí para apoyarme y ayudarme en mi loco plan.

--- Keana, no te muevas de aquí. Y no cierres los ojos, no te duermas.

Esther observaba extrañada pero no hizo preguntas incómodas y se quedó con ella en el coche.
Intuí que le extrañaba el hecho de haber ido al hospital y que Keana no entrara en él.

--- ¿No tendrás una bolsa? -pregunté a la chica, que tamborileaba los dedos sobre el volante.

--- Tengo una mochila en el maletero.

--- Perfecto.- dijo Ray saliendo del vehículo. Acto que imité pocos segundos después de escuchar el portón del maletero cerrarse.

--- Ocúpate de ella.- ordené cerrando la puerta tras de mi.

Esther asintió y miró a Keana, que estaba tosiendo en el asiento central de la parte de atrás.

Ray y yo corrimos hacia la entrada del hospital lo más rápido que pudimos. Evidentemente, él llegó antes.
Cosas de hombre lobo.

****

--- Tú y tus amigos sois todo un misterio. Me gusta.- comentó Esther respondiendo un mensaje de su móvil.

--- Ya... pero cuando esto acabe, no volveremos a hablar. Estoy aquí porque tienes coche, no te equivoques.- tosió.- No...no es que me caigas bien.- el tono de su voz era pausado y monótono.

--- Bueno...- el rostro de la chica se tornó serio, sus azules ojos parecieron oscurecerse ligeramente hasta tornarse algo grisáceos.- No he dicho que tú me caigas bien.

--- Estupendo, el odio es mutuo.

--- Tampoco he dicho que te odie. Me eres indiferente.- aclaró acomodando su cabello.

--- Yo si te odio. Odio que me reten, odio que me quiten lo que es o ha sido mío.

--- Así que todo esto...¿es por lo del pupitre? ¿Y por Will? - preguntó entre risas.- Qué patética...debí imaginarlo.

Keana no respondió. Comenzó a toser, a expulsar sangre por la boca. Sus ojos se volvieron más rojos y pequeñas venas violáceas se acentuaron en su rostro.
A penas podía mantener los ojos abiertos, cada vez sus párpados pesaban más.

--- Oh, dios... ¿pero...qué te está pasando?- preguntó Esther horrorizada.- No, no, no...no te duermas. Keana, escúchame.

Se desabrochó el cinturón, se sentó a horcajadas entre los asiento del piloto y el copiloto, con cuidado de no mover la palanca de cambios.

Extendió los brazos hacia Keana, que, con los ojos entornados luchaba contra su cuerpo.

--- Keana. Keana no te duermas.- agitó su cuerpo levemente.

--- ¡No te duermas!

Asustada, y sin saber muy bien como reaccionar, actuó instintivamente, buscando la manera de que Keana se quedara con ella. Sostuvo su pálido rostro entre sus manos y la besó.

Keana abrió los ojos de par en par al instante y Esther se alejó violentamente. Con la respiración contenida y una mueca de confusión.

--- Lo siento, es lo único que se me ocurrió, para despertarte...

--- Eh... pero...¿Qué hay de la típica bofetada...? -preguntó la muchacha sorprendida y sonrojada.

--- Yo... no sé, creí que sería demasiado cruel... ya sab...- trató de responder.

--- ¿Cómo supiste que funcionaría?

--- No lo sabía. Creo que...ha sido instinto...

--- Gracias...

Esther se dejó caer sobre el asiento del conductor con la vista en el frente y tamborileando con los dedos sobre el volante. Keana cabizbaja jugaba con un colgante entre sus manos aún tratando de asimilar lo ocurrido.

--- No me gustas.

--- ¿Qué?

--- Qué no me gustas, te besé porque era necesario.

--- Tranquila...lo sé.- respondió Keana.

--- Bien.- respondió rápidamente.- prefiero evitar confusiones.- espetó.

****

El hospital estaba abarrotado, los médicos y enfermeros a penas daban a basto. Lo cuál nos daría la oportunidad de pasar sin llamar demasiado la atención.

--- ¿Cuál es tu plan?- preguntó el chico de cabello azabache.

--- Tenemos que entrar en la sección de analíticas, allí trabaja la señora Graham.- respondí.- Tú la entretienes, yo robo la sangre.

--- Deberían tener bolsas de sangre dentro de un frigorífico o algo parecido, consigue todas las que puedas.- dijo Ray.- Toma.

Me entregó la mochila de Esther, la cargué sobre mis hombros y caminamos rápidamente entre la multitud. Evitando a todos los médicos, enfermeros y secretarios que pudimos. Debíamos pasar desapercibidos.

--- Kim.- susurró Ray.- Hay cámaras.

--- Ocúpate de ellas.

--- ¿Cómo?

--- Yo que sé. Eres un hombre lobo, rómpelas o algo...

--- Espera, espera...¿y si me pregunta por Ian?

--- invéntate cualquier cosa, pero que sea creíble.

--- Lo intentaré. Suerte.

Me miró fijamente, asentí y me escondí entre la gente para colarme en la sala de análisis, mientras Ray entretenía a las enfermeras.

Es el momento de triunfar Kim Spike, tú puedes.

"Ni siquiera sabía de qué sería capaz."






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