VIII

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Aquel día lo pasé en la cama, mi cuerpo aún se estremecía al pensar en lo ocurrido y la calidez de la cama me daba la seguridad que necesitaba.

Pasé la tarde intentando comunicarme con Ian. Le escribí mensajes, revisé sus redes sociales, le llamé en incontables ocasiones... pero no daba señales de vida y eso me generaba una angustia que solo podía apacigüar con llanto.

Las agujas del reloj se movían lentamente, haciendo eterno el día y tía Margareth me llevaba algo de comer cada pocas horas, pero no tenía hambre.

Al día siguiente fui al instituto totalmente desganada.
La gente recorría los pasillos ajenos a lo que había ocurrido 24 horas antes. Caminé frente al aula en el que ocurrió todo y estaba totalmente impecable, como si nada hubiera pasado.

Contemplé desde la distancia, realmente envidiaba a todos y cada uno de los ruidosos alumnos que llenaban el centro, felices y ajenos a todo.
De pronto, un fuerte sonido me sacó de mis pensamientos, las clases comenzaban.

--- ¿Vienes? - preguntó Keana y asentí siguendo sus pasos.

Keana conversaba sobre algo relacionado con la clase de Ciencias Sociales que nos tocaba pero no era capaz de prestar atención a sus palabras.

Se colocó un pañuelo al rededor del cuello y me invitó a sentarme a su lado.
Durante la clase me dediqué a tomar apuntes de las pocas frases que lograba captar debido a mi falta de atención.

El asiento que solía ocupar Graham estaba vacío y eso me causaba un profundo dolor en el pecho.

La puerta se abrió de golpe y deseé con todas mis fuerzas que Ian apareciera atravesando el umbral con su pelo revuelto y su pícara sonrisa. Pero tan sólo ví a la profesora de orientación acompañada de una nueva alumna.

--- No me gustaría estar en el lugar de la nueva- susurró Keana.

--- ¿Por qué?

--- Porque el único asiento libre es el de Graham y no te va sentar muy bien que lo ocupe otra persona.- sonrió.- ¿Me equivoco?

--- Ella no tiene la culpa...-suspiré.

Keana permaneció atenta a la presentación de la rubia mientras jugaba enroscado su dedo índice en su rizado cabello.

--- Esther Winters...

--- ¿La conoces?

--- Hm...no.- respondió abriendo el libro de texto.

La nueva alumna se sentó en el lugar de Ian y me dolió como si me atravesaran brutalmente con una katana. A la vez la chica dedicó una mirada de desprecio hacia mi dirección.

--- No parece muy simpática.- dijo Keana mirándola sin disimulo.

--- Quizás porque la estás acosando con la mirada.- reí.

La hora del almuerzo resultó ser lo más normal del día. Sam con su sándwich de pavo, los chicos discutiendo y Keana analizando la cafetería mientras daba un trago a su botella de agua.

--- ¿Tenéis alguna idea de qué pudo ser?- preguntó Ray sentándose frente a Keana.

--- Ni idea.- respondió Sam.

--- Las balas de plata no le afectan. Ya sabemos que no usar la próxima vez.- dijo Daniel.

--- Oye...¿y la nueva?- pregunté mirando a mi al rededor.

--- No la busques, no está aquí.- respondió Keana.- Ya he mirado yo. Ahora vuelvo, necesito ir al baño.

--- Odio admitirlo, pero, se nota la ausencia de Graham.- comentó Ray

--- A estas alturas ya estará muerto.- dijo Daniel apoyándose aburrido sobre la mesa.

--- No. No está muerto. No puede estar muerto.

--- Tranquila Kim, es un insensible.- respondió Sam golpeando a su hermano en el hombro.

--- Le encontraremos.Te lo prometo.-dijo Ray poniéndose en pie.- Esta tarde en mi casa.

--- Yo me encargo de decírselo a Keana.- comentó Sam.

Pienso encontrarte Ian, tengo que encontrarte y no pararé de buscarte hasta que me falte el aliento.

Te lo prometo.


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