capitulo 2

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Mamá hoy está mala, hace ultimamente mucho frio y Robert y yo nos quedamos en casa para cuidarla. Pronto el hara los doce años y espero que mamá esté bien para poder ir al valle a celebrarlo. Fui al pueblo a que me diesen alguna cura para que mi madre no enfermara más, no sé si es grave o no, por eso me aseguro.

Un hombre llamado Iov Ivanov, de origen ruso, me dio un bote con unas hierbas que según curan todo. Noté qur ese hombre era raro, no por el hecho de ser extrangero, sino por esa mirada inexpresiva y esas manos tan frías y blancas como la nieve, que contrastaba con su traje negro. También se sentía que el aire era pesado cerca suya,  aunque esto lo ignoré ya que con el frío a uno le cuesta respirar aún más.

Llegué a casa, Robert no estaba así que supuse que habría ido a recoger leña. Subí al piso de arriba para darle a mamá las hierbas.

-¿Dónde las conseguiste? Estas hierbas no son nada fáciles de encontrar. -dice mi madre.
-Me las dio un señor, según tuvo que ver en mi que las buscaba desesperadamente.- empezamos a reir las dos.

Ya han pasado dos días, mamá ya esta mejor y parece que las hierbas hacen efecto. Ya se levanta de la cama para caminar. También le traje sus cuadros medio hechos para que siga con ellos.

Acercándome hacia mi cuarto, noté como si algo me persiguiera, pero no le tomé importancia. Cogí un vestido y se lo di a mi madre. Le hace ilusión hacerme un vestido para la fiesta de cumpleaños de mi hermano,  según ella tengo que ser la mas hermosa, pero claro,  no tanto como el protagonista.

Ojalá mis abuelos puedan venir, aún no me ha llegado ninguna carta suya, y espero que la mia ya la hayan recibido,  aunque no creo que llegase tan rápido.

Mientras miro a mi madre coser y pensando en la fiesta, papá, familiares, amigos, pienso, tal vez yo no sea la que deba ir la más hermosa, sino mi madre, quién dio lugar a ese protagonista, quien organiza todo, quien ha estado mala estos dias sin salir y merece pasarlo bien. Tal vez mañana vaya otra vez a la ciudad a cogerle un vestido, el más bonito.

Y asi fue, me fui a la ciudad y en la tienda de la señora Albertsen,  quien hace unos vestidos extremadamente bonitos y además amiga de mi madre, aquella señora quien de pequeña y ahora de grande me hace los vestidos, tenía uno de color azul, con un bordado en color plata y encaje, la espalda con botones en fila de arriba abajo hasta llegar a un enorme lazo, donde comenzaba la cola de la falda, era perfecto, y su seda brillaba, solo hacian falta los zapatos, los guantes y el tocado y estaria listo. A mamá le va a encantar.

ShelleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora