capitulo 4

17 1 0
                                    

Esa noche fue feliz. Por lo menos hasta que nos fuimos todos a dormir.

Corría por el bosque,  descalza, mi respiración se aceleraba y me faltaba el aliento, no podía más <<Shelley,  Shelley>>, cada vez los susurros se escuchaban más cerca. Algo hace que no pare de correr, pero no quiero que me alcance. No puedo más, voy a caer.

Me desperté de aquel sueño sobresaltada, aun con la fatiga de correr y sudando. Solo era una pesadilla. Ya la habia vivido algún que otro momento. Ultimamente se me repiten muchisimo más que antes.

Tengo sed. Voy a bajar a por un vaso de agua. El ambiente frío y el pasillo oscuro, hace que mi corazón lata deprisa, hay silencio, solo se escucha mi respiración y chirriar la madera. No quiero hacer ruido.

Llego a la cocina, todo esta bien. Por fin mi vaso de agua, ya estoy mas relajada, ahora solo dormir.

Me siento algo mareada, quizá algo que comí en la fiesta me haya sentado mal, no creo, mi madre siempre cocina bien y nunca está malo, por lo menos todabia no me he puesto mala.

Cada vez es mas fuerte. Se me viene la imagen de la señora que me encontré entre los arbustos, pide mi ayuda.

<<Shelley>>, me levanto de la cama y veo a mi madre en mi cuarto.

-Despierta, llevo un rato llamándote y no contestabas. Ve a preparar el desayuno y ahora vas a por unos recados. También decirte que este sábado hay concierto. - dice yendose por la puerta. Vuelve. - se me olvidaba, antes que los abuelos se vayan, vamos a tomarnos una fotografía.

Me bajo rápidamente para preparar el desayuno. ¿Lo de anoche habrá sido un sueño, o todo ha sido real? Si ha sido real, ¿como es que he llegado a mi cuarto?. Nadie me ha escuchado durante la noche, no hay vaso, tampoco se nota mas vacia la jarra de agua.

Mirando hacia abajo, veo un trozo de tela de color rojo oscuro, con una gota más oscura aún. Es del mismo color del traje de aquella mujer. ¿Es de ella o mi madre ha comprado más tela para coser?

Olvidé el tema y fui a por los recados. Hoy las calles están llenas de alegría, el de la frutería me ha echado un buen piropo, la verdad es que me sentia contenta tras hacerlo. Un grupo de jóvenes mujeres me saludaron y yo agaché la cabeza como respuesta.

Ese olor a pasteles. Me daban ganas de bailar. Gente en los balcones, niños correteando, vida dan las calles, rastros de perfumes en las señoras mayores. Hacía mucho que no vivía algo así. Daba vueltas,  cierro los ojos.

Tropecé con un hombre viejo, le pedí disculpas y le levanté.

- Disculpe señor, ¿está usted bien?
- Si jovencita, si soy yo que me pongo de por medio y pasa lo que me pasa. Estabas a lo tuyo por lo que veo. -se empieza a reir.
- ¿Quiere que le lleve las bolsas?
- No te preocupes, soy viejo pero tengo más aguante. -no termina la frase y nos empezamos a reír.- Adiós jovencita, tenga un buen día, y que no se tropiece más.
- Igualmente a usted.

Después de aquello, me sentí avergonzada, pero contenta de haber conocido a un señor tan alegre.

Ya esta todo comprado. Solo falta volver a casa y hacernos la fotografía familiar.

ShelleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora