capitulo 16

1 0 0
                                    

No paraba de sonreír mientras pensaba en Erick. Todos estaban durmiendo,  así que no hice mucho ruido, pero las escaleras chirriaban un poco. Fui a mi cuarto a descansar.

Miré por la ventana mientras me arropaba, empezó a llover con fuerza. Mirando por la ventana, me quedé dormida.

<< Me despierto tras el sonido de un trueno. Veo luz que entra por debajo de la puerta. Voy a abrirla. Me encuentro en el bosque, aquel bosque prohibido. Sigue lloviendo y hace muchísimo frío. Erick está a lo lejos, voy corriendo hacia él - ¿Estás bien? - le pregunto. - ¿Erick? - él se da la vuelta. Noto como mi sangre se congela y mi corazón se acelera del susto. No es él. Su cara pálida, sus ojos totalmente negros junto con sus labios. Sus venas podían notarse de un azul muy oscuro. - Encuéntrame - me lo dijo como si le costara hablar>>

Me desperté del susto. ¿Acaso le va a pasar algo a Erick? No desayuné ni nada. En el reloj del salón marcaban las siete de la mañana, todos estarán aun durmiendo, suelen despertarse a las ocho.

Me fui corriendo hacia la casa de Erick. Hacía muchísimo frío. Llamé a la puerta.

- ¡Erick despierta! .- dije mientras tocaba la puerta.

- Tranquila, tranquila. ¿Qué pasa? -Me abrazó para que me tranquilizara y me invitó a entrar.

- He soñado que tú eras diferente...

- ¿Cómo? - dijo extrañado.

- Tenías un aspecto raro, más bien como si algo estuviera dentro de tí y no eras tú. Luego me dijiste que te encontrara.

- Son pesadillas. - me miró. Su mirada me tranquilizó.- ¿Qué tal si vamos a tu casa, te vistes y damos un paseo?

Acepté. Eso me iba a despejar y a olvidarme de la pesadilla que había tenido.

Fui a mi casa. Encontré a mi madre en la cocina preparando el desayuno.

- Buenos días. - dije. - no podía dormir y me levanté temprano. He salido fuera a despejarme un rato. ¿Puedo salir con Erick por la ciudad?

- ¿Tan temprano? Hace muchísimo frío y todo está cubierto por la niebla. Me da miedo, dile que entre y os quedáis aquí, o si no ayudadme a preparar la leña.

- Está bien.

Cogimos algo de leña de la parte trasera de mi casa y encendimos la chimenea. Bajaba mi hermano por las escaleras bostezando.

- ¿Quién eres tú?. - le preguntó mi hermano a Erick.

- Soy Erick, encantado. Vivo cerca de vosotros.

- ¿ Desde cuando os conocéis?

- De hace unas semanas. - Respondí.

- ¿Eres el novio de mi hermana?

Esa pregunta me avergonzó un poco y Erick se quedó mirando sin saber qué responder.

- Somos amigos. - dice al rato. - ¿no puedo ser amigo de tu hermana?

- ¿A que es guapa?.- dice Robert con una sonrisa.

- Sí,  claro que lo es. ¿Por qué?

- ¿Te gusta?. - empieza a reirse mi hermano.

- Bueno vale ya, ve a ayudar a mamá en la cocina. - Le dije. - Perdón, a veces suele ser un poco pesado. - le dije a Erick.

- No pasa nada, supongo que yo también haría lo mismo si tuviera una hermana tan guapa y de repente se hacerca un chico. Bueno, en éste caso, levantarme y ver a alguien desconocido en mi salón.

Nos reímos. ¿Tan guapa? ¿En serio? ¿Le parecía guapa? Creo que me estaba poniendo nerviosa, vergonzosa, una mezcla de todo.

De repente, el fuego de la leña se apagó. Qué raro, ésto no se apaga tan rápido. Escuché como si un niño pequeño estuviera corriendo en la parte de arriba, acompañado de risas.

- ¿No lo oyes?. - le dije a Erick.

- ¿El qué?

Subí hacia arriba.

- Robert, para de hacer tanto ruido.- dije nada más subir.- ¿Robert?

Seguían escuchandose ruidos en el cuarto de mi hermano.

- ¡Shelley! ¡Mamá te llama! .- me dice mi hermano, pero, sonaba desde abajo.

- ¡Dios mío Shelley! ¿Estás bien?. - me dice Erick.

- Hija, ¿qué pasa?, estás muy blanca. - Dice mi madre cogiéndome una mano.

- Hay alguien en el cuarto de Robert. - dije asustada.

Se paró el sonido. Miré hacia arriba, y vi una sombra. Grité y mi tiré al suelo.

- Cuidado. - dice cogiéndome Erick.

- Antes me había dicho que no había dormido bien, puede que sea eso. Descansa hija. Erick, acompañala hacia su cuarto por favor. - dice mi madre.

- Por supuesto. -dijo él.

Me cogió en brazos. No estaba cansada, pero tras aquello, parecía estar débil. Me dejó en la cama y me arropó. Me acarició el pelo.

- Descansa. -me dijo.

- No te vayas, por favor, quédate conmigo. He oído a un niño, y si eso le sumamos que yo tengo pesadillas con un bosque, no voy a dormir nada. Quédate. -Dije.

- Está bien, tranquila, yo me quedo.

Le pedí que se metiera conmigo para poder abrazarle si sentía miedo. Fue una situación para él algo incómoda supongo, pero si no, yo no podría dormir. Me dormí y creo que él también.

ShelleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora