capitulo 17

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Soñé con la ciudad. Erick y yo paseábamos felices. No hay bosques, ni susurros, nada.

Me desperté. Lo primero que vi fue a Erick durmiendo. Me quedé mirando su cara, me acerqué algo más, hasta tener pocos centímetros su cara con la mía. El abrió los ojos y sonrió.

- No he tenido pesadillas gracias a ti. - dije.

- Eso me alegra.

Me acarició el pelo. Luego acarició mis mejillas. Mientras nos mirábamos a los ojos. Nos íbamos acercando cada vez más.

Mi madre entró en ese momento. ¿Por qué en ese momento? Nos hicimos los dormidos. Mi madre nos miró y nos arropó un poco más y se fue.

Volvimos a abrir los ojos. Nos reímos mientras nos mirábamos.

- Creo que ya hemos dormido lo suficiente. - dije.

Bajamos las escaleras. El reloj marcaba las once. Erick intentó prender de nuevo la leña. Alguien llamó a la puerta. Cuando abrí, era el jóven músico.

- Buenos días,  ¿puedo pasar?

Pasó directamente, no me dio tiempo a responder. ¿Qué hace aquí?

- Creo que tú con tu talento. - tosió. - perdón. Creo que ganaríamos muchísimo dinero si te ponemos en los carteles con el título de “La joven médium". ¿Qué te parece?

- Que ella no es el juguete de nadie.- dice Erick saliendo del salón.

- ¿Y tú quién eres? ¿El jardinero?. - dice riéndose el joven músico. - ¿qué me dices?

- No tengo ésto para ganar dinero ni tampoco soy médium. Son sólo coincidencias, o puede que imaginaciones mías. Y no vuelvas a hablarle así, él no es el jardinero, él es... - No era nada mío. - es un amigo.

- Vendré en otro momento. Adiós.

Se fue por la puerta.

- ¿Cree que te puede utilizar así porque sí? No eres un entretenimiento, no puede venir así porque sí a decirte nada.

- Tranquilízate. - dije.- Sabes que no voy a aceptar.

- ¿De qué lo conoces?

- Le conocí en una actuación suya. Él toca el piano. Casualmente tocó una canción conocida y decidí decirselo. Pronto descubrí por qué la tocaba, y es que la cajita musical que tengo en mi cuarto era del padre de su abuelo. Aquél hombre se enamoró de la madre de mi abuela. Larga historia.

Le veía algo más calmado. La verdad es que agradecí su respuesta hacia la pregunta del joven músico.

Salimos un rato. Ya no hacía niebla, sino que hacía un dia bastante soleado. Nos fuimos al lugar donde suelo ir para escribir cartas a mis abuelos. Nos sentamos en una piedra. También llevaba mi cajita musical.

- Mira. -le dije. La cajita empezó a sonar y al rato empecé a cantar. Él me miraba fijamente. Terminé.

- ¡Qué hermoso!

- Gracias. La letra se la puse yo.- me puse algo más seria. - ¿te puedo confesar algo?

- Claro.

- El chico que ha venido antes me dijo médium porque descubrí aquellas cosas con solo tocar objetos. Los toco y empiezo a tener visiones. También vi a una mujer, y luego fui a su casa y vi a su hija, le hice un favor para que ella pudiera descansar en paz, me lo pidió. Sueño con el bosque que está al lado de mi casa, no debo entrar. Muchas veces escucho susurros, alguien que me llama, una mujer de blanco que me mira desde fuera. Un día invite a una mujer pelirroja, creo que se llamaba Dayana, no recuerdo muy bien. Me dio éste colgante. Tuve un sueño, la iglesia se quemaba. Había una frase, ahora no me acuerdo muy bien. No quiero que me tomes por loca.

- No lo voy a hacer. - dijo cogiéndome de la mano. - pienso que si tienes un don, o si eres médium o lo que Dios quiere que seas, voy a ayudarte. Éstas cosas no son para dejar a uno solo. Yo no me voy a ir ni voy a pensar nada malo. Te creo.

Sus palabras me sacaron una sonrisa. No sabía si abrazarle, si agradecer todo lo que me decía. Me acarició la cara y se acercó lentamente hacia mí. Noté sus labios con los mios. Fue mi primer beso.

ShelleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora