capitulo 7

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Pasamos al camerino. Era lo típico, mesa de maquillajes, vestuario... Él coje la partitura de la canción de la cajita y me la enseña.

- El padre de mi abuelo escribió esta canción en el invierno del año 1825. Según mi abuelo, su padre hacía cajitas musicales y aprendió a hacerlas en un viaje a Suiza cuando era pequeño.-dice.

- Y si la caja que tengo es del padre de tu abuelo, ¿por qué la tengo yo?

- Ese es el misterio. Tiene todas las cajitas menos una, y era esa.

No entendía nada, no se como paró en manos de mi abuela para que me la diese a mí. Si con la caja de joyas de aquella mujer me vino un recuerdo, ¿me pasará lo mismo si toco las partituras?

- ¿Me puedes dar las partituras, por favor? Me gustaría mirarlo bien, me parece curioso ver algo antiguo. -dije. Él aceptó.

Cuando me las dio, no sentí nada. Intenté concentrarme en intentar sacar algo, pero nada. Pensé en dejarlo, que habrían sido tonterias mías.

Cuando quise dejarlas de nuevo en su sitio, vi una pluma de escribir antigua. Me empezó a dar un fuerte dolor de cabeza, <<lo has conseguido>>, me decía.

Veo a un chico jóven, de veinte o veintiún años. Está escribiendo ésta partitura. ¿Es el padre del abuelo del pianista? Parece ser. No puedo ver mucho, ya que son recuerdos rápidos y no me da tiempo ver mucho. Él chico esta llorando, pero a la vez está furioso. No puedo ver más.

Cuando volví en sí, el pianista me miraba preocupado. Me sangraba la nariz y me sentía muy débil.

- Te he visto que te caías al suelo con los ojos en blanco. Me habia asustado. -dice mientras me levanta.

- Necesito salir.

Salimos a la calle. Por lo menos ya voy a estar mas despejada. Pronto terminará el teatro y mamá estará preocupadisima.

- Tienes que pedirle a tu abuelo algo de su padre, por favor, puedo saber el por que de la cajita con un solo objeto suyo, cree en mí. - le dije al pianista susurrandole.

- ¿Y no serán cosas tuyas para querer robar algo de valor? No me gusta tu idea, ni tampoco creo que puedas saber algo así, ¿te crees médium o algo?

La verdad es que me sentó como un tiro directo al corazón su respuesta. Nadie ha pensado nunca mal de mi, ni quiero.

- No puedes decir que no me crees si aún no lo has visto. - Él agacha la cabeza pensativo. Se queda unos segundos pensando.

- Cierto. -dice volviendome a mirar a los ojos. - te traeré algo. La semana que viene vuelvo a tocar, si vienes, te lo doy.

Asentí y sonreí. Justo en ese momento, la gente salia del teatro.

- Finge que me has estado acompañando todo el rato porque me encontraba mal. - le dije a él. Él sonrió.

Mi madre se acercó a preguntar por mi, y tal como le pedí, le dijo que solo me acompañó porque me sentía mal. Le agradecí el favor. Nos despedimos todos y yo volví a casa.

ShelleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora