Capítulo 4.

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Yo: ¡Àlex! -grité de forma efusiva ya que estaba bastante emocionada-

Àlex: ¿Pensabas qué te íbamos a dejar aquí abandona cual perro callejero? -deslizó con suavidad sus manos apartándolas de mis ojos y girandome a la vez que nos dabamos un abrazo-

Yo: La verdad es que sí, pensar lo pensé. -besé varias veces la mejilla de mi primo, este era más alto que yo, concretamente un palmo más. Tenía los ojos marrón café y una sonrisa que podría enamorar a cualquier chica.- Oye, ¿y la abuela?

Àlex: está en casa, yo me mudé con ella ya que está algo mayor y no puede hacer muchas cosas pero está bastante inquieta por tu llegada. Quiere estrecharte entre sus brazos.

Mientras caminábamos al coche de mi primo nos fuimos contando varias anécdotas, mejor dicho, él contó ya que yo llevaba años sin tener anécdotas que contar..

Se produjo un silencio, lo que hizo que me adentrase en mis pensamientos. Miraba todo el paisaje, paisaje que hacía que recuerdos bombardeasen mi mente y que yo los dejaba fluir ya que eran buenos recuerdos. Ahogué un suspiro de alivio mezclado con algo de felicidad, mi vida estaba cambiado y al parecer era para mejor.

Sin darme cuenta mientras pensaba en todo aquello ya habíamos llegado a nuestro destino, la casa de mi abuela dónde yo antes vivía con mis padres y ahora viviría con mi abuela junto a mi primo.

Quité el cinturón y al levantar la vista por la ventanilla pude ver a mi abuela en las escalerad que subían al pequeño rellano que llevaba a la casa, anciana pero más guapa que nunca. Abrí la puerta y salí corriendo a sus brazos como una niña pequeña. La estreché entre mis brazos.

Abuela: Pero que preciosa te has puesto en estos siete años que llevo sin verte.

Yo: Algo he cambiado, pero mi físico sigue practicamente igual -sonreí-

¿Sabéis qué? Mi abuela aunque estuviese mayor para mí siempre sería joven, una mujer llena de vida. ¿A quién podría parecerse mi madre si no a ella? Tanto mi madre como ella han sabido siempre levantarse de cada empujón que te da la vida con más fuerza he intentando mejorar para no volver a caer en la misma piedra. En definitiva, eran las mejores personas que me podían haber tocado para seguir como ejemplo.

De repente se oyó un silvido procedente del coche y como no ese era Àlex. Me giré y lo vi ahí, cargado de maletas y con cara de exhausto, el muy bobo quería hacerse el machito pero a la vista estaba que no podía cargar con el peso de las maletas.

Àlex: Todo muy emotivo, pero deberías ayudarme con tus maletas o si no te aseguro que aquí se quedan. -reí yendo hacia él- "Hombres.." -dije entre dientes y al oirme me dió un pequeño codazo y reímos al unísono.

Entramos en la casa y yo lo hice trás mi primo. Me dirigí a mi habitación que estaba situada en la segunda planta, junto a la habitación de mi abuela y la que ahora era de mi primo. La mía estaba al fondo del pasillo, era de color pastel con dos grandes ventanales desde dónde podía ver el jardín con las flores cuidadas por mi abuela.

Al entrar no pude creerlo, toda la habitación estaba exactamente igual que cuando la dejé hacía siete años. Miré al escritorio y pude ver como ahí seguían mis libros, fotos..

Una vez coloqué toda la rope y pertenencias que había traido me senté junto a la ventana. La abrí para respirar aire puro. Cerré los ojos y pude notar la brisa del viento sobre mi rostro. Al abrir los ojos y alzar la mirada al frente me llevé una gran sorpresa.

A ver, justo al lado de la casa de mi abuela se situaba la casa de una señora mayor, la cual para mí era especial ya que cuando era pequeña, Àlex y yo íbamos a jugar allí con su nieto y la señora no podía tratarnos mejor, la señora de la que os hablo se llama Antonia. Al mirar al frente pude ver un rostro que se me hacía familiar. Y tan familiar... era el chico que había conocido en el avión, aquél chico.. pero, ¿qué hacía él en casa de la señora Antonia? No pude aguantar la curiosidad y bajé a preguntarle a mi abuela.

Yo: Oye abuela, ¿por qué hay un chico mas o menos de mi edad en casa de la señora Antonia?

Abuela: ¿Óscar? Ah claro, él vive ahí, ¿no lo recuerdas?

Yo: ¿recordarlo? Lo conocí esta mañana en el avión..

Abuela: -mi abuela negó con la cabeza- Tú ya lo conocías de antes. ¿Recuerdas el nieto de Antonia con el que siempre tú y Àlex jugabais y que se mudó antes de que tú te marchases? -mientras mi abuela hablaba yo iba atando cabos y solo me limitaba a asentir mientras la oía atentamente- Pues es él, Antonia desgraciadamente falleció hace tres años y él volvió para vivir en la casa que era de su abuela.

Me quedé perpleja. ¿De verdad Óscar, el chico considerablemente atractivo que había "conocido" en el avión era el mismo qué aquél chico con el que yo jugaba de pequeña? ¿Cómo puede ser qué hayamos cambiado tanto que ni nos hayamos reconocido? ¿Qué sería esto, un reencuentro por casualidad.. o por cosa del destino?

¿Casualidad o destino?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora