Una pequeña luz dió directamente en mis ojos por lo que opté por girarme hacia el otro lado ya que aún no había sonado mi despertador, podría descansar más.
Intenté volver al sueño que estaba teniendo. Me encontraba en la playa paseando junto a mi madre cogidas de las manos y hablando de cosas cotidianas como si nada hubiese pasado. No podéis haceros la idea de como hecho de menos a mi madre, el hecho de tener una persona todos los días a la que puedes confiarle tus mayores secretos, pedir consejos y que siempre, aunque se discuta e incluso por varios días no hables con ella siempre va a estar ahí para ti cuando tú más la necesites sin ni si quiera pedírselo. Cierto es que yo siempre valoré a mi madre por lo que no tengo algún tipo de remordimiento por ella, pero me habría encantado despedirme de ella porque a pesar de haberle dicho durante esos meses de su enfermedad todo lo que sentía y aprovechar al máximo dentro de sus posibilidades el tiempo con ella, siempre se te quedan cosas en el tintero, cosas que quieres decirle pero no puedes ya que no está. Ya que se ha ido y nunca más va a volver.. Si pudiese volver el tiempo atrás, volver a estar con mi madre lo haría con los ojos cerrados, al fin y al cabo me falta la persona más importante, mi pilar para sostenerme...
Y sumida en mis pensamientos, esos pensamientos nostálgicos debería haber pasado mucho tiempo ya que el insoportable ruido del despertador comenzó a sonar, una y otra vez.
¡Sara apaga eso ya! -oí como gritaba Àlex desde su habitación, mi primo iba a la universidad por lo que también debía despertarse a la misma hora. Me giré y lo apagué de una forma al brusca ya que sin intención alguna cayó al suelo y se rompió. "Oh, pobre despertador con lo que lo quería.." pensé de forma irónica a la vez que solté una leve risa.
Me levanté y miré el armario. ¿Qué debía ponerme? Aún hacía calor así que opté por unos pantalones cortos y una camiseta básica de mangas cortas en color azul con unas convers del mismo color. Me dirigí al baño y me di una plácida ducha mientras pensaba en como iría mi primer día de clase. Por una parte me gustaba el hecho de comenzar en un nuevo instituto, podría empezar de cero pasando desapercibida por muchos y esa idea no me desagradaba. Pero por otro lado, estaba la relación con los demás, yo soy bastante borde y no muy sociable que digamos por lo que podría no empezar con muy buen pie.
Tras ducharme me vestí con la ropa que había elegido antes y decidí dejar mi cabello suelto para que así se secase de forma natural. Bajé a desayunar y allí estaban Àlex y mi abuela, desayunando.
Abuela: Que guapa estás hoy Sarita -me ofreció una gran sonrisa.
Yo: Buenos días abuela, y gracias. -me senté a tomar una tostada con mermelada no sin darle antes un beso a ella y otro a Àlex.
Àlex: ¿Quieres qué te lleve?
Yo: No tranquilo, iré caminando, tengo tiempo de sobra -sonreí
Àlex: Vale y.. no me mates por lo que he hecho, como suponía que no querrías que te llegase le he dicho a Rodrigo que pase a buscarte y así vayáis juntos -rió de forma algo malvada.
Al oír eso me atraganté con el zumo que estaba bebiendo y casi se me salen los ojos de las órbitas. ¿Rodrigo? ¿Acompañarme a clases? ¿Ir con uno de los chicos más guapos que había visto? Mi primo me la había jugado pero realmente no me importaba, Rodrigo se veía buen chico.
Àlex: ¿No vas a decirme nada? ¿Ni me vas a pegar? -posó una mano en mi frente riendo- ¿Estás enferma?
Yo: -le di un cate riendo- Pues no, la compañía de Rodrigo no me desagrada y supongo que es bueno conocer a alguin aquí así que.. gracias primito -le saqué la lengua y en ese momento picaron a la puerta. Me levanté y al abrir ahí estaba Rodrigo, llevaba unos pantalones por las rodillas vaqueros, una camiseta blanca y unas vans del mismo color.