True Love 《WDW》

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Alguien toca la puerta de mi habitación, y me siento en la cama gruñendo mientras mantengo los ojos cerrados.

-¡Hayden!¡Levántate ya!- escucho la voz de mamá, y ruedo lo ojos para levantarme.

Observo a Corbyn totalmente cubierto con mis sábanas, y río para retirar la sábana de un tirón. El rubio gruñe y se hace una bolita, tratando de apartar el frío de su cuerpo, lo cual me hace reír aún más.

-Vamos a desayunar- murmuro, sintiendo los labios dormidos por recien haber despertado.
Odiaba esa sensación, era desesperante no poder articular bien las palabras, ya que los labios estaban levemente inflamados, y totalmente dormidos.

Corbyn se estira haciendo un extraño sonido, pero se levanta para caminar hasta mí y abrazarme, dejando mi rostro atrapado entre su pecho y sus brazos. Una de mis manos vuela hasta sus hombros y lo pellízca, haciéndolo quejar y que me soltáse. 

-Que agresiva- gruñe mientras acaricia el area pellizcada, y sonrío al escuchar su manera de hablar.

Ruedo los ojos divertida y camino hasta la puerta del baño para hacer mis necesidades. Cuando estoy cepillándome, tocan la puerta, y la abro encontrándome con un adormilado Corbyn.

-¿Me puedo cepillar aquí contigo?- murmura y asiento.

Corbyn revisa el cajón, donde permanecía su cepillo de dientes de emergencia, el cual humedece un poco, antes de colocarle pasta de dientes. Toma la pasta y se la coloca, para luego llevar el cepillo a su boca y comenzar a hacer movimientos circulares en sus muelas. Ambos terminamos y salímos del baño, tomo una sudadera del armario y me la coloco sobre mi camisa, para salir de mi habitación y bajar.

En el salón se encuentran mis padres, saludamos a ambos y nos dirigimos a la cocina, donde el desayuno está servido. Lo observo comer, y no puedo evitar sonreír.

-¿Qué harás esta tarde?- dice mientras toma una servilleta y limpia el borde de sus labios.

Me encojo de hombros, e imito su acción con la servilleta- No tengo planes, ¿tú qué harás?

Su mirada se torna divertida, y sube ambas cejas haciéndolas bailar y reímos.

-¿Quieres ir a una fiesta?

Mi risa se apaga y mi vista se posa en mi plato. No quería ser aguafiestas, pero creo que Corbyn me conocía lo suficientemente bien, para saber que odiaba las fiestas de los chicos de la preparatoria. Digo, me conocía desde que teníamos nueve, debería saberlo.

-Yo... sí no quieres ir está bien- dice bajándo la mirada, y niego.

-Creo que deberíamos ir- digo y mentalmente me golpeo.

Odiaba esas fiestas, pero mi conciencia me hace recordar las miles de cosas que ha hecho Corbyn por mí.

-Es a las siete, en casa de Grayson, paso por tí a las cinco.

-¿Por qué tan temprano?- digo, notoriamente, confundida.

-Haremos algo antes de la fiesta- me guiña un ojo y se levanta para lavar su plato.

Imito su acción, dejando mi plato en el lavabo para que él lo lave por mí, mientras recojo la mesa y guardo algunas cosas que quedaron afuera. Al terminar caminamos hasta el salón tomados de manos, y me abraza, nuevamente, dejando mi rostro apresionado entre su pecho y brazos.

-Detente- me río mientras lo pellizco.

-Vale, lo lamento- sonríe, y toma mi rostro entre sus manos, depositando un beso en mis labios.

-Debería ir a arreglarme- digo, viendo que son las tres.

Corbyn observa el reloj, y asiente, para luego besarme de nuevo. Sonrío, y él deja un camino de besos por mis mejillas y mis labios.

-Me voy- susurra.

-Te veo más tarde- digo, y ahora soy yo quién lo besa.

-A las cinco.

-A las cinco- repito, mientras él toma mi rostro entre sus manos.

Me observa por varios segundos en silencio, como sí detallase cada rasgo de mi rostro. Cada peca, cada imperfección. Sólo sonríe, y deja un beso en mis labios, y otro en mi frente, para caminar hasta la puerta, lo sigo observando como sale y camina hasta su auto mientras mete sus manos en sus bolsillos.

-No tengo mis llaves- me ve avergonzado. Río y corro escaleras arriba, dejándolo abajo.

Entro a mi habitación observando el desastre de libros sobre mi cama y el piso, debía ordenar todo antes de que mamá entrase y mirara todo eso. Siempre he sido ordenada, supongo que por el hecho de que mamá siempre me ha exigido serlo. Ha estado obsesionada con que ningún rincón de esta cada debe estar desordenado.

Levanto las almohadas en busca de las llaves de Corbyn. Reviso debajo de la cama, pero es un fracaso, hasta que mientrad analizo la habitación mi vista se detiene en mi escritorio y sonrío mientras camino hasta él, tomando las llaves en mis manos.

Bajo las escaleras trotando y le sonrío al rubio que me espera en la puerta de la entrada. Camino hasta él, extendiéndo mi mano hacia delante.

-Nos vemos más tarde- susurro, dejando un beso en su barbilla, ya que es lo más fácil de alcanzar para mí gracias a su estatura.

-Nos vemos- ríe, y me enternece escuchar su carcajada.

Asiento y observo como camina hasta su auto. Sube a él, colocando su cinturón y enciende el auto, para seguidamente cerrar la puerta y arrancar. No sin antes lanzarme una última mirada y una sonrisa.