A salvar se ha dicho

23 2 2
                                    

-Dav querido, gracias por ayudarme con este caso amor- Mamá lanzó su abrigo al sillón mientras voy caminando hacia la cocina- dos poltergeist y un espíritu, ¡Hace tiempo que no me aventaban algo a la espalda! Mira que me dio lástima el pobre Louis, tuvo una vida tan corta, pero ahora esta en un lugar mejor.- acabó de decir, mientras yo me retiraba hacia mi habitación.

Mamá se emociona mucho hablando de fantasmas, además de que estoy cansado. Hace meses que no ayudo en un caso, pero habría de ser ingrato si la dejara ir sola a enfrentarse a tantos ella sola. A pesar de que los poltergeist son poco comunes, pero increíblemente violentos. De no haber acompañado a mamá, algo peor a un golpe le pudo pasar. Mamá entra a mi cuarto, trayéndome a la realidad.

-Dav necesito ir a por las compras, ¿Podrías acompañarme?

-No, acabamos de llegar- dije mientras rodaba en mi cama.

-Te compro algo.

-Sale- ¿Que puedo decir, no puedo contra esa oferta?

Desde que nos mudamos, he estado en el mercado central un puñado de veces. Es un lugar bastante grande y hay una central de autobuses cercana. Hay una increíble cantidad de florerías y puestos orgánicos. Me gusta venir aquí cuando está soleado, como hoy; ya que aquí es mayoritariamente sombrío por las lluvias. Dejo que mamá discuta las ofertas y empiezo a distraerme mirando a mí alrededor hasta que mis ojos se topan con un cabello marrón largo, por un momento pienso que es una chica y me acerco a hablar con ella; noté que realmente no era una chica, pero es el lindo de la librería. Qué alivio para entretenerme, también noté que la fantasma aún lo sigue y ella me a visto igual. Aunque no es que me importe.

Uso una de mis líneas coquetas para abrir conversaciones con chicos tímidos como él. Pero no parece tomarlo tan bien.

-Deberías dejarlo en paz- una suave voz femenina suena a mi izquierda.

-No es tu problema- suelto un tanto cabreado, ella me mira fijamente.

-Él es mi familia, por supuesto que es mi problema.

-Dejó de ser tu familia en el momento de tu muerte, y por el estilo de tu ropa, yo diría que fue hace mucho.

-Si alguien no está interesado en ti deberías rendirte, acosador de pacotilla.

-Dijo la que ha estado siguiendo a su familia por décadas.

-¡Déjalo en paz!- la voz con la que gritó fue estruendosa, un chillido que tuvo tanta fuerza que tiró una caja a mi lado y me dejó aturdido por un momento.

Antes de haberme recuperado mi proyecto me hizo una pregunta que tarde en procesar; al parecer él escuchó la voz de la fantasma, aunque no parece poder verla. Interesante, la fuerza con la que ella gritó debió ser tan fuerte que incluso las personas normales la escucharon, lo mas probable es que ella esta corta de ser poltergeist, por ahora. En fin, ya me desharé de ella pronto, primero terminaré de conquistar el bombón, y tampoco es como si le dijera que su ancestro lo sigue 24/7, que forma de conquistar.

Es más sencillo ignorarla por ahora, así como es sencillo perseguirlo mientras él sigue con su monólogo; y espero a que se detenga en el cruce que esta en verde, pero no se detiene.

-Muñeco- empiezo a llamarlo, me ignora y sigue avanzando.

-Detente Ced- la fantasma lo llama igualmente, mientras ambos nos acercamos a "Ced".

¿¡Cómo rayos se le puede olvidar a alguien que hay una carretera con autos pasando a quién sabe cuantos kilómetros por hora!?

Los dos reaccionamos al mismo tiempo para traer al rulitos hacia la acera con toda la fuerza que tengo y que no lo maten frente a mí por un estúpido monólogo.

Gracias a las leyes de la física y mi falta de balance hicieron que el nene este, Cedric cómo dijo la fantasma, cayera arriba de mí, lo cual no hubiera sido tan mal de no ser por el golpe que me he dado en la cabeza.

-Mierda- solté suavemente, dirigiendo mi mano hacia donde me golpeé- mira que dolió.

Abro mis ojos mirando encima de mí. Lo que vi fue parecido a una pintura antigua, de cuándo las personas pintaban criaturas divinas, con largo cabello marrón que destella dorado con el sol detrás, el rostro con piel blanca y suave a la vista, y los ojos miel que están abiertos por la sorpresa. En cuanto sus ojos se toparon con los míos, un bello rubor cubrió sus mejillas, dejándolas apetecibles. El ángel, no, Cedric deslizó sus manos hacia mi pecho para poder apoyarse mientras se levanta; y fué ahí que recordé que mi otra mano estaba rodeando su cintura. Tuve que soltarlo rápidamente por que él se levantó, llevándose la calidez que habíamos formado.

Ninguno de nosotros hablamos por un buen tiempo y cada quién se levantó por su cuenta, ni siquiera nos veíamos a los ojos.

-Me salvaste- la frase fue dicha tan suavemente que casi creo que la imaginé, de no ser por lo que dijo después- gracias, no creo que pudiera haber sobrevivido.

-Obviamente- suelto aún un tanto perdido por mi visión anterior.

-¿Disculpa?- preguntó Cedric, con tono ofendido.

-De verdad- dije incrédulo- ¿Quién jodidos sigue caminando mientras habla y no se da cuenta de que hay algo llamado "calle" en donde pasan autos y creen que estarán seguros si la cruzan sin esperar a la luz?

-¡La luz estaba en rojo! ¡Me fijé mientras caminaba!

-¡Pues fíjate que los semáforos cambian!- levanté mi voz a la par de la de Cedric.

-¡No me digas!

-¡Pues parece que te tengo que repetir las lecciones de guardería!

-¿¡Qué, quieres que te agradezca con exclamaciones de gratitud!?

-¡No necesito nada!

-¿¡Pues que te parece esa jodida cita por la que tanto chillabas!?

-¡Perfecto!

-¡Genial!

-¡Te llamo más tarde!

-¡Ya tienes mi número para eso!

-¡Bien!

-¡Bien!

Nuevamente, nos quedamos en silencio, pero solo ahora noté lo tanto que nos acercamos mientras discutimos. Quedando a pocos centímetros entre nuestros rostros.

Como para besarnos.

Memorias InquietasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora